Entrevista al plástico Ary Brizzi

Por  ADRIANA GASPAR y PATRICIA FAYT
(Entrevista realizada en el taller del artista plástico Ary Brizzi)

 

Nació en Avellaneda en 1930, cursó dos años de dibujo en la Escuela Nocturna N° 46 de esa ciudad.A los quince años ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes “Manuel Belgrano” y en 1951 culminó sus estudios en la Escuela Superior “Ernesto de la Cárcova”, egresando con el título de dibujo y decoración mural.
Ha realizado numerosas muestras en el país y en el extranjero en forma individual y colectiva recibiendo numerosas distinciones a nivel nacional e internacional, entre ellos el Premio Nacional de Escultura en el Salón de Artistas Jóvenes de América Latina (1965), Primer Premio de Pintura de la “Fundación Lorenzutti” (1968), Primer Premio a Extranjeros en la Bienal de Quito (1968), Primer Premio de Pintura del LIX Salón Nacional de Artes Plásticas (1970), y Gran Premio de Honor LXV Salón Nacional de Artes Plásticas (1976). Fue designado recientemente presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.

G.A.: ¿Cómo y cuándo comienza su actividad artística?
A.B.: Si comenzar dicha actividad es cuando uno comienza a exponer o a participar en salones, fue en 1952 en Van Riel, que organizaba lo que se llamaba el Premio De Ridder para jóvenes (aunque ese año por razones políticas no se lo denominó así).
Yo envié la obra llamada “El descanso de los guinches”, que recibió el premio por el voto del público, ya que uno lo otorgaba éste y otro el jurado.
Después dejé un tiempo de participar porque pensaba que no había ningún salón de arte moderno que promoviera expresiones más actuales. Además, mi obra ya había comenzado un período de cambio.

G.A.: En su época de estudiante ¿Por qué elige la pintura mural como forma de expresión?
A.B.: Me decidí por ésta porque en ella se le daba mucha importancia a la composición y al dibujo más que a las técnicas pictóricas. La técnica que se enseñaba era la del fresco al modo del renacimiento, llevar al muro lo que vos proyectabas.

G.A.: ¿Qué opina de los muralistas mexicanos?
A.B.: Yo tenía como ideal la grandeza de la pintura del renacimiento y por supuesto, también a los muralistas mexicanos, sobre todo Orozco y algo de Siqueiros. Admiré siempre la fuerza de Orozco y como estaba resuelta su pintura. Estudié toda su obra.

G.A.: ¿Cómo se da el paso entre la figuración y la abstracción?
A.B.: Siempre pensé que cuando comenzara una actividad artística tenía que tener definido el inicio de mi camino, mi obra debía tener una coherencia. Por esta razón no la había mostrado durante más o menos cinco años, aunque visitaba las muestras y me veía con amigos.
Comencé a exponer de nuevo al tener definido ese camino del que hablaba antes y fue en el Primer Salón de Arte Moderno. Allí ya me había propuesto reducir al mínimo los elementos, pintaba con muy poco color y en ese momento mi pintura se aproximó a lo que se llamó pintura concreta.

G.A.: La obra premiada “El descanso de los guinches”, ¿Puede ser considerada como la que marca la transición entre la obra figurativa y la abstracta?
A.B.: Sí, porque en ese momento lo que yo quería transmitir al espacio pictórico (o plástico, como lo quieran llamar) era una fuerza que emanara de los objetos y a partir de ésta hacer como prolongaciones de las estructuras del guinche en el espacio. Esta era la idea, por eso no es totalmente objetiva.

G.A.: Si bien el punto de partida de su obra concreta es la geometría ¿Qué otros elementos privilegia, que van haciendo que lo geométrico quede atrás para pasar a algo superior?
A.B.: Yo siempre pienso en formas, el hecho que a un círculo lo llaman geométrico, está bien para algunos, para mí lo más importante son las formas ya sean círculos, cuadrados, líneas, la interrupción que éstas provocan en el espacio y la riqueza que en él se va transformando, muchas veces no con la figura sino con lo que se sustrae de ésta, quo provoca más espacio. Entonces tenemos una relación más rica entre el fondo o soporte y la figura.
Además lentamente fui incorporando el color, como sintiendo mucho más todo. A continuación del proceso que duró cuatro o cinco años en el que estuve estudiando por mi cuenta es cuando me propuse eliminar todo y empezar con el mínimo de elementos. A partir de esto mi obra se tornó cada vez más compleja, tanto en cuanto a los espacios como al color que fui agregando.

G.A.: ¿En su obra está todo estructurado a priori o puede aparecer lo imprevisto, en relación con lo espontáneo?
A.B.: iPero es lógico, sí! iEs así! Todos se creen que yo tengo la pintura resuelta totalmente antes de tocar la tela y esto no es cierto. Jamás tengo un boceto acabado de lo que quiero realizar (sería imposible prever todo), la resolución se da sobre la tela. Voy viendo los resultados que obtengo, y a partir de ahí voy agregando, quitando, dando más fuerza, llevando distinta intensidad de luz.
Generalmente me preguntan cómo hago las gradaciones, pero aclaro que no son gradaciones, porque no uso dos colores, sino que cada banda tiene incluida una mezcla de varios colores que se van modificando lentamente. No es una gradación por ejemplo del blanco al azul, sino que en el medio hay toda una cantidad de cosas, distintas temperaturas de cálidos, paso de azules fríos a azules cálidos. Haciendo estos pasajes uno se da cuenta que el azul no es siempre frío, sino que existen también los que son cálidos. De esta forma ocurre con todos los colores.

G.A.: ¿Cuál sería su concepción sobre el arte?
A.B.: En mi caso personal me interesa que sientan algo al ver mi obra. En algunas exposiciones se me ha acercado gente y me ha dicho “Sentí tal cosa” o “Estoy emocionado” o “Me gusta la luz, la tranquilidad de su obra”. Esto es en gran parte lo que uno quiere transmitir.
Ahora bien, cuando utilizan el campo del arte para hacer manifiestos políticos o cosas divertidas, como por ejemplo hubo ciertos pintores que hacían una fiesta, tiraban pintura sobre la tela, después la firmaban y quedaba como una obra de arte; eso yo no lo creo. Algunos me dicen “Pero Pollok no te gusta?, sí, pero hay que analizar la obra de este artista, uno ve que lo que es casual es mínimo, mínimo en el sentido que son ciertas salpicaduras, pero – icómo está estructurado!.Hasta diría que es más pensado que algunos cuadros concretos.

G.A.: ¿Podemos hablar de un arte comprometido y de otro no comprometido?
A.B.: El arte tiene valor por sí mismo, el compromiso es con el arte, que fue siempre lo que se criticó cuando se llamó el arte por el arte. Se decía “No sirve para nada porque para lo único que sirve es para el arte”. ¿Y el camino del arte cuál es?. Que me lo expliquen ellos entonces.
El arte más comprometido con el arte es aquel que no tiene un compromiso político. ¿Qué es lo que uno ve en un mural de Orozco, ve la revolución mexicana o ve como está resuelto plásticamente?. Uno ve la pintura, no ve la parte política.
He conocido pintores que hacían temas sociales y que tenían en su estudio indios trabajando para ellos, pero hacían pintura indigenista.
Es diferente si hago un hermoso afiche que va pegado en todas las calles, porque tengo un compromiso con mi partido y le hago la campaña publicitaria, eso es otra cosa.
Tenemos un ejemplo en Goya, una cosa es lo que él hacía para conformar a la corte y poder subsistir, pero lo que más admiramos es su pintura negra y es ahí donde realmente era él y donde superó toda su época.

G.A.: ¿Qué le sugiere la heterogeneidad que se da en la pintura actual, sobre todo en los pintores más jóvenes?
A.B.: Esto tiene que ver con la decadencia pero también está un poco promovido por todos los medios. Si uno lee a los críticos, lee ciertas partes teóricas y así ellos van dominando la mente de los jóvenes que no se revelan ante esto.

G.A.: Aquí, los formadores de opinión tienen influencia, ¿no?
A.B.: Claro, porque al final el famoso término posmodernismo lo inventa un crítico. Ahora empiezan a dominar más los teóricos y los críticos y hay ciertos cambios que se van produciendo en la pintura de los jóvenes por sugerencia de estos, hecho que un artista no puede aceptar.

G.A.: Dos críticos de arte, ambos muy buenos, frente a una obra piensan de un modo totalmente divergente ¿Por qué?
A.B.: Pienso que es porque no hay una absoluta sinceridad en lo que se escribe sobre arte, sobre todo cuando se hacen críticas de exposiciones. El crítico tiene que hacer notar que hay ciertas diferencias, por ejemplo, una es respecto de cómo está realizada la obra, porque puede estar muy bien realizada y no tener contenido, no emitir nada que emocione.

G.A.: El acceso a las galerías de arte o a los centros culturales oficiales, en general se da por contactos o amiguismos, no tanto por el valor de la obra del artista.
A.B.: Durante el año uno ve una cantidad enorme de exposiciones en galerías y centros culturales, yo quisiera que me dijeran ustedes cuántas de estas exposiciones tienen un nivel aceptable, ya no digo muy bueno, son contadísimas.
Ahora, esto del amiguismo o el contacto va a pasar siempre, en una galería particular el dueño va a elegir quienes exponen en su galería. Aquí está la función del crítico en cuanto a ser muy claro en lo que opina sobre las exposiciones, pero no es así
Esta decadencia se da en todo el mundo, por lo que uno puede hablar de la decadencia del fin del siglo XX. Vamos a ver si el siglo XXI supera todo esto, porque esta crisis o confusión genera después algún movimiento positivo para eliminar lo anterior, como ha sucedido en otras oportunidades.

G.A.: ¿Cómo se siente hoy al presidir la Academia de Bellas Artes?
A.B.: Te nombran académico y tenés que cumplir con ciertas obligaciones de la academia, que es la difusión del arte. Hace años que nos preocupamos para que salga la famosa Ley de Libre Circulación de la obra de arte.
Otro aspecto importante son las publicaciones de la Historia General del Arte, tratar de llevar a buen término los dos tomos que nos faltan. En Jujuy se está haciendo el inventario del patrimonio artístico nacional.
A nivel personal es un honor que tus propios pares te elijan para dirigir una institución. Me secunda un buen equipo.

G.A.: Para finalizar, ¿Qué le diría a un estudiante de arte?
A.B.: Que es importante pasar un período en donde uno ensaye cosas, ya que una cosa es aprender técnicas, el tratamiento de la aguada, del empaste, estos son estudios. Después cuando uno maneja eso, tiene a su disponibilidad elementos como para comenzar a desarrollar la propia obra, porque en definitiva se dedicó al arte, es decir que siente algo y ese algo lo tiene que desarrollar, definir y darle continuidad, que es lo que yo llamo coherencia.

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