JACOBO FIJMAN

“Fui un desaparecido, el más ausente: el juntador de formas”

Por Adrián Gale

El 25 de enero de 1898 nace en Besarabia, Rusia, Jacobo Fijman. Llega a la Argentina, estudia violín, filosofía, astronomía, matemáticas, etc. En el año 1921 es detenido arbitrariamente y enviado al Hospicio de las Mercedes durante seis meses:
“De mal en peor / tildaron mi locura; / merma mi audacia, / enflaquecen mis manos dadivosas/ como las mulas viejas.
Se contacta con el grupo Martín Fierro y en el año 1926 escribe su primer libro MOLINO ROJO. Es éste uno de los libros más importantes de la poesía argentina. Inaugura con él “el camino más alto y más desierto”. Camino dantesco en el cual, a diferencia de la Divina Comedia, nunca sale de un círculo infernal para acceder, purgatorio mediante, al cielo; sino que transita un sendero plagado de infiernos, celestiales miradas, músicas ejecutadas por él mismo con su violín o dibujos que él regala a sus amigos mientras habita en el hospital neuropsquiátrico.
En éste, su primer libro, están presentes las palabras que nunca lo abandonan: palomas, silencios, angustias. Otras, en cambio, sí son exclusivas de MOLINO ROJO: las risas rojas, la isla roja, la más roja lujuria, la más roja alegría, la más roja esperanza, con sus gritos rojos.
En el año 1928 viaja a Europa con Oliverio Girondo, y se contacta con los poetas surrealistas.
Se convierte a la religión católica.
En su ruta no lo acosan las tentaciones del ángel caído. Convive con sus demonios, con sus angustias, con sus sarcasmos. A pesar de ellos avizora la salvación:
“Sálvate, mundo mío; / Desatando infinitos. / Apaga tus fríos / Y enciende tus arenas / En la primavera / Y en el sol.”
Parte desde la estación donde auroras y ocasos violetas son el alma inefable hacia la meta de acceso a la fe. Con la fe de Job observa a un Dios temible, propio del Antiguo Testamento:
“Se acerca Dios en pilchas de loquero; / y ahorca mi gañote / con sus manos sarmentosas; / y mi canto se enrosca en el desierto.//
Nunca deja de soñar a pesar de que sus pasos horadan las huellas de la vigilia:
“Mi sueño es un aroma / gris y ya viejo de sí mismo. / ¡Ah, cómo son de tristes las madureces!”.
“… Perpetuo insomnio / mis pasos olfatean como perros / un lobo imaginario / guardando los apriscos.”

Su canto está sostenido por la fragmentación de la voz del tiempo que está presente en el viento:
“El silencio le ha puesto al viento / un candado de horas.” //
…”En las piedras / quiere tallarse el viento.”//

En el año 1929 edita su segundo libro: HECHO DE ESTAMPAS. En él se suman otros signos sagrados: vino de paz, ángeles, estrellas. Es un libro de catorce poemas y una “Canción de cuna que no ha agradado a nadie”. Cada poema palpita la sensación del poeta; su cuerpo es el que da testimonio, el que sufre, el que reza, el que canta su devoción.
Poema I, última estrofa:
“Encerrada en mis pasos sigue la noche obscura”./
Poema V, última estrofa:
“Jamás podré seguir./ Yo me veo colgado como un cristo amarillo sobre / los vidrios pálidos del mundo.”//
Poema VI, última estrofa:
“Estamos en el mundo con los ojos en la noche. / Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.”/
Poema VII, última estrofa:
“Entre todos los soles ya se me canta aceite de júbilos. / Siento en mis manos venir la luz entera de la mañana.”//
Poema XI, última estrofa:
“Rodaba mi acento de mar desgarrado sobre siete / caminos de nieve.”//
En el año 1930 intenta ordenarse como sacerdote pero no lo aceptan. Al año siguiente da clases de francés, pero su concepción sobre la docencia no es la misma que impone el sistema.
Publica ESTRELLA DE LA MAÑANA. En éste, su último libro editado, accede a un estado angelical, “canoniza” sus palabras; reitera el amor, la desnudez, el misterio, la paz.
Canta a modo de oración:
“Alma mía, somos en Dios desnudez ordenada”.
En sus poemas ya no se arrodilla ante el Cristo rojo de su primer libro sino que lo hace ante un Cristo que es sol y luna; luz y oscuridad. Todas las criaturas del mundo pertenecen a “su mundo”. Por eso el ritmo de los poemas convive con un coloquio entre su espíritu y el espíritu de las cosas que lo rodean, que son las mismas. La palabra del poeta es omnipresente:
“Tu alma canta, mi alma reza./ Salta tu canto, vuela mi rezo en Cristo unidos, / en la fragancia preciosa de los ángeles de la / muerte”.
Aparece en este libro uno de los pocos símbolos demoníacos externos a sus propios demonios. La “manzana” como sinónimo de un Satán que no logra seducir al héroe sino que es calificado como la muerte:
“la manzana es la muerte, /… Caían las manzanas de muerte en muerte sobre el / todo y la nada de la vida”.
Fijman es el anti- Lautréamont a pesar de que el conde de los Cantos de Maldoror es apreciado por Fijman en poesías posteriores a este libro y que Zito Lema publica en un artículo dedicado a su obra en la revista Crisis Nº 11.
En los poemas finales de ESTRELLA DE LA MAÑANA el peregrino accede al territorio lumínico. Es un cristiano que muestra sus llagas, sus clavos, su esperanza. La manzana, símbolo negativo, se recrea en un plano de perfección:
“Canta la voz entera, y el ojo enamorado mira la / perfección de las manzanas; / mira la perfección de las palomas donde se igualan / bosques y cielos, palomas y manzanas.”
En el año 1942 es internado en el Hospicio de las Mercedes (hoy Hospital Borda).
Veintiocho años vive encerrado hasta que muere de un paro cardíaco el 1º de diciembre de 1970.

POEMAS DE JACOBO FIJMAN QUE NO FUERON PUBLICADOS EN LIBRO

Algunos de estos poemas fueron publicados en algunas revistas después de su desaparición.

 

Retrato de doctor

Este aquí, seráfico leyente,
Trae la flor perfecta
Recibida en ejemplo de ser a ser,
Da simples y compuestos,
Y día temporal,
Unidos por el uno que nunca fue movido,
Por aquél que depura la imperfección perfecta.
Este aquí, seráfico leyente,
Lleve la perfectísima, la perfección perfecta
Del color y la lumbre, del amor y la estrella.

 

Seráfica cosmogonía

Los bosques se ocultaron en el magno desierto;
El cuerpo omnipotente de una niña de tierra
Trae el fuego del mundo
Y tú beata,
Creas lumbre beata
De número formal de toda cosa:
El número formal
Que numera el vestigio de la suprema esfera,
Idéntico, beato,
De ánima beata,
De serafín a mar.
Un cuerpo omnipotente de una niña de tierra
Trae el fuego del mundo.

 

Verso poliformo

En el nombre mayor
las ásperas colinas turbáronse en las cabras y las noches
y los valles profundos que nacen de los soles, alabaron los días,
que viven con el árbol de las gentes romanas.
En el nombre mayor,
voy buscando las cosas, sintiéndome en la tarde
de ciudades y llantos;
y los pasos en flor tocan impenetrable eternidad
de la belleza pura con belleza de mundo.

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