Aznavour-Piaf

Por PACO PEPE DIAZ ALEJO
(Especial desde  España)

 

Que vivons-nous, pourquoi vivons-nous
Quelle est la raison d’être
Tu es vivant aujourd’hui, tu seras mort demain
Et encore plus après demain  (1)

 

Cuando el 9 de marzo de 2017 (gracias a la invitación de la poeta Beatriz Minichillo) estuve en el  Teatro Gran Rex de la calle Corrientes – de Buenos Aires- en el concierto de Charles Aznavour,  no cesé de recordar que en 1953 había estado enfrente en un concierto de otra voz grande de  la canción francesa. En el cine-teatro Ópera se sucedían los “bravo”, mientras una figura pequeñita vestida de negro llenaba el espacio de aquella sala coronada por un cielo de estrellas y nubes que se movían. Era febrero de 1963. Otra latitud, otro clima: pleno invierno en la sala Bobino de París. Había cumplido cuarenta y siete años y dos meses. Su marido, Théophanis Lamboukas de apenas 27 años la precedía en el concierto. Los que vivimos aquellos años, recordamos qué significó Edith Giovanna Gassion (Edith Piaf) en la canción francesa. Hija de un trapecista, su madre dio a luz en la calle, una calle de París, a las tres de la madrugada del 19 de diciembre de 1915 (pleno invierno). Con apenas dos meses quedó al cuidado de su abuela paterna en la “maison close” (2) regentada por ella en Bernay (Normandie). En aquella casa era convidada a compartir el vino tinto. Así, con siete años Edith quedó temporalmente ciega víctima de una queratitis aguda. Decidieron llevarla en peregrinación a Lisieux. Ante la tumba de Santa Teresita se produjo el milagro. Después de haber frotado la frente de la niña con la tierra, las “filles de joie”  (3)  rezaron durante horas implorando alguna mejoría. Y cuatro días después Edith recuperaba la vista.  Cantando en la calle mientras su padre hacía acrobacia, conoció a “p’tit Louis” (Louis Dupont) y quedó embarazada con 17 años. Su hijita Marcelle falleció a los dos años víctima de una meningitis. En 1935 cantando en una esquina cerca de la Avenue des Champs Elysées un hombre se le acerca y le deja un billete de 10 francos y un papel con la dirección del Cabaret Le Gerny que él (Louis Leplée) dirigía con la invitación para que fuese a cantar allí. Firma entonces su primer contrato como cantante. Pocos meses después, en diciembre de 1936 Louis Leplée, con 53 años, es asesinado en su domicilio de la Avenue de la Grande Armée. A su vez Edith comienza a ser reconocida y firma su primer contrato  de grabación de un disco (“Les Mômes de la cloche”  (4) )  y actúa por primera vez en un teatro (Teatro ABC de París).

Continúa cantando y en 1940 actúa en el Teatro Bobino interpretando junto a Paul Meurisse “Le Bel indiférent” que Jean Cocteau escribió especialmente para ella.

 

Le droit d’aimer  (5)

Y como escribió Robert Nyel en su poema Edith ejerció su derecho de amar, de amar a Theo Sarapo, a Georges Moustaki, a Marcel Cerdan, a Yves Montand, a Charles Aznavour, a Paul Meurisse y “al hombre en cuyos brazos cae empujada por la multitud en aquella ciudad que está celebrando sus fiestas, y en quien ella descubre al amor de su vida, cuando inesperadamente la muchedumbre les separa y nunca más vuelven a encontrarse”( palabras escritas por Michel Rivgauche para la música que escribiera en 1936 el argentino Ángel Cabral para el vals peruano “Que nadie sepa mi sufrir”). Es entonces que implora (a través de las palabras de Michel Vaucaire)

“Mon Dieu, mon Dieu,
“Mon Dieu! Laissez le moi
“Encore un peu, mon amoureux…

 

“Un jour, deux jours,
“Huit jours ! Laissez-le moi
“Encore un peu à moi !   (6)

Y así Edith Piaf va iluminando su vida y la vida de los demás.

 

Les deux guitarres   (7)

Si el 9 de marzo pude escuchar a Charles Aznavour,  mes y medio antes también tuve ese privilegio en Madrid. Pero fue en Buenos Aires donde dijo:

“Cuando empecé a cantar, los críticos opinaron que mi voz no era buena y que como compositor y autor mi obra no gustaría. Han pasado setenta años y todos esos críticos han muerto. Yo, con mis 93 años sigo cantando y ustedes aplaudiéndome”.

Me pregunto si cuando hace cuarenta años encarnó en la pantalla a Sigmund Markus, sintió un paralelismo con Oskar Matzerath, el protagonista de “Die Blechtrommel” (El tambor de hojalata) que descubre que su voz puede alcanzar unos tonos capaces de que nadie más intente atreverse a quitarle ese tambor que es su modo de expresión y que da sentido a su vida.

Cigalon se llamaba al niño que con siete años entraba en la compañía infantil de actores de Prior (tenía funciones diversas, iba a hacer mandados o recados, actuaba, cantaba). En su familia armenia se cantaba o se actuaba. El padre de Charles, Misha Aznavourian fue un barítono célebre, su tío Yéramian tenía  un teatro  con su nombre. Su madre interpretaba papeles de sirvientita graciosa, y su tía de la que se dejaba querer. En 1927, con tres años de edad, en la sala Cadet de Paris, durante un acto de la colectividad armenia de Paris, el pequeño Charles recitó poemas que había oído a sus mayores. El círculo familiar se distendió, y suspirando aliviados dijeron: “Bendito sea Dios. No será galopín de cocina!”.

Charles se sentía actor cuando a sus 7 años se presentó para un examen de actuación bajo la  forma de lectura de una carta en estos términos: “Querido niño Caucasiano…”

Más tarde, con 10 años intervino con Pierre Fresnay en un drama de Eduardo Bourdet encarnando nada menos que a Enrique IV niño. 

El niño había ascendido mucho para interpretar obras infantiles, pero no lo suficiente para actuar en teatro de adultos.

Conoció el período deprimente de escuchar “Ah, pero! usted es muy mayor!” y “Oh, pero! usted es tal vez un poco pequeño!”

Cómico sin empleo, ingresó en una Escuela del Music Hall.  Con un pianista del lugar se puso a hacer canciones, lo que convenía a su pesado corazón y a su ligero bolsillo. Y así comenzó el dúo “Roche y Aznavour” que forma en América en tiempos de la posguerra y de las vacas flacas.

La llegada de los dos muchachos a New York, desembarcados allí por una cabezonada de Charles y una palabra de Piaf “Cuando se quiere ir a América, pues se vá allá!”. Sería un buen tema de comedia americana. Al cabaret “Le Faisan Doré” Charles volvió solo, separado de Pierre Roche, al cabo de dos años. En ese momento y durante ocho años fue administrador-chófer, encargado de llevar las valijas, ayudante, electricista de Edith Piaf.

…-Yo no me puedo hacer cargo además del electricista de Piaf! (decía un empresario de entonces).

 O aquel otro ante quien Charles se presentaba de la forma más desenvuelta posible (a pesar de que su estatura en aquel momento le acomplejaba) cruzando las piernas en el fondo de un sillón y que murmuraba viendo el enorme taco:

-Oh! Pobre muchacho. Tiene un pie contrahecho!

Y cuando Charles cruzaba la otra pierna:

-Oh!… los dos pies contrahechos.

Ante las dudas de tener un contrato, con el dinero que comienza a ganar con sus canciones, se contrata a si mismo. Se organiza con los compañeros, y comienza. En malas condiciones, pero comienza.

“La primer vez que no me silbaron… pasaba algo insólito, me escuchaban – asombrado abrí los ojos… Había adoptado la costumbre de cerrarlos y cantar, costase lo que costase. Eso pasó en Casablanca. A partir de entonces, una a una, fui ganándome todas las ciudades, alma por alma.

Si solamente tres personas en esta sala me escuchan esas tres serán diez cuando vuelva… y poco a poco las tendré!

Todas las ciudades, incluso Paris.

¡Qué lástima! le dijo una señora la noche de su presentación, esa noche, usted estaba afónico.

Ella, ella era sincera. Pero él ha sufrido muchos desprecios e injurias.

Siempre hay una parte de rabia en lo que yo hago…

Y esa rabia en el corazón, cuando un accidente automovilístico le deja K.O., él lucha contra su mala suerte, se reeduca contra toda espera. Le dijeron que a la vista de sus fracturas, no tocaría más el piano.

Diez años después tocaba durante horas en unos de los ocho pianos de su casa en Galluis.

El hecho de vivir en familia, para algunas personas es extravagante; pero lo que yo encuentro raro son las otras familias que no viven en perfecta armonía como nosotros.

Llevamos una vida tan tranquila y simple que estoy seguro si muchas personas entrasen en nuestro grupo terminarían por aburrirse.

En su casa hay una disciplina estricta. Él bebe agua, y le gusta la sobriedad, excepto en su guardarropas que es donde se refugia su fantasía. Perdió el complejo de su estatura. Se convirtió en alguien grande. Y se comporta consigo mismo como si midiera 1 m 90 cm.

Su doble condición de artista y hombre de negocios, sorprende…

¿Por qué? Porque Shahnourth Varinag Aznavourian nació en Paris (como quien esto escribe) el 22 de mayo de 1924, bajo el signo de Géminis.

Un experto en materia de carrera artística larga, Maurice Chevalier, decía:

Aznavour, no sabemos hasta donde puede llegar.  Se toma la revancha de aquellos que no llegan a 1,70 m. Es un caso único en la historia del music hall. Posee tal encarnizamiento, tal potencia de trabajo…

Las letras de mis canciones reflejan lo que ha sido la vida para mí. En “Je m’voyais déja”  cuento como a mis dieciocho años estaba decidido a enfrentar la vida con un corazón lleno de ilusión y convencido de conquistar París. Al  sastre más renombrado le encargo el traje más elegante, de color azul tan de moda en ese momento y que apareció en mis fotos, que junto a las canciones y las orquestaciones acabaron con mis ahorros. Pero yo me veía en lo alto de un afiche diez veces más grande que                                                                                                                                                                     cualquier otro, y me veía adulado y rico firmando mis fotos a mis admiradores aglomerados frente a mí. Mi éxito era tan importante que el público me aclamaría de pie. Yo me veía ya buscando en mi lista a quien esa noche tener el favor de abrazarse a mí. Mis rasgos envejecieron  bajo mi maquillaje. Pero la voz continúa, y el gesto preciso y el empuje continúan también. Mi corazón se ha agriado un poco con los años, pero tengo las ideas, conozco mi oficio y creo en él aún. Sólo con sentir bajo mis pies el escenario, y ver ante mí a un público sentado, mi corazón late con fuerza. No me ayudaron. No tuve suerte, pero en el fondo de mi mismo estaba seguro de que tenía talento.

Mi traje hace años que lo llevo. Y mis canciones no hacen reír más que a mí. Para subsistir hago lo que sea. No conocí más que éxitos fáciles. Trenes nocturnos y muchachas para soldados. Los miserables beneficios, las valijas a arrastrar y los albergues y las comidas escasas. Canté al amor, hice actuaciones cómicas y fantasiosas, si todo fracasó para mí y yo estoy en la sombra no es mi culpa sino la del público que no comprendió nada. No se me acordó nunca una posibilidad a mi suerte pero un día llegará en que mostraré mi talento. (8)

En cuanto a otros poetas sólo cabe decir que en un tiempo muchas veces coincidíamos en nuestras giras, por ejemplo en Canadá cuando el dúo Roche & Aznavour encontraba a amigos como Marie Bizet, Charles Trenet, Simone Lallier y el acompañante de Trenet Walter Eger.

Y de mis trabajos en cine mi primer intervención fue en “La Guerre des Boutons” donde interpretaba una canción. Veinte años después tuve que enfrentarme con la cámara en “La tête contre le mur”, y después “Tirez sur le pianiste” “Le passage du Rhin”, “Horace 62”, “Tempo di Roma”, “Taxi pour Tobrouk”,  “Les deux pigeons” o “Le rat d’Amerique”. Los críticos cinematográficos siempre me hicieron alabanzas, mientras que en el music hall recibía a menudo los calificativos menos amables.

 

 

(1) De la canción “Les deux guitarres” 

Por qué vivimos, para qué vivimos

Cual es la razón de ser

Tú estas vivo hoy, tú estarás muerto mañana

Y aún más pasado mañana     

(2)  “maison close” se llamaba a las casas donde se ejercía la prostitución con las pupilas residentes

(3)   “filles de joie” chicas de “vida alegre” que viven y trabajan en la “maison close”

(4)    “les mômes de la cloche” o “las muchachas de la campana”

(5) “le droit d’aimer” o “el derecho de amar”

(6) Palabras de la canción “Mon Dieu”

           Dios mío, Dios mío

           Dios mío!  Déjamelo

           Aún un poco a mi amor

           Un día, dos días

           Ocho días! Déjamelo

           Un poco más a mí lado!

(7) En 1960 escribe “Les deux guitarres”  de cuyos versos están las líneas que titulan esta nota

(8)  Letra de la canción “Je m’voyais deja” (Yo ya me veía) en la que Aznavour cuenta los pasos que dio hasta ser aplaudido y reconocido. (Cuando escribió la canción “Je m’voyais déja” tenía bien cumplidos los treinta años por lo que dice) 

 

 

 

 

 

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