Sobre “El juego”

Por SUSANA TORRALBO

Si nos remontamos a la antigüedad, ya encontramos en Heráclito, Platón y Aristóteles referencias sobre los temas lúdicos.
La palabra griega para referirse al juego es “Paidea” y se utiliza como expresión referente al juego de los niños; no en cambio para los juegos olímpicos donde se emplea la palabra “Agon” que designa a dos fuerzas que se chocan, donde hay competencia, enfrentamiento.
El juego implica en toda circunstancia una acción (praxis); pero sí se diferencian distintos tipos de juegos: los de competencia, los de azar, el teatro, los que implican sentimiento de vértigo. De estas caracterizaciones puede verse que los orígenes de los juegos corresponden a poderosos instintos, como ser de persecución, azar, vértigo, mimetización y que son los mismos juegos quienes los organizan para que sean canalizados y no conduzcan a fines malos. De esta manera los juegos los disciplinan imponiéndoles una existencia institucional.
Si los juegos se corrompen, es porque se contagian demasiado de realidad y pierden así sus reglas. Por ejemplo en los de competencia sería la lucha, la ambición desenfrenada; en la mimetización la locura, olvidarse realmente de lo que uno es, y en el vértigo la autodestrucción.
Heráclito, en su fragmento 52 dice: “El tiempo es un niña que juega con los dados, el reino es de un niño”. Aquí puede verse un mundo que no terminará jamás expuesto a una lucha eterna; el proceso y evolución del mundo que es razón, necesidad, ley y medida es a la par juego, se desenvuelve con plena naturalidad. El eterno proceso de formación del cosmos y su disolución en el fuego es semejante al juego del niño que construye y destruye.
Los primeros juegos de la antigüedad, los ritos mágicos, tenían poder de unión y se relacionaban con la religión.
Posteriormente fueron muchos los pensadores que se refirieron a este tema: Max Schiller, Carlos Marx, Eugen Fink, Martín Heidegger, Roger Callois, J. Huizinga, C. Jung.
Eugen Fink en su trabajo “Oasis de la felicidad” (1957), trata de llegar a una definición del juego estudiándolo en todos sus aspectos, tratando de ir más allá de lo que el juego es. Caracteriza al fenómeno lúdico como algo vital, un horizonte comunitario donde se vive en el goce de la acción lúdica mediante una entrega intensa, es una pausa en los negocios serios de los hombres, en síntesis es un fenómeno existencial fundamental. Es actividad y creación, es tan autónomo como la muerte, el amor, el trabajo pero sin una aspiración hacia un fin último.
El juego tiene sentido propio, es además compañía, hay en él una comunidad lúdica: nos reunimos para jugar y además podemos cambiar sus reglas para compartirlas con otros semejantes. En el mundo lúdico, que es una dimensión mágica están las reglas, los jugadores, los juguetes, etc. y dentro de éste se dan dos dimensiones; de realidad y apariencia; tiene su propio espacio y tiempo internos y a su vez un escenario real. A través del juego el hombre proyecta mundos imaginarios y el juguete se convierte en símbolo. Así llega Fink a la aproximación de una definición: “el juego humano es la acción simbólica de un hacer presente sensiblemente el mundo y la vida”.
El hombre es un afán de comprensión, de comprender para estar en el mundo, quiere comprenderse a si mismo y a su mundo. El juego, sin embargo se diferencia de estos aspectos que miran al futuro y se preocupan por nuestra existencia; él nos libera de este engranaje dándonos un presente absoluto.

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