Hacia la Ciudad Hidroespacial

Por Gyula Kosice

La propuesta de La Ciudad Hidroespacial ya estaba contenida en el Manifiesto Madí que redacté en el año 1946. Años más tarde aparece en forma de Manifiesto. En la actualidad el inquietante fenómeno de la clonación y el daño sin tregua inferido a nuestro ecosistema, adquieren relevancia, lo que se creyó en su momento una remota utopía.
En ajustada redacción del texto original yo manifestaba :”De acuerdo a sus impulsos y reacciones vitales, la humanidad se ha movido en despareja proporción respecto a su propio habitat. Hasta ahora sólo utilizamos una mínima proporción de nuestras facultades mentales, adaptadas a módulos que de alguna manera derivan de la arquitectura llamada moderna o “funcional”. Es decir, el departamento o celdilla para habitar, que una sociedad nos impone con su economía compulsiva. Pero las estructuras sociales y los mecanismos de comportamiento -ruptura, contestación- son síntomas de un cambio hacia la desaparición del rol omnipotente del estado y su reemplazo por una administración eficiente.
Mis diferentes etapas en las artes visuales nunca cambiaron de orientación y la propuesta de La Ciudad Hidroespacial es un continuo sin tregua. La premisa es liberar al ser humano de toda atadura, de todas las ataduras. Esta transformación adelantada por la ciencia y la tecnología, nos hace pensar que no es una audacia infiltrarse e investigar lo absoluto, a través de lo posible, a partir de una deliberada interacción imaginativa y en cadena. La aventura de la humanidad no se detiene ante lo imprevisible. Al contrario, vamos dirigidos hacia lo desconocido e inédito, y cuando un cambio se convierte en una necesidad, se acelera esa disposición.
Proponemos concretamente la construcción del habitat humano, ocupando realmente el espacio a mil o mil quinientos metros de altura, en ciudades concebidas ad-hoc, con un previo sentimiento de coexistir y otro diferenciado “modus vivendi”. La fisión nuclear en frío proporcionaría energía capaz de mantener suspendido el habitat incluido su desplazamiento. Así pues, no se trata de vencer las leyes gravídicas sino crear la energía de sustentación, pues la arquitectura hidroespacial está condicionada para estar suspendida en el espacio indefinidamente.
Apunta asimismo a una apertura del arte, ya que propone un arte de todos y no un arte para todos. Al superar todo intermediarismo, el arte se integra tácitamente al habitat, se disuelve en él y en la vida, es su presentación. Los lugares creados con sentido de síntesis y vida comunitaria son su extensión. Para qué, entonces, la pintura, la escultura, en definitiva el “objeto”, si todo ello ya está contenido en la vivienda ocupando el espacio, el recorrido interno de ese espacio, el volumen, el color, el movimiento? Más de 6.000 millones de habitantes de la Tierra y este shock de futuro lo viven apenas 30.000 personas. No hay civilización por generación espontánea. Los Mayas, los Incas, la cultura china y de todo Oriente, el arte gótico, el greco-latino del Mediterráneo, el Renacimiento, han tenido sus ciclos culturales y su parábola se ha cumplido. El arte como “Canto de la Historia”, “Moneda de lo absoluto”, “Aprehensión directa de la realidad”, “superestructura ideológica” o “trascendencia individual” son definiciones que serán rebasadas por los resplandores visionarios de un nuevo pensar y sentir, de una eclosión cultural irreversible, con acceso infinito y no solamente terráqueo.
Debemos reemplazar a las habitaciones que se han convertido en ritual arquitectónico y periférico, por serenas o intensas pero en todo diferenciadas, propuestas de lugares para vivir. Si, dentro de un espacio, pero ocupando el espacio-tiempo con todos sus atributos. Y no como una alteración de la aventura humana. Probablemente aparecerán otros condicionamientos pero en la ciudad hidroespacial nos proponemos destituir la angustia y las enfermedades, revalorizar el amor, los recreos de la inteligencia, el humor, el esparcimiento lúdico, los deportes, los júbilos indefinidos, las posibilidades mentales hasta ahora no exploradas, la abolición de los límites geográficos y del pensamiento. Idealismo útopico?
En absoluto. Los que no creen en su factibilidad es porque siguen aferrados a la caverna, a las guerras y diluvios. Por lo tanto disolver el arte en la vivienda y en la vida misma es preanunciar síntesis e integración. Los centros de poder y de decisión económica y política, lo más que pueden hacer es retardar ociosamente esta tendencia que transforma al hombre, a partir del momento en que su cuerpo y su mente se ocuparán de proyectos universales y será así más universo. Contará con nuevos lenguajes no solamente para comunicar un mensaje, sino la forma completa de un espíritu. Un lenguaje enriquecido por puras tensiones y nuevas presencias empapadas de poesía. Desde luego ser habitante hidroespacial tendrá al comienzo sus desventajas, hasta llegar al ejercicio continuo para desarrollar todas las posibilidades de la condición humana, y no como un trabajo obligado. Finalmente la vida cotidiana no estará solamente centrada en la supuesta conquista del espacio, sino en la conquista de su tiempo, su activación, su levadura. El ser humano, en definitiva, no quiere morirse.
En la célula hidroespacial, el hidrociudadano en su pluralidad inventa no solamente su arquitectura, nombra y elige sitios y lugares para vivir, que podrán o no acoplarse a miles de viviendas, plataformas y accesos suspendidos en el espacio.

Hidroespacializar, aterrizar, amerizar, alunizar, venusizar, tender posteriormente conexiones galácticas e interplanetarias atravesando los años luz, serán alternativas multiopcionales. Habrá lugares para tener ganas, para no merecer los trabajos del día y de la noche, para alargar la vida y corregir la improvisación, para olvidar el olvido, para disolver el estupor del por qué y para qué y tantos otros lugares como nuestra inagotable imaginación amplifique y conciba.

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