Entrevista a la Lic. Myriam Feldfeber*

(Segunda Parte)

Por Nora Patricia Nardo

 


“Hay una pérdida de confianza en la autoridad del docente, pero también una pérdida de confianza de los docentes y de la sociedad hacia los niños y jóvenes que se escolarizan…”

G.A.: En las aulas de nuestras escuelas públicas conviven chicos en situación de extrema pobreza, con diferentes culturas y en muchas de nuestras aulas  faltan docentes para atender a todos los chicos…
M.F.: La escuela pública sigue atendiendo a la mayor parte de la población, en la Ciudad de Buenos Aires la educación pública y privada del nivel inicial, primario y medio es prácticamente un 50 y un  50 por  ciento. Es la jurisdicción en la que tiene mayor expansión  la educación privada.
Es verdad también  que se fue instalando con fuerza a partir de estas redefiniciones del  sentido de lo público, que este es el  espacio para aquel que no puede pagar o comprar salud y educación en el mercado.
Creo que este es un punto central, y  hay que  ver como se lo  logra revertir. De hecho, en estos días está circulando  en un mail la idea acerca de que se  obligará, a través de alguna normativa,  a los funcionarios que ocupasen  cargos públicos a enviar a sus hijos a la escuela pública.
En realidad uno trabaja para un espacio público del cual descree, hablo de uno y en plural porque creo que todos participamos de esta dinámica donde cuando podemos habitamos otros espacios que no sea el espacio público que habita la mayoría de los ciudadanos, lo que pasa es que un alto porcentaje de los ciudadanos viven en condición de pobreza y  están presentes en estas instituciones.
Creo que el cruce no es sólo un tema de lo  público o de lo privado,  sino que también  tiene que ver  el origen socioeconómico de la población atendida. Hay instituciones públicas de diversos tipos, como los colegios universitarios entre ellos el   “Carlos Pellegrini”.

G.A.: ¿Existen  políticas educativas que se llevan a cabo teniendo en cuenta los hechos de violencia que se evidencian  en las escuelas…?
M.F.: En general en la Argentina  en todos los temas siempre se reacciona luego de que los hechos suceden. En el caso de la violencia escolar, después del suceso de Carmen de Patagones, se creó un Observatorio sobre la Violencia Escolar. Pero creo que la óptica debería ser poder trabajar desde la convivencia en la escuela. Donde la violencia entre dentro de esta lógica, pues  es diferente si yo la  pienso   desde como la ataco, a si yo la pienso desde un modelo de convivencia democrático en la escuela, y  a partir del mismo se trabajan   los hechos de violencia.
Por un lado también hay que entender que la violencia es social,  no es escolar, y que esta  violencia social se manifiesta en el interior de la escuela. Los niveles de agresión, de inseguridad que atraviesan a la sociedad en su conjunto también forman parte de la escuela, que es una institución de la sociedad.
Durante muchos años se creyó que la escuela era como un muro impenetrable, al cual estos problemas sociales no ingresaban. Es más,  algunos docentes, sobre todo los que trabajan en zonas que atienden población en condición de pobreza,  plantean que  sienten que hay una ruptura en ciertas cosas. Por ejemplo antes los delincuentes no podían robar a personas del barrio, etc.,  jamás iban a tocar a la escuela, ni a los docentes de la escuela. Era como un lugar sagrado, ahora  estos docentes manifiestan que este círculo de protección se rompió.  Hay un quiebre primero por una violencia social, pero  también  porque entró en crisis el modelo de autoridad. La escuela se basa en un modelo de autoridad y hay una crisis social en relación al lugar de la autoridad y la escuela no es ajena a esto. Por otro lado la escuela como institución social fue pensada,  fue organizada,  con un formato que hoy entra en crisis y no puede dar respuesta a las necesidades de hoy.
Sobre todo la escuela media que  se crea para excluir, para integrar sólo a algunos y no a todos. Hoy  la Ley de Educación Nacional dice que la escuela media es obligatoria para todos,  pero seguimos teniendo  un formato de  escuela que surgió al servicio de la diferenciación, no de  la integración para todos.   Obviamente que hay cuestiones que tienen que ver con este formato escolar, que tiene que ver según  algunos autores con  la gramática escolar, con la preparación de los docentes y su formación continua, con las condiciones de trabajo, con las demandas que la propia sociedad le formula a la escuela. Estas demandas muchas veces son excesivas acerca de lo que la escuela puede hacer, porque cualquier problema que surge,  se le pide a la escuela o  a los docentes que den respuesta.
Este año leí un artículo en el diario Crítica, de Caparrós, él comenta  que se critica a los docentes porque hacen paro, pero que los mismos comunicadores sociales que  critican jamás aceptarían ni siquiera sentarse a conversar para trabajar por ese sueldo. Entonces acá hay algo que está mal y que hay que repensarlo, que es de fondo estructural. Las mejoras en  las condiciones laborales, en la discusión de paritarias docentes son avances, pero  no han logrado revertir la situación crítica de fondo.

G.A.: En estos tiempos existe también un quiebre en los vínculos de confianza entre los docentes y los alumnos, y sí se logra dicha confianza hay que ir renovándola todos los días…
M.F.: Me parece interesante este tema de la confianza, hay una pérdida de confianza en la autoridad del docente, pero también una pérdida de confianza de los docentes y de la sociedad hacia los niños y jóvenes que se escolarizan y eso también es un punto central. Porque también  es importante ver como vivo yo al joven que viene a la escuela, ¿lo vivo como una amenaza?, ¿como un futuro delincuente? ¿que es mejor que esté en la escuela y no en la calle? o lo vivo como un sujeto de derecho, que tiene posibilidades  que se le abran puertas a otro futuro, a una buena formación para que pueda desarrollar todas sus potencialidades.
Y si considero a la escuela como un espacio para interactuar con otros, con docentes que pueden trasmitirle y brindarle saberes que el alumno no tiene y habilitarle otros saberes y construir otras cosas en conjunto. Hay mucha estigmatización de los alumnos que llegan en condición de pobreza, pero también de todos los niños y los jóvenes. Existe un desconocimiento de las culturas juveniles, y solamente se las lee en términos de violencia o de jóvenes que no tienen proyecto de futuro, que están centrados en el hedonismo.
Obviamente que hay una crisis acerca de la idea de futuro,  hay jóvenes que se han formado en familias cuyos padres no han tenido trabajo y  no visualizan una posibilidad de futuro, de crecimiento, de ascenso social como la que visualizábamos  nosotros a través de la escuela.
Es muy difícil también trabajar sobre la idea de futuro  con aquellos a quienes la sociedad  les está cerrando las puertas.

G.A.: Me parece importante el lugar y la mirada que tengas con respecto a los pibes, en realidad creo que te responden de acuerdo a lo que ellos perciben acerca de cómo los  tenés en cuenta…
M.F.:En una investigación de Martuccelli, el libro se llama Sociología de la Experiencia Escolar, hecho en Francia, una de las cosas que muestra cuando analiza el universo juvenil, es que los jóvenes reconocen y pueden construir con aquellos docentes que los miran a la cara, que los reconocen como personas, que no desvalorizan su lugar de origen, su grupo de pertenencia, sus amigos, su barrio. Este deseo de autenticidad y de ser reconocido  aparece con mucha fuerza.

G.A.: ¿Cómo pensás que se pueden recuperar estos espacios de ciudadanía,  de libertad y de manifestación de lo diverso?
M.F.:La escuela argentina es una escuela homogeneizadora más que igualadora porque detrás de la idea de  igualdad lo que había era una idea de homogenizar. Homogenizamos a todos en torno a los valores comunes, símbolos comunes, esto tuvo que ver con la formación del Estado Nación, del ciudadano, para  que se reconociese como igual frente a los otros, pero  la igualdad implicaba lo contrario,  desconocimiento de la diferencia.
Hoy se plantea la necesidad del reconocimiento de la diversidad, el respeto por el otro. Nancy Fraser plantea que los dilemas de la justicia contemporánea tienen que ver en poder articular dos cosas Redistribución y Reconocimiento. Redistribución que se vincula con la idea de igualdad y de redistribuir los bienes de la sociedad. Reconocimiento tiene que ver con reconocer al otro desde su especificidad de la diferencia. En general el problema en nuestro país es que en nombre de la diferencia se está ocultando muchas veces la idea de la desigualdad. Una  cosa es el respeto por la diferencia y otra  cosa es la legitimación de la desigualdad. La escuela muchas veces cabalga en esta tensión que implica reconocer  lo diferente o  lo que implica legitimar una desigualdad  como punto de partida y como punto de llegada. Entonces uno de los dilemas de la escuela actual es tratar de no plantear como términos antinómicos,  esta tensión entre libertad e  igualdad.  Si garantizo la igualdad de los derechos, cerceno la libertad y cerceno el respeto por la diferencia por el otro y  por otro lado la función de la escuela no es enseñar a todos a vivir solamente a partir de sus diferencias, sino enseñar a todos a vivir en común a partir del respeto por esa diferencia.
Esta idea la trabaja mucho Bolivar en la  Escuela Pública y la educación para la ciudadanía: retos actuales, cómo poder construir ciudadanía a partir de algo que nos unifique,  desde lo común que no es lo homogéneo y que no es dejar de lado el respeto por las diferencias. Pero tanto la escuela como la sociedad estamos muy alejados acerca del cómo se articulan estas cuestiones. Es un problema general que se reedita con la cuestión económica a nivel mundial.
Todo el mundo está planteando como se salva al capitalismo de sus crisis en términos de capital financiero, nadie se escandalizó porque hay millones de personas que cotidianamente mueren de hambre, mueren de enfermedades evitables. No hay reuniones  donde se esté discutiendo esto, cómo lograr que en un país que produce alimentos nadie se muera de hambre, que no haya gente que pida comida. Es  un tema de redistribución.

G.A.: Myriam quisieras agregar algo…
M.F.: Simplemente señalar que me parece importante como ustedes pueden articular la educación en un espacio de formación, de trabajo, de discusión, con las letras, con las artes y pensar que la educación no sólo es  una dimensión que está ahí en la sociedad sino que forma  parte de un proyecto social, cultural, político más amplio,  por lo que me parece muy interesante el proyecto que están llevando adelante.

 

*MYRIAM FELDFEBER Es Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires. Master en Ciencias Sociales con orientación en Educación de la FLACSO. Doctoranda en la Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, y de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Investigadora del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, UBA, y directora de proyectos de Investigación UBACyT. Investigadora principal en el Laboratorio de Políticas Públicas. Autora y compiladora de Los sentidos de lo público. Reflexiones desde el campo educativo (Novedades Educativas, 2003) y autora de OMC, ALCA y educación. Una discusión sobre ciudadanía, derechos y mercado en el cambio de siglo (en co-autoría con Fernanda Saforcada, CCC, 2005), así como de diversos artículos y capítulos de libro sobre política educacional y sociología de la educación en publicaciones nacionales e internacionales.

 

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