La Llave de la Caverna

Sección de poesía “Antonio Aliberti”

Baldomero Fernández Moreno (1886-1950)

En el año 1972 Eudeba  publicó el libro “Las Cien Mejores Poesías de Fernández Moreno”(Baldomero). La selección y prólogo estuvo a cargo de César Fernández Moreno.
“Generación Abierta” agradece a Clara Fernández Moreno la cesión de este valioso material, del cual se eligieron los siguientes poemas para ser publicados en esta sección.
aga.

ALBA

Embadurna de luz el alba mi postigo,
y a perfilarse empiezan mis pobres muebles viejos…
Los primeros en despertar son los espejos.
Pende la luz eléctrica del techo, como un higo.

Tienen mis pobres muebles un manso despertar,
sobre todo el lavabo… Acoge a la mañana
como deshecho en blancas risas de porcelana.
Que buena pro le haga. Yo prefiero roncar.

A estas horas las gentes que tienen ambiciones
salen apresuradas a sus ocupaciones.
Yo me doy media vuelta y en la almohada me hundo.
Le vuelvo las espaldas a la Aurora y al mundo.

 

REPOSO

Mujer: estabas impaciente, ganas
tenías de dejarme con el libro
que te leía en alta voz. El peine,
de tu noble cabeza en lo más alto,
solo se iba hacia atrás por tus cabellos
y en tu mano derecha las tenazas
abrías y cerrabas casi rojas.

Eras otra mujer cuando volviste:
el óvalo del rostro más perfecto
grave la boca, límpidos los ojos
y el negro pelo, que momentos antes
abundante raudal era rebelde,
ceñíase mimoso a tu cabeza
como una fuerza al fin disciplinada.

Te sentaste a mi lado y, ya tranquila
con los brazos cruzados sobre el pecho,
tal sensación me diste de reposo
que mi casa juzgué por cosa eterna.

 

ENERGIA DE UNA DE LA MAÑANA

Yo conozco muy bien esta energía.
Sé como viene y sé cómo se marcha.

La taza de café,
la cerveza alemana,
el arpa de oro
que tañe esa mujer de viva plata.

Yo conozco muy bien esta energía
de una de la mañana.

Dentro de unos instantes
no habrá nada.

Se va como el aroma
del fondo de la taza,
se deshace lo mismo
que una burbuja de cerveza vana,
se pierde como nota
postrimera de arpa,
se desvanece como en la profunda noche
la cola del vestido de la mujer de plata.

 

CENA

Tranquilamente la comida observo:
son cuatro hombres y una mujer vieja.
Ellos están caídos sobre el plato,
comen con rapidez y silenciosos.
Con cada cucharada me parece
que se tragan también un pensamiento.
Y en camisa los cuatro, recogidas
las mangas hasta el codo, y en la espalda
las equis negras de los tiradores.
Ella atiende a los cuatro como puede,
Solícita, nerviosa, hasta con miedo.
Se ve que con el último bocado
se han de ir a dormir sin más palabras.
La única alegría de la mesa
es un sifón azul que está en el medio.

 

NO HAY NADA

No hay nada comparable a este momento
matinal, indeciso, solitario,
en que tu propia sábana es sudario,
borda tu lecho al agua y firmamento.

Sólo falta la bala, sólo el lento
empujón hacia el mar único y vario,
e irse al fondo del eterno acuario,
por un sendero vertical de viento.

Y mientras vuela el barco tras su puerto
entre espumas y nubes de colores,
permanecer en los abismos, muerto.

No más correr tras ilusorias flores,
sino aspirar las de un coral abierto,
candelabro de rojos resplandores.

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