Atilio Jorge Castelpogi: Un contemporáneo de la poesía

“El poeta tiene que crear un nuevo lenguaje”

Por MARIZEL ESTONLLO y LUIS RAÚL CALVO

Poeta argentino, nacido en Buenos Aires, en el barrio de Boedo. Ha publicado diecisiete libros de poesía y un ensayo sobre la obra de Miguel Angel Asturias: “El poeta narrador”, traducido al francés.
Le han sido otorgados: el 1er. Premio Municipal de Poesía (1989) y el 2º Premio Nacional de Poesía (1990) por “El exilio de mis personajes”; La Faja de Honor de la SADF, (1954); el premio “Ciudad de Buenos Aires” con un jurado integrado por Jorge Luis Borges, Enrique Larreta, Ricardo Molinari, Fermín Estrella Gutiérrez y Lizardo Zía por su obra “Destino de Buenos Aires”; el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía por “Buenos Aires mi amante” (1983) y entre otros el Premio Leopoldo Legones otorgado por la SADE y el Fondo Nacional de las Artes (1962).

G.A.A.L.C.: Queríamos preguntarle en primer lugar ¿Cuál es el primer acercamiento que tiene con la poesía?
A.C.: La culpa la tuvo Pablo Neruda, yo en el secundario odiaba la poesía, porque estaba cansado de la poesía de la Edad Media y un día un amigo sacó el libro de Neruda “20 poemas de amor…”
y leímos el poema 6: “Te recuerdo como eras el último otoño/ Eras la boina gris y el corazón en calma/”. Yo tendría 16 años y sentí que ese sí me gustaba y después me impactó mucho la poesía de César Vallejo. Estos dos junto a Vicente Huidobro son los tres monstruos latinoamericanos.
De los argentinos me gustan Raúl González Tuñón, Enrique Molina y por otro lado Roberto Juárroz.

G.A.A.L.C.: Es interesante lo que dice porque hay un gusto por estéticas diferentes…
A.C.: Sí, las formas poéticas descubren las fugas más escondidas del pensamiento.

G.A.A.L.C.: ¿Reconoce influencias en su obra?
A.C.: Muchísimas y diversas. Otro de mis amores poéticos fue Bretón. En general, me gustan los poetas de lengua latina. Tuve la fascinación de los herméticos italianos que no sé por qué le dicen herméticos porque son clarísimos. Cuando comencé a escribir discutíamos mucho sobre esto y yo leía la poesía hermética de Pablo Neruda “Residencia en la Tierra” y la entendía perfectamente. Los seres humanos tenemos tendencia a la pereza mental. Borges también me gusta mucho. Borges es un poeta que escribe cuentos, en cambio Cortázar es un cuentista y gustándome los dos, aunque en la parte ideológica estoy más cerca de Cortázar, Borges tiene una atmósfera poética en su prosa.
Como he vivido en Brasil me contacté mucho con los poetas de lengua portuguesa. Ese monstruo que es Pessoa y también Carlos Drumond de Ancírade y Bandeiras. Había un poeta fantástico que trabajó en el gobierno y era secretario económico del Ministerio de Relaciones Exteriores, Federico Schmidt, un poeta bárbaro.
También me ha gustado mucho la novelística poética de Miguel Angel Asturias.

G.A.A.L.C.: ¿Cómo ve el arte en este siglo?
A.C.: La revolución que ha tenido el arte en el siglo XX, en general se ha dado en la invención freudiana del inconsciente, con filósofos como Heidegger, con Bachelard y Lacán, todos ellos han revalorizado el arte. Por eso, yo pienso que la poesía no puede ser popular, porque la poesía siempre es vanguardia, porque si no es vanguardia es retrógrada. Yo puedo leer a Quevedo, pero no puedo escribir como Quevedo.
Para romper un estilo hay que primero conocerlo, hay que saber cómo está constituido, conocer sus elementos.

G.A.A.L.C.: ¿Cuáles son los recursos poéticos que más han incidido en su proceso creativo?
A.C.: A mí me interesó siempre la imagen. Creo que la metáfora ha muerto. lo que hay es una imagen, que es una contraposición de dos realidades distintas que dan una tercera realidad.
A mí me interesa en la poesía la música de las palabras que modifica la semántica de las mismas. El poeta tiene que crear un nuevo lenguaje.

G.A.A.L.C.: ¿Sobre qué temas o problemáticas empezó a escribir?
A.C.: En mis comienzos escribía poemas sociales. Tengo un libro que se llama “Cuaderno de Noticias”, donde cada poema es sobre una noticia que leía en los diarios. Después me apasionó Buenos Aires. En mi barrio, Boedo, vive el mundo. Ahora me condecoraron, Miembro Honorario de la Junta Histórica de Boedo y también tengo la Orden del Lengue.

G.A.A.L.C.: ¿La poesía es inspiración u oficio?
A.C.: Es las dos cosas. El inconsciente te dicta la poesía pero después la superación que tiene una obra se hace con trabajo.
En estos momentos se da una confluencia de distintas estéticas que conviven en un mismo tiempo histórico. Antes había como una poesía oficial y de pronto aparecía una respuesta de vanguardia. Ahora, el proceso parece diferente…
La anarquía es constructiva. Hebbel decía que la forma, la expresión es parte del contenido. Todas las tendencias confluyen.

G.A.A.L.C.: ¿Qué representa para usted la musicalización de sus poemas?
A.C.: A mí me encanta. “Mi Hembra del Sur”, está sacado de un poema mío y el músico Jorge Mlikota y yo trabajamos la métrica. Lo mismo, un tango, “Las llaves muertas”, está hecho con un poema de “El exilio de mis personajes” a partir de una frase: “El sacrilegio está en lo que se ha perdido/ Nunca en el fruto hermoso del pecado”/. En vez, hay otros, como por ejemplo los candombes, que están escritos para ser musicalizados. A mí me gusta más la forma libre. Es donde me siento más cómodo. Es más auténtica.

G.A.A.L.C.: El tema del amor es muy importante en su obra…
A.C.: El amor es fantástico. Es muy difícil escribir sobre el amor porque se está en el filo de una navaja: de lo sublime a lo ridículo hay un milímetro. Hay que transformar musicalmente al idioma. Los temas importantes son los auténticos. El poeta es un animal espontáneo que después trabaja y corrige.

G.A.A.L.C.: ¿Hay algún libro “in mente” o para publicar?
A.C.: Torres Agüero Editor va a sacar mi libro “Apenas un cuidador de palabras”, está por salir. Este libro está tornado de una cita de Heidegger que dice: “El lenguaje está en la morada del ser, en ella habita el hombre, sólo los pensadores y los poetas son los cuidadores de esa casa”.
También estoy trabajando en “El maestro de las sombras”. Yo inventé un personaje TAP TEN, así se llama,. es un maestro zen que se perdió en Occidente y no ha dejado rastro, en una distancia que sólo se mide “contando las lunas y los días del otoño”.

G.A.A.L.C.: ¿Cómo era el panorama poético en su juventud?
A.C.: Cuando yo tenía 17 años, en el Odeón se pagaban creo que tres pesos, te daban una comida y vos podías escuchar. Estaba la sala llena, había que estar parado y estaban Neruda, Rafael Alberti, el negro Guillén y León Felipe. Yo iba con De Lellis que era como un hermano para mí, un gran poeta injustamente olvidado. A Oliverio Girondo y a Nora Langhe los conocí mucho en la casa de Miguel Angel Asturias, nos juntábamos, hacíamos reuniones, verdaderas fiestas con Augusto Roa Bastos, Rafael Alberti y su esposa Teresa León, González Tuñón, a veces venía Sábato, Jaime Dávalos venía también y tocaba, Discutíamos de política, charlábamos, comíamos, a veces decíamos poemas. Yo me vestía muy raro, estridente para impactar a los burgueses y Oliverio me llamaba cariñosamente “El Lord Byron porteño”.
También había cafés. Yo me reunía con Tomat Guido y otros de mi generación. Con De Lellis teníamos una revista que se llamaba “Ventana a Buenos Aires”.

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