Inés Dussel (*)

“…Los docentes deben volver a sentir el deseo de transmitir”

Por Luis Raúl Calvo
y Nora Patrricia Nardo

 

 

Nosotros observamos que en general los docentes han actualizado sus saberes desde diferentes cursos de formación, pero a pesar de todos esos conocimientos aprendidos sufren una obturación en la práctica, sobre todo en el terreno de lo actitudinal que les impiden generar nuevas o diferentes estrategias frente a las dificultades que se les presentan en el aula.
Yo no hablaría solamente de las actitudes, con la diferenciación de los contenidos entre procedimentales, conceptuales, actitudinales, tengo algunas diferencias, y me parece que hay algo que por ahí subyace a todos estos contenidos o problemas y que tiene que ver con la relación con el saber.
Hay algo fundamental que es el vínculo con el conocimiento que tienen los docentes, y eso es lo que hay que tratar de trabajar. La cultura normalista, la cultura de las escuelas normales, la cultura fundadora de la escuela argentina, consideraba al saber como casi una verdad revelada, como algo que se podía transmitir yo diría casi mecánicamente en algún plano si uno tenía las recetas adecuadas. Por supuesto siempre hay muchas variedades y matices, hubo maestros buenos y diferentes, éstos lo son porque logran transmitir una pasión por el saber, más allá de que obviamente transmitan contenidos específicos y eso también me parece muy importante. Pero creo que lo mejor que nos pueden enseñar, es esto de estar apasionados por lo que saben y por lo que creen que ese saber puede darles, me parece que ese es un tema central.

Hay docentes que por ejemplo realizan un curso sobre la adolescencia de hoy, pero cuando se encuentran con ese adolescente establecen un vínculo distante, autoritario.
Ustedes dicen que hay diferencia entre esto que aprendemos y después con lo que hacemos con los chicos.
Creo que es cierto y creo en parte que tiene que ver con la forma en que aprendemos y con las cosas que aprendemos, creo que hay cambios que se pueden hacer en la formación docente que nos pueden preparar mejor para trabajar con los chicos de hoy. Volviendo a lo actitudinal también hay que hacer un cambio de valoración del sujeto que aprende, del adolescente, del niño, tenerle más confianza en que va a hacer algo bueno con aquello que le enseñamos. Igual creo que hay un problema de la sociedad en general y no solamente de los docentes, en eso yo sería muy cuidadosa. También hay que ver que lugar en esta sociedad se les está dando a los adolescentes, a los jóvenes. Hay una actitud en general paradójica, por un lado uno tiene los medios de comunicación para quienes lo único que vale es la cultura juvenil y hay que ser eternamente jóvenes, el único cuerpo lindo es el cuerpo joven, esbelto, casi anoréxico, pero por otro lado, tenemos en los lugares de trabajo, en las universidades, en las escuelas, muchas dificultades para darles un lugar a los jóvenes, para que hagan su experiencia. Creo que ahí la crisis tampoco ayuda, estamos jóvenes y viejos compitiendo por lugares en una sociedad donde hay pocos espacios, no sé si es tan así pero la sensación la tenemos todos, esto ayuda a que haya una actitud a veces gerontocrática.

¿De qué modo se podría revertir el tal mentado malestar docente y a qué causas se le puede atribuir?

Creo que hay varios malestares, hay un proceso generalizado en varios países, en España, en Estados Unidos, en esto de pensar que está pasando con los docentes que están descontentos con su trabajo, por ahí se le echa la culpa a la cultura burocrática de la escuela, a la estructura burocrática del sistema educativo, que no promueve iniciativas, más audacia, más aventura. Uno siempre está obligado a hacer lo mismo, la planificación con las miles presiones de arriba y las miles de presiones de abajo y a su vez estar con treinta chicos y también con una carrera laboral muy desgastante. Aquellos que dicen que los docentes tienen un trabajo muy fácil, que trabajan cuatro horas, ocho horas y después tienen tres meses de vacaciones. Hay que ponerse adelante de un grupo de treinta o cuarenta pibes, y después hablamos de cómo te queda la cabeza, el cuerpo.
Cómo se hace para enseñarle a cuarenta chicos al mismo tiempo, en un año, con pocas horas, respondiendo al mismo tiempo a cuarenta chicos. Es un trabajo muy difícil, muy exigente. El malestar se nota en que la gente está insatisfecha con su trabajo, en que no siente que su trabajo es valorado, en que no siente que puede crecer en lo suyo. Si vos te preocupás y tenés una Directora que lo reconoce te sentirás bien y si no lo reconoce te sentirás frustrado.
Ahora la escuela no promete más que te forma para el trabajo, que te garantiza una vida mejor, porque eso está afuera del alcance de la escuela. Hay que lidiar con esa frustración de ver que lo que uno puede aportar es un poco. Es un poco muy importante, yo creo que es muchísimo y hay que trabajar para que los docentes revaloricen que ese poco que aportan es una gran diferencia para la vida de los chicos.
De cualquier manera ni hablé pero creo que es obvio de las condiciones de trabajo de los docentes argentinos, no les pagan, les pagan poco, de que están bajo mucho escrutinio social, todo ello contribuye a un clima de malestar.
¿Cómo cambiarlo? Yo creo que hay que hacer cambios en las condiciones de trabajo, que hay que pagarles mejor, que hay que dar espacios para la formación, que hay que dar más apoyo institucional, que hay que hacer más trabajo directamente en las escuelas, tratando de ayudar a los docentes.

¿Cómo se reproduce hoy la violencia simbólica en las aulas?
Hay que ir por partes con la pregunta ¿ qué es lo que transmiten los docentes? Los docentes transmiten una porción de la cultura de la sociedad. Esa porción durante mucho tiempo por ejemplo, Sarmiento pensaba que era la porción “adecuada, válida, valiosa, civilizada”, la que nos iba a enseñar a leer y a escribir, enseñar los modales, la higiene, la moral, la historia, la idea nacional, todo esto era lo que había que transmitir a las nuevas generaciones para que fuera un país civilizado. Había un consenso muy fuerte que eso que se transmitía estaba bien. Alrededor de los años ‘60 sobretodo en Europa y Estados Unidos y acá también, empieza una crítica yo diría cultural, pensemos en el mayo del ´68, pero todo los ´60 son un movimiento de mucha movilización en el plano de la cultura, de las costumbres. Existe una discusión acerca de sí será cierto de que lo qué se enseña está bien, si es legítimo, no será que nos están transmitiendo la cultura de ciertos sectores sociales, haciéndola pasar como la cultura universal. En esto también tiene mucho que ver la cuestión del colonialismo y de las luchas anticoloniales y todos los movimientos en Asia y en África después de la Segunda Guerra Mundial. Esta cultura occidental supuestamente tan humanista, tan universal, en el fondo fue terriblemente genocida, obviamente también está la influencia de lo que pasa después del holocausto y cómo se procesa el holocausto socialmente, políticamente, culturalmente, ¿qué habrá en esa cultura que hizo posible que pasara el colonialismo, que pasara el holocausto? Entonces en ese marco aparece Bourdieu y Passeron diciendo que en el fondo la escuela transmite una porción de cultura seleccionada arbitrariamente, no es neutral, está para mantener la desigualdad social.
Esto lo decían en los ‘60 y esto es lo que sigue siendo válido hoy, sigue pasando hoy. Aunque hagamos los contenidos más democráticos del mundo, más lindos del mundo, más actualizados del mundo, vamos a seguir haciendo una selección determinada de la cultura y vamos a seguir imponiendo un arbitrario cultural, esto me parece que no es ni malo, ni bueno, es así. En todo caso hay que tratar que ese arbitrario cultural sea lo más democrático posible, que realmente represente a más sectores y que realmente impulse una relación más pluralista con el saber, con los contenidos, que no diga solamente que la cultura que vale es la cultura blanca; en el caso de la Argentina, es la cultura porteña y criolla, construida a fines del siglo XIX y principios del XX, de ahí todo lo que está por afuera no vale, entonces no valen los inmigrantes recientes, no valen los inmigrantes más viejos, no valen los indígenas, no valen los morochos, no valen más que está imagen ideal.
Ustedes dirían ¿qué violencia se ejerce hoy….?
Yo creo que en algún punto se ejerce la misma violencia de siempre, quizás hay más conciencia de que esto que se transmite es una selección arbitraria, en ese sentido quizás estemos un poquito mejor que antes.
Ustedes también querían hacer referencia a lo que pasa hoy con la exclusión social.
Es preocupante que suceda, creo que Daniel Filmus decía en la Ciudad de Buenos Aires, hay que reponer el espanto sobre los índices de deserción escolar, del fracaso; creo que uno de cada tres chicos en la escuela secundaria no termina la escuela secundaria y nadie se espanta. Yo creo que habría que trabajar mucho en cómo se piensa el vínculo pedagógico, cómo se piensa al alumno, cómo se piensa a los otros, cómo se piensa la identidad propia de los argentinos, la identidad nacional.

Vos hablás de pactos de silencio que aparecen comúnmente en las escuelas, las alianzas entre los actores institucionales, cultura intramuros, poco permeables ¿ de qué manera se podría desbloquear este tipo de cultura?
Yo creo que extendiendo redes en varias direcciones hacia arriba, hacia abajo, hacia el costado. Hay que pensar la relación con el afuera, con los padres, con la sociedad, con las organizaciones de la zona. Quizás, esta movilización popular que vivimos los argentinos estos últimos meses, ayude a tenerles más confianza a las organizaciones que están allí en el afuera, a la gente que está en el afuera, no necesariamente organizada. Tenerle más confianza a los padres que pueden aportar cosas interesantes y no solamente críticas, no sentirse amenazados por la crítica, estar más seguro uno y también hacerles un lugar.
Me parece que muchos maestros o muchos directores rápidamente cierran la posibilidad a la crítica, porque toda crítica es una amenaza. Creo que hay que construir una cultura de trabajo, uno aprende con la crítica, aprende con el error. También creo que hay que cambiar el sistema de regulación en el trabajo docente, en el trabajo de las escuelas, tiene que ser menos de arriba hacia abajo y tiene que ayudar más a estos intercambios con otras instituciones no solamente educativas.

En estos tiempos de lucha también está cuestionada la autoridad pedagógica, el docente deberá replantearse sobre el sentido de la autoridad…..
Creo que hay que volver a autorizar el saber que tenemos como docentes, el saber que transmitimos, afirmar la autoridad no como un gesto autoritario de “yo te enseño porqué sí, porque soy adulto”. Pero creo que el punto en el caso de los docentes es volver a sentir un saber importante de transmitir, un deseo de transmitir.

 
* Inés Dussel Investigadora y docente de la UBA y de FLACSO Argentina. Autora de libros entre ellos De Sarmiento a los Simpsons ( en coautoría con Marcelo Caruso). Currículo, humanismo y democracia en la enseñanza media (CBC-UBA/FLACSO) y Haciendo memoria en el país del Nunca Más, así como de numerosos artículos sobre teorías pedagógicas e historia de la educación.

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