Muestra de Poemas Ilustrados del Libro “Tiempo Dolorosamente Resignado”, de Luis Raúl Calvo, con dibujos de Adriana Gaspar.

Por MARGA SCHUJMAN

Esta unión, el mismo río, poesía, unión del amor de la sensibilidad, remontarse desde las imágenes del poeta. Desde el juego de extremos, carga emocional compartida. Tempestad apenas ha quedado atrás, secretos revelados de dos en la línea y la poesía.
Azul, dedicado a la hija Romina, dibujo y poema.
Puede en un poema, reiterado azul, todo se tiñe hasta el corazón por encima de los abismos, la ternura azul. La línea asciende, flexible, traviesa, imaginaria donde se oculta el Ada Aul.
El Último Guerrero, la ausencia del padre, la muerte del padre suprime en mucho los placeres sensuales de escribir, como dice Barthes. “Se escribe con el deseo y yo sigo deseando” -dice-, ocurre lo mismo con la línea, el dibujo, la tinta.
Escribir a pesar de la muerte, se teme, se desea, la cabeza en alto como una columna.
Las danzas impávidas de la muerte.
Las tintas y los poemas se dispersan y se unen para siempre.
La Rosa inquisidora ha encontrado la medida del tiempo. La llama justa que aprieta y quema las uñas que se aferran a la enredadera del blanco de los dos mundos que no cesan.
Tiempo Dolorosamente Resignado, renacimiento soledad en el dibujo.
La búsqueda del ser, la ilusión (no busco, he encontrado)
El amor se engancha en las líneas como en el árbol de la vida.
El ser como un sentimiento intenso y sufriente que se pierde, pero el deseo vuelve cada mañana. (Eros, Profanación, Dolor, Intención del artista, Primitiva quemazón de los recuerdos).
El libro, poesía e ilustración son una gran metáfora. Todo es real e irreal hasta abajo de la frondosa espesura, realidad e irrealidad. Cuando se escribe, cuando se pinta recordamos, descubrimos apenas que el mundo es todo aquello que ignoramos.
Realidad e irrealidad, ellos exploran sus grandes arroyos, otras lunas, otras sangres.
Tiempo Dolorosamente Resignado. Luis Raúl Calvo, Adriana Gaspar, mensajes, días extraños, poemas y líneas para curar maleficios, para oir el trueno y la música del mundo con el oído del artista que es el oído de Dios.
Encendido el poema y el dibujo, se transforman siempre en nostalgia de golpes de sol y de lo cálido de la noche.

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