La Poesía y los Trastornos de la Cultura

“La poesía es, para mí, lo que puede airear el juego de vivir”.

 

Gonzalo Rojas

Por DAVID ANTONIO SORBILLE*

 

La vida humana, a pesar de los dogmáticos, no se dirime entre la panacea científica, o la fatalidad determinista, y, menos aún, entre el paraíso o el infierno. Pero, convengamos, como bien lo ha señalado Sigmund Freud, en su ensayo “El malestar de la cultura” publicado en 1930, que: “Tal como nos ha sido impuesta, la vida nos resulta pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones, empresas imposibles”. Por lo tanto, ateniéndonos a este pensamiento, se nos hace indispensable valorar los instrumentos capaces de continuar siendo una opción a los que se reducen al banal entretenimiento,  o al asiduo recurso de los psicofármacos para enfrentar la realidad.

Dice Freud, al respecto: “Las satisfacciones sustitutivas, como nos la ofrece el arte son frente a la realidad, ilusiones, pero no por ello menos eficaces psíquicamente, gracias al papel que la imaginación mantiene en la vida anímica”.

Esta singular afirmación, nos induce a determinar el carácter del inconsciente como factor esencial de nuestro psiquismo. De esa fuente de materia viva, se genera el  impulso que concibe la actividad artística, ya sea por sublimación o como expresión natural del sujeto frente a los imperativos externos que lo rodean. En ese marco, la poesía es una de las herramientas que más facilitan el descubrimiento de las razones que motivan al poeta, para dar testimonio de sus actos y pensamientos.

Por eso, César Vallejo se ha referido a la poesía como el tono verbal de la vida: porque se trata de la palabra, o el conjunto de palabras, que más allá de la técnica empleada en su elaboración, manifiesta el sentido y proyección del inconsciente, del poeta. El secreto de la vida, no obedece a explicaciones formales, sino al resultado de la interpretación de ese mensaje profundo que rige el campo del inconsciente. De ahí, que el arte en toda su dimensión, continúa siendo la expresión mas apropiada para entender los trastornos de la cultura, así como el método psicoanalítico lo es con respecto a la interpretación del mismo: porque en esa relación interactiva, se produce la revelación de la existencia.

La poesía, en este caso, es tan valiosa como la pintura o cualquier actividad artística, porque también es fundamento del simbolismo socio-cultural y lingüístico, según el medular enfoque de Jacques Lacan.

Es así, como la materia o la idea, y el color o la forma, pueden ser manifestaciones autónomas, porque captan el contenido esencial de la vida en su pura expresividad. Pero, de todos modos, este concepto que resalta el aspecto cualitativo de las actividades humanas y culturales, no nos priva de atender la base del trastorno social contemporáneo.

Al respecto, Carl Jung sostenía, que “una de las razones por las que el hombre moderno era tan notablemente pobre de espíritu, era que ya no vivía una vida simbólica”. Es decir, que estamos ante un desafío múltiple, como tantas son las opiniones calificadas en determinar el sentido de una realidad que nos excede.

Por tal motivo, podemos coincidir una vez mas con Freud, cuando advirtió: “el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de sí –y hasta qué punto- el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas del instinto de agresión y autodestrucción”. Mientras tanto, la poesía se nos ofrece como una fuente de inspiración y alegoría, para alumbrar el camino de nuestra propia superación.

 

*David Antonio Sorbille: Poeta y ensayista. Coordinador de ciclos culturales.

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