Daniel Levy* (Primera Parte)

Por LUIS RAÚL CALVO y
NORA PATRICIA NARDO

El docente juega un papel fundamental en la construcción y estructuración del conocimiento. El lugar que le cabe en esta nueva era es la de motivar, guiar, orientar en la búsqueda de la información y dar las herramientas necesarias para caracterizar los datos que habitan en la red

G.A.: ¿Cómo influye esta nueva era digital  en  la constitución subjetiva de nuestros niños y adolescentes?
D.L. Cuando hablamos de subjetividad, como concepto, debemos remitirnos a un contexto socio histórico. Al hablar de subjetividad estamos incluyendo la producción cultural que esa época genera. La subjetividad, para decirlo en términos sencillos, sería un modo de tramitar en forma personal la cultura. A su vez la cultura se enriquecer con los aportes singulares. La subjetividad sería cultura singularizada y la cultura sería subjetividad.
En ese sentido la época está atravesada por lo que denominamos nuevas tecnologías, con todos los desarrollos digitales, que han influido en casi todos los aspectos de nuestras vidas. Modificando hábitos de trabajo, de recreación, de comunicación, de información y modos de comercialización.
Al entender a la subjetividad como un entramado entre lo singular y lo colectivo, sin lugar a dudas estos avances fueron moldeando un tipo de subjetividad vinculada a las TIC. Somos consientes que no todos los nacidos en esta época tienen el mismo acceso a estos bienes culturales, no todos los “nativos digitales”, como suele llamarse a estas generaciones, gozan de los mismos beneficios ni tienen las mismas destrezas y dominios, no obstante todos están influenciados por esta época.
Es llamativo y se verifica en los más chicos los manejos tecnológicos que rápidamente incorporan, el modo en que transfieren conocimientos de un entorno a otro, la manera en que utilizan “naturalmente” las tecnologías.
G.A.:¿Qué papel le cabe al docente con estos alumnos –nativos digitales- autosuficientes que manejan una lógica diferente con respecto al proceso de enseñanza y aprendizaje que se dan en nuestras aulas?
D.L. La educación se encuentra ante nuevos fenómenos que han ido modificando la manera de entender la enseñanza y el aprendizaje. Sin embargo no podemos hacer traslaciones mecánicas de un entorno a otro.
La lógica que se transita en las redes y en los entornos virtuales es muy distinta a la que se establece en las instituciones educativas.
Son varios los puntos de contacto y a la vez de diferenciación. Si bien es cierto que en la red se encuentra gran cantidad de información, no es lo mismo tener la información disponible que construir a partir de ella el conocimiento. Este último es un proceso que requiere de etapas y tiempos diferenciados.
El docente juega un papel fundamental en la construcción y estructuración del conocimiento. El lugar que le cabe en esta nueva era es la de motivar, guiar, orientar en la búsqueda de la información y dar las herramientas necesarias para caracterizar los datos que habitan en la red.
Si hay algo distintivo en el rol del docente es que debe descentrarse  del lugar monopólico del saber y la información. La red contiene mucha cantidad de información, pero acceder a ella no significa poder operar con los contenidos o los conocimientos. O diferenciar los datos “objetivos” de las opiniones o categorizar la información. Estas habilidades son recursos simbólicos que debe proveer la escuela, en ese sentido el docente es el animador  fundamental de ese proceso. Si vale la comparación, no alcanza con tener a mano una frondosa biblioteca sino de saber cómo manejarse con ella y encontrar lo que estamos necesitando.
Esa tarea, a mi gusto es la que debe desempeñar el docente, una tarea activa en la coordinación de actividades y herramientas que permita la discriminación de la información como primer paso a la construcción de un conocimiento.
Otra de las tareas que le adjudico a los docentes es que valiéndonos de procesos de construcción del conocimiento en forma colectiva construyan verdaderas comunidades de trabajo colaborativo. Los jóvenes en el uso de las redes están familiarizados con la construcción de saberes en forma colectiva, de la búsqueda de información en redes horizontales, comparten y articulan sus experiencias en la red proveyendo de datos a la comunidad con la que operan. Esto se vislumbra en los foros temáticos, en los intercambios en las redes sociales, en la construcción de espacios comunes de trabajo (las wiki, los software abierto, etc.), partiendo de estas habilidades el docente puede desplegar formas colectivas de producción.
El aula sigue siendo un espacio social privilegiado en la formación de niños y adolescentes, generar las condiciones de un trabajo cooperativo y colaborativo es, a mi entender, una necesidad que la época facilita en la comunicación en red. Cabría diferenciar entonces, por un lado una concepción de aprendizaje basada en la producción colaborativa de la que cada participante se apropia y por otro la facilitación tecnológica que permite la conexión en red para que esta concepción se vea materializada.
G.A.: La velocidad y la simultaneidad en los que están inmersos nuestros adolescentes en el uso de pantallas e iconos, donde pasan rápidamente de una cosa a la otra, ¿hace que se pierda la profundidad y la reflexión acerca de cada uno de los temas que va pasando? Todo pareciera tornarse superficial.  ¿Es así?
D.L. Es difícil generalizar en este aspecto. Es cierto que lo que caracteriza a las nuevas tecnologías es su velocidad y su manejo icónico. También es cierto que los más jóvenes desarrollan habilidades que a nuestra mirada aparecen, la mayoría de las veces, desacreditadas. Un ejemplo es la multiplicidad de tareas que ejecutan simultáneamente. Nos parece imposible que manteniendo simultáneamente varios focos de atención esas tareas puedan implicar profundidad y lo asociamos a características de superficialidad y hasta de banalidad. Pero lo cierto es que pueden operar en diferentes frentes y pueden a su vez orientar sus recursos a aquellos que le resulten más complejos.
Un adolescente puede estar en su cuarto leyendo una materia para el colegio, con la computadora encendida y chateando, a la vez que escuchando música y mandando mensajes por su celular. La primera impresión de un observador adulto es que no puede estar haciendo “bien” todas estas tareas, sin embargo se verifica que su posibilidad de atención está repartida y puede pasar de una tarea a otra en forma simultánea sin abandonar la anterior. Cuando alguna de las  tareas requiere mayor concentración se aplica a ella y luego vuelve sobre otra. El manejo de su atención nos sorprende ya que nos es difícil vivenciarlo del mismo modo. Pero la realidad es que la economía de recursos está distribuida según la necesidad de la tarea. En ese sentido no es superficialidad lo que destacaría, sino simultaneidad. Según qué ocupe su interés, mayor será la dedicación y la profundidad. El parámetro que los adultos utilizamos al juzgar esta actitud es que no se puede hacer mas de una cosa por vez bien o profundamente. Pero verificamos que no siempre es así. Por ejemplo, un alumno en clase escucha una explicación y a la vez está atento en lo que sucede en el aula con sus compañeros y en la comunicación que le entró en el celular. Al ser interrogado acerca de lo que se estaba explicando, para nuestra sorpresa, puede dar cuenta de ese contenido y de los otros focos de atención. Ahora bien si alguna de estas tres tareas simultáneas requiere mayor concentración la aplica manteniendo las otras en un segundo plano. La  mayor capacidad es la de poder entrar y salir de una tarea retomando lo que se estaba haciendo, sin perder el hilo de lo que se estaba ejecutando, es de este modo como entiendo la simultaneidad. La profundidad estará en relación a su grado de interés y no necesariamente vinculada a estas habilidades.

*Daniel Levy: Lic. en Psicología (UBA), Magíster en Psicología Cognitiva y Aprendizaje por (UAM), se desempeña como codirector de Punto Seguido. Espacio de Intercambio, Formación en Salud y Educación. Trabaja como Psicólogo Institucional en Escuelas Medias de la CABA y de la Pcia. de Buenos Aires y como asesor de instituciones públicas y privadas en educación.
Investiga y desarrolla trabajos en el  área de educación y nuevas tecnologías. Autor de diferentes artículos y cursos sobre el tema. Coautor del libro “Entre Adolescentes y Adultos en la Escuela” Ediciones Paidós (2013)

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