Creatividad y Psicología

Por  LILIANA NIEVES CALVO*

De cómo el enfoque gestálico puede constituir un proceso creativo.

Buceando de mis entrañas
resurgieron,
piadosas sirenas indefensas,
espinos crueles acangrejados.

Fuerza en el dolor y en el coraje.
Anclaje marino, mi vida,
identidad adormecida
acunada en mi búsqueda.

Serenidad, templanza.

Tiempo de componer, de integrar partes de mi ser.

Tiempo de descubrir aquí y ahora algo es posible…

Por el año 1988 leí en un libro de Fritz Perls, creador de la terapia gestáltica que “aprender es descubrir que algo es posible”. En aquel entonces tuve la primera aproximación a lo que realmente significa esto. Fue necesario transitar experiencias vivenciales donde la emoción y la decisión estuvieron presentes, para entender cuanta relación existe entre el aprender, el descubrir y el crear.
Sabía que, la creatividad no es un concepto sino una realización, que es la expresión de lo que necesita ser afirmado, que puede convertirse en algo social cuando compartimos con nuestros semejantes lo creado y que pasa a ser una celebración al descubrir una vida más plena, ya que cuando creamos, logramos trascender la lucha diaria por la supervivencia y el peso de la mortalidad.
Es también un acto de valentía y de coraje: estamos dispuestos a arriesgarnos sin temor al ridículo o al fracaso con tal de experimentar un nuevo día con novedad y frescura.
La creatividad es el sentimiento de poder hacer que cualquier cosa se vuelva posible. “Estoy aquí, amo la vida, me amo”.
Se preguntarán que relación existe entonces entre la creatividad y el enfoque gestáltico. Desde mi experiencia el proceso de cambiar, la toma de conciencia y la conducta están estrechamente ligados a la creación, pues una condición fundamental de esta es el cambio, la transformación de una forma en otra, de un gesto en un nuevo conjunto de comportamientos.
Aquí es donde encuentro puntos de coincidencia: la transformación y el cambio. Y este cambio es paradójico: Sólo se produce cuando nos aceptamos tal cual somos. “Soy lo que soy con todos mis aspectos positivos y mis opuestos”. Sólo integrándolos puedo acceder al proceso de crecimiento.
Esto no es mágico, lleva su tiempo y es un aprendizaje permanente.
Es obvio que necesito ver lo obvio: “Una rosa es una rosa”.
Eso tan difícil de reconocer en uno y tan fácil de ver en el otro.
Por eso en el trabajo grupal y dentro de la dinámica que se crea, cada integrante de los talleres o grupos de crecimiento puede tomar conciencia aquí y ahora, de como reacciona frente a determinadas situaciones y puede ponerse en movimiento, descubrir lo rígido, los estereotipos que no le permiten crecer.
Aquí encuentro un segundo punto de encuentro con la creación: el movimiento.
Esto me remite a una situación personal: a raíz de la terminación de mi curso de post-grado en Psicología Gestáltica, comenzó en mí un proceso de culminación de una etapa -duelo por lo que ya no está- de cambio y replanteo de mi situación profesional.
Pués bien: ¿Cómo me es posible transformar lo recibido? Durante estos tres años de especialización, vividos tan intensamente, con un gran compromiso y un permanente autoconocimiento, fui alumna, formé parte de un grupo, contuve y fui contenida. Pasé por varias etapas en las que discriminarme, separarme y encontrar mis autoapoyos fue necesario y satisfactorio. Y ahora que…
El paso previo fue descubrir mis estereotipos a los que vuelvo en situaciones de cambio. Necesité integrar todo lo aprendido hasta el momento y abrir así los canales que me permitieron hacer fluir mi creatividad.
Naturalmente necesité de mi fé, y ésta me dio la posibilidad de seguir trabajando mis puntos oscuros, mi realidad, mi proceso, de crecimiento.
Aquí es donde descubrí que para que un proyecto sea realizable para mí tenía que recurrir a mis propios recursos internos, a las experiencias laborales gratificantes que me habían brindado seguridad.
Utilizando los recursos concretos a mi alcance pude “aliarme con recursos humanos confiables y organizar “empresas” más cercanas a la realidad que a la fantasía”.
Así surgió también esta poesía…

De pronto, de tanto admirarte, Gaviota…
me sentí pájaro.
Mis brazos crecieron figurando alas.
Ágiles se desplegaron una y otra vez junto a la brisa
del atardecer.
Así atrapada en un vuelo vibrante y profundo
vivencié la extraordinaria plenitud de
remontar…

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