Corrado Govoni “Cita con poetas italianos” (6) versiones y notas por Julio Bepré
Me ubico en la puerta./ Una bondad de difuso rezo/ que conforta,/ ha dejado el avemaría en la tarde. Después de haberse acogido a un período crepuscular, se agrupó entre los autores de tendencia futurista, pero esta actitud ha sido en Govoni casi accidental; hacia el final de su vida tuvo también cierta inclinación surrealista. Publicó en importantes órganos literarios como Poesía, La Voce, Lacerba entre otros.
Hijo de agricultores, él también se dedicó a esta actividad y a la crianza de pollos, cerdos, etc., además de haberse desempeñado como archivista.
Su hijo fue fusilado por los alemanes en la conocida y atroz matanza de las Fosse Ardeatine. Obtuvo varias distinciones, debiendo destacarse el Premio Viareggio de 1933. Es extensa su producción, siendo algunas de sus obras las siguientes: Le fiale (1903), Armonia in grigio et in silenzio (1903), Fuochi d’artifizio (1905), Gli aborti (1907), Poesie scelte (1918), Brindisi alla notte (1924), Canzoni a bocca chiusa (1938), Aladino, lamento su mio figlio morto (1946), Patria d’alto volo (1953), Preghiera al trifoglio (1953), Manoscritto nella bottiglia ( 1954) y Stradario della primavera (1958). Antes y después de la segunda guerra incursionó también en la narrativa.
Es un poeta de extraordinaria riqueza imaginativa, surgida de un estado de ánimo en el cual el asombro, la alegría y el juego analógico ante la naturaleza, se entrelazan y renuevan continuamente: inventa frescas imágenes e impensables relaciones entre las cosas. A veces surge un tono algo patético, especialmente cuando alude a situaciones familiares, pero siempre con un resultado simple y natural.
Nació en Tamara, Ferrara, en 1884 y murió en las proximidades de Roma en 1965. Govoni se expresa así respecto de su visión lírica: He amado siempre las cosas tristes, la música errante, los cantos de amor de los viejos en las hosterías, las plegarias de las monjas, los mendigos pintorescamente harapientos, los convalecientes, los otoños melancólicos llenos de adioses (…); todas las cosas tristes de la religión, las cosas tristes del amor, las cosas tristes del trabajo, las cosas tristes de la miseria. Y a pesar de este reconocimiento de sus limitaciones, Govoni sorprende por la rotundidad y matices de su espectro expresivo.
Dotado de una no común imaginación lírica –reiteramos–, este autor logra textos incuestionables, y es por ello que es legítima su importancia en la poesía italiana del 900.
Julio Bepré
EN EL TREN
Un almendro florido en un jardín,
entre dos negras estatuas mutiladas
que miraban allá abajo al tormentoso mar,
me acompañó durante todo el viaje
con su alegría blanca y olorosa
a través de las llanuras, los montes y ciudades,
como si estuviese pegado al ventanuco.
Hasta la pequeña estación de campo
inquietante de campanillas,
al afinar sus cobres
en un gris de cabellos,
se amustió rápidamente,
y concentró y sonrió con tristeza
en el pálido rostro de mi madre,
que me aguardaba sola
y me dio en el corazón un santo beso
que sabía de llanto y de cenizas.
IN TRENO
Un mandorlo fiorito in un giardino,
tra due nere statue mutilate
che guardavan laggiú il mare in burrasca,
mi accompagnò, durante tutto il viaggio,
con la sua gioia bianca ed odorosa,
traverso le pianure, i monti e le città,
come fossse incollato al finestrino.
Fino alla piccola stazione di campagna,
sussultante di campanelli:
dove affinò i suoi rami
in un grigiore di capelli,
sfiorí rapidamente,
si raccolse e sorrise mestamente
nel volto pallido di mia madre,
che mi attedeva sola
e mi diede sul cuore un bacio santo
che sapeva di cenere e di pianto.
LA LLUVIA DESPLIEGA SU VELO
La lluvia despliega su velo
en el huerto como un banderín ceniciento.
Y cada cosa se humilla y entristece
y las flores parecen ser de tela.
La iglesita de un férvido convento
insiste en su blanca reprimenda.
Un gorríón sobre las tejas mustias
trina sus motivos empapados.
Desde lejos su melancolía
renguea como animal de la Barbería (*).
En su cajita azul-celeste
arrullan las palomas en sordina.
En una tabla contra un ventanal cerrado
un gato quizá detrás ronronea.
El agua en menudas gotas fulgura
sobre las flores en las vasijas de barro.
(*) Alusión a los caballos de carrera que venían de Barbería (África noroccidental).
LA PIOGGIA STENDE LA SUA VELETTA
La pioggia stende la sua veletta
su l’orto come una bigia cornetta.
E ogni cosa s’umilia e s’attrista,
e i fiori sembran fiori di batista.
La chiesina d’un fervido convento
insiste nel suo bianco ammonimento.
Un passero sui tegoli appassiti
pigola i suoi motivi umiditi.
Di lontano la sua malinconia
zoppica un organo di Barberia.
Ne la loro casetta cilestrina
delle colombe tubano in sordina.
Su un’asse, contro una vetrata chiusa
dietro a cui forse un micio fa le fussa,
l’acqua in minute gocciole cintilla
su i fiori ne le pentole d’argilla.
LAS DULZURAS
Los domingos azules de la primavera.
La nieve sobre las casas como una peluca blanca.
Los paseos de los amantes a lo largo del canal.
Hacer el pan en la mañana del domingo.
La lluvia de marzo que golpea sobre las tejas grises.
Las glicinas florecidas por sobre el muro.
Las cortinas blancas en las ventanas del convento.
Las campanas del sábado.
Los cirios encendidos delante de las reliquias.
Los espejos iluminados en las habitaciones.
Las flores rojas sobre el mantel blanco.
Las lámparas de oro que se encienden a la noche.
Los crepúsculos de sangre que mueren en las murallas.
Las rosas mustias sobre el lecho de los enfermos.
Tocar el piano un día de fiesta.
El canto del cuclillo en la campiña.
Los gatos sobre los alféizares.
Las candorosas palomas sobre los techos.
Las malvas en las macetas.
Los mendigos que comen en los umbrales de las iglesias.
Los enfermos en el sol.
Las chiquillas que se peinan de oro en el sol sobre las puertas.
Las muchachas que cantan en la ventana.
LE DOLCEZZE
Le domeniche azzurre della primavera.
La neve sulle case come una parrucca bianca.
Le passeggiate degli amanti lungo il canale.
Fare il pane la mattina di domenica.
La pioggia di Marzo che batte sui tegoli grigi.
Il glicine fiorito su pel muro.
Le tende bianche alle finestre del convento.
Le campane del sabato.
I ceri accesi davanti alle reliquie.
Gli specchi illuminati nelle camere.
I fiori rossi sopra la tovaglia bianca.
Le lampade d’oro che s’accendono la sera.
I crepusculi di sangue che muoion sulle mura.
Le rose esfogliate sul letto dei malati.
Suonare il pianoforte un giorno di festa.
Il canto del cuculo nella campagna.
I gatti sopra i davanzali.
Le candide colombe sui tetti.
Le malve nelle pentole.
I mendicante che mangian sulle soglie delle chiese.
I malati al sole.
Le bambine che si pettinano l’oro al sole sulle porte.
Le donne che cantano alla finestra.
DESPUÉS DEL TEMPORAL
La tormenta está lejana.
En la era cantan alegres los pequeños gallos.
Todavía sobre el empedrado y los techos
el agua pluvial gotea.
Pero ahora juega con los álamos
el viento apaciguado. Feliz
de estar a salvo. Bendice,
bendice al trigo.
Esta noche ofrecerá un banquete
a sus buenas y vigilantes luciérnagas;
entre la atención de los presentes
hará un brindis al pequeño ruiseñor.
Y sin diferencia
de partes, los grillos batirán las manos;
las avezadas amapolas
llorarán de la emoción.
¡Oh, qué alegría! Una banda
de enredado azul turquesa trompetea
delante de mi casa
en un círculo de flores campesinas.
Leves jugueteos de los ángeles
se levantan en las cometas,
y tintinean festivos por las rutas
los cascabeles de los cocheros.
Allá, detrás de la tormenta,
fluctúa el arco iris.
Sobre la aldea en el relente
se balancea el cencerro de la noche.
DOPO IL TEMPORALE
La bufera è lontana.
Sull’aia allegri cantano i galletti.
Ancora sul selciato i tetti
grondan dell’acqua piovana.
Ma or giuca rabbonito il vento
con i pioppi. Felice
d’essere salvo, benedice
benedice il frumento.
Questa sera offrirà un banchetto
alle sue buone lucciole veglianti;
fra l’attenzione degli astanti
farà un brindisi l’usignoletto.
E senza distinzione
di parte i grilli batteran le mani;
i papaveri veterani
piangeranno dall’emozione.
Oh che gioia! Una banda di turchini
convolvoli strombetta,
davanti alla mia casetta,
in un circol di fiori contadini.
Giucattolli degli angeli, leggeri
s’alzano i cervi volanti ;
tintinnan per le vie, festanti,
i sonagli dei carrettieri.
Là, dietro la bufera,
sventola l’arcobaleno;
sopra il villaggio, nel sereno,
si dondola la squilla della sera.
PUEBLOS
Estallan las simpáticas campanas
de un blanco campanario sobre los techos
grises. Mujeres con pañuelos rojos
sacan el pan de un horno redondo.
Sacrifican un cerdo en la nieve
entre un grupo de chicuelos hechizados
por la sangre, los que con ojos bien abiertos
esperan la agonía cruel y breve.
Arrojan los gallos victoriosos cacareos.
Los bueyes salen de los heniles negros;
tranquilos se desparraman entre los reparos
y pesados bajan para beber agua de plata.
En los campos rosablancos, los cementerios
esperan en medio de trigales incipientes.
PAESI
Esplodon le simpatiche campane
d’un bianco campanile, sopra tetti
grigi: donne, con rossi fazzoletti,
cavano da un rotondo forno il pane.
Ammazzano un maiale nella neve,
tra un gruppo di bambini affascinati
dal sangue, che, con gli occhi spalancati,
aspettan la crudele agonia breve.
Gettano i galli vittoriosi squilli.
I buoi escono dai fienili neri;
si spargono su l’argine tranquilli,
scendono a bere, gravi, acqua d’argento.
Nei campi, rosei, bianchi, i cimiteri
sperano in mezzo al verde del frumento.


