Nos Hicieron el Verso

Laura Mosca y Nidia Canali son las seleccionadas, de entre los lectores que enviaron sus poemas a esta nueva sección, para ser publicados en nuestra revista. Seguiremos haciéndolo en cada edición.

UN VIAJE EN SUBTE
por NIDIA CANALI

 

Tengo una mirada impertinente y obstinada, por más que quiera dominarla y señalarle el rumbo ella sigue su propio camino, como si se empeñara en buscarle huecos a la espesura del mundo. Inútil tratar de fijarla en un punto neutral, al menor descuido ya está otra vez interrogando rictus, ojeras y entrecejos.
Es ella, no yo, la que tiende un hilo hasta los ojos de la mujer que está frente a mí, es ella quien descubre su transparencia acuosa, como si toda ella (la mujer) se estuviese asomando al borde de los párpados, a punto de convertirse en torrente.
Imaginarlo me obliga a intentar el retroceso, pero doy con la espalda contra el límite posible de la huida y quedo atrapada entre la puerta del subte y esa fijeza líquida de cristales lechosos, y ya está otra vez esa mirada empecinada tirando hacia adelante, ligeramente pero con firmeza, y el desplazamiento es suficiente para que el hilo se tense (antes), y se afloje (ahora).
La mujer avanza empujando sus ciénagas blancas e instintivamente calculo la posibilidad del cataclismo. Sus párpados bajan y suben como compuertas estremecedoras. Imagino la ruptura, una pequeña falla en el mecanismo, el dique rebasando y yo, indefensa, sumergida en una catarata espesa de lágrimas y líquenes, y arterias dislocadas, y engramas derramándose y desenrollando su cinta de palabras, de imágenes, de tacto áspero o suave, de sabores a menta, a medialunas, a duraznos maduros, de olor a sexo de la madrugada, de historias empujando desde lo más hondo, desde patios de escuela y terrazas a la luz de la luna, desde pañuelos mojados y cajones de escritorio llenos de papeles viejos, todo hecho burbujas que regurgitan, suben, saltan desde los ojos transparentes de la mujer que me mira (subte detenido) pide permiso, abre la puerta y baja, y el hilo que se tensa cuando ella pasa y hace plop y salta como un elástico llevándose colgado de su extremo mi propio ojo derecho que me mira (la miro), como disculpándose (perdón), mientras el izquierdo observa la puerta, otra vez cerrada, del subte, y aprecio en ella, casi con cariño, algo como un resto de algas y una humedad reciente, como de mar helado y subterráneo mientras ella (ella), suspira y trata, en vano, de domesticarme.

 

(SIN TITULO)
por LAURA MOSCA

Sitiada,
la agonía me detiene
soy sólo penumbra y encantamiento
equilibrio
en donde concluyo inerte
en donde ahogo razones funerarias.
Hay de allí, semblantes
urnas de papel embalsamado
nombres e inmunes
las lejanías y yo, solamente
espejismo
cenizas diamantes
y el veneno incendiado
a la espera.

 

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