DANIEL LEVY* (Segunda y última parte)

 Por LUIS RAÚL CALVO y
NORA PATRICIA NARDO

“La incorporación de las diferencias, la integración al escenario escolar de todos, la obligatoriedad del sistema educativo hasta completar el secundario, la idea de una formación activa de los alumnos, nos implica a pensar una institución renovada y dinámica que cumpla con la función social para la que fue pensada que es la transmisión de valores y conocimientos que una sociedad establece como prioritarios”.

G.A.: ¿Cómo se puede trabajar con los adolescentes que concurren a nuestras escuelas el tiempo de espera, la frustración, cuando todo tiene que ser ya, ahora?
D.L. Deberíamos poder diferenciar fenómenos asociados a las TIC, de fenómenos de época vinculados con la influencia del mercado. Si bien es difícil establecer una línea divisoria ya que la expansión del mercado está vinculada al desarrollo tecnológico, no es necesariamente una misma identidad.
El mercado exige imperativamente el consumo. Establece los objetos de consumo y los renueva en forma vertiginosa generando nuevas y variadas “necesidades” en los consumidores. Esa sobreoferta de productos convive con un mundo globalizado, fragmentado y con grandes poblaciones marginadas que no tiene acceso a esos bienes materiales. El imperativo de la época quedó muy gráficamente representado en un verso de Luca Prodan:  “no sé lo que quiero, pero lo quiero ya!”
El mercado asocia la gratificación a la instantaneidad, lo que se quiere no puede tener demoras, los tiempos son los de la instantaneidad, lo que se desea tiene que ser satisfecho en lo inmediato, que una vez “satisfecho” da origen a una nueva “necesidad” que inicia nuevamente el ciclo.
En ese sentido se genera una cultura de la inmediatez y del consumo dando origen a frustraciones y marginaciones masivas. El mundo globalizado está muy vinculado a los desarrollos de las nuevas tecnologías, las que permitieron de alguna forma generar las condiciones de la globalidad económica.
Este contexto general no es privativo de poder trabajar sobre otros valores vinculados con los tiempos y los procesos.
La frustración es necesaria en la formación de una persona, es a partir de que existe la frustración que se genera la posibilidad de deseo y de búsqueda. Entendemos la frustración como aquella instancia que niega una posibilidad y permite que surja otra. (La frustración permanente lleva a otros terrenos de la vida anímica, y social, en los que no vamos a ahondar hoy).
Encontrarse con una frustración es reconocer un límite, es para la vida del adolescente vérselas con su omnipotencia imaginada. Es necesario confrontar estas experiencias, reflexionar acerca de estas posibilidades, poner en palabras las vivencias para cotejarlas con las realidades a transitar. Los procesos requieren de tiempos de elaboración, los deseos no se colman con la incorporación impulsiva de objetos. El discurso mercantil va en contra de la elaboración, del tiempo de la palabra, de la posibilidad de reflexión.
En ese sentido el espacio escolar puede constituirse en un espacio posible de elaboración de estas experiencias, por su condición de espacio social que aún reúne a los jóvenes y por la idea de proceso que aún acuña.

G.A.:La privacidad perdió valor y hacer público hasta lo más íntimo gana espacio y popularidad ¿Qué valores a tu entender predominan hoy en los jóvenes?
D.L. Las redes sociales permiten una comunicación impensada antes de su invención. Los jóvenes que habitan las redes, a diferencia de los adultos que las visitamos, tienen un modo de relacionarse muy particular.
Por lo general si uno analiza las comunicaciones que se dan en las redes la mayoría responde a expresar sentimientos, opiniones, situaciones cotidianas y personales.
La profusión de mensajes variados muestra aspectos personales y de la vida diaria. Se comparten fotos o comentarios de lo que sucede, de lo que van a comer, del lugar en el que se encuentran, de quienes lo rodean, de aspectos o situaciones de la actividad que están desplegando. Muchos de estos comentarios o registros no pasan de un modo de compartir con otros lo que está sucediendo; en algunos casos también se incluyen comentarios sobre estados de ánimos, pensamientos, se comparten “frases célebres” o imágenes de famosos o prediseñadas con efectos sensibles.
Las variadas maneras de mostrarse en las redes incluye una parte esencial que es la tensión generada en la distancia física entre el emisor y los receptores. Esa distancia genera la posibilidad tanto del anonimato o la asunción de una identidad deseada más que la real. Desde esta perspectiva muchos jóvenes se atreven a manifestar en las redes lo que en la vida social no suelen transmitir, se muestran de otra manera, se animan a dar opiniones o manifestar sensaciones. Para ellos la red es un espacio que les permite mayor grado de expresión y sociabilidad.
La pérdida de la intimidad, el compartir con otros situaciones que estaban reservadas a la esfera de lo privado, es un fenómeno estudiado que muestra como una forma de expansión del terreno de lo personal. Los hechos que se viven son registrados en las redes, este registro conforma una modalidad de relación pero establece también una entidad particular al hecho que se comparte. Como si adquiriera un valor diferenciado, una entidad propia o particular por ser transmitido, compartido en la red. Tal vez, me animo a decir, que el efecto es mayor para el emisor que para el receptor. No siempre son comunicaciones que esperan respuesta y alcanza con el hecho de ser publicadas para que cobren identidad.
Esta manera de actuar en la red, no necesariamente está vinculada a los valores que esgrimen los jóvenes.
Insisto con la idea de que las generalizaciones hablando de un universo tan amplio y variado como es el mundo juvenil no son apropiadas. Haciendo cierta abstracción de lo antes mencionado, los valores que podemos encontrar están vinculados con: una idea de justicia que se sostiene como valor en sí mismo y atribuible a las acciones cotidianas. Por lo general los jóvenes no son propicios a discursos o relatos muy generales o amplios y suelen ceñirse a acciones específicas y palpables.
La idea de solidaridad, sobre todo con los más próximos, de auténtica pertenencia al grupo a partir de valores colectivos.
Valoraciones que ponderan una mayor libertad de las acciones individuales, de respeto a las preferencias personales. Una combinatoria de valores asociados al respeto a la voluntad personal, conjugados con los intereses del grupo.

Valores relacionados con soluciones efectivas y concretas, más que con largos procesos de discusión y elaboración. Cierta tendencia general a una poca intencionalidad de revisión o reflexión sobre las propias acciones.

G.A.: ¿Cuál debería ser el lugar de la institución educativa y del docente en estos tiempos tan vertiginosos y tecnológicos?
D.L.Como ya lo anticipé anteriormente reservo el lugar del docente como un referente en las funciones de coordinación, acompañamiento, motivación y transmisión en procesos personales y grupales.
Lo ubico en una centralidad radial más que en una frontalidad con el auditorio.
Lo considero en una posición asimétrica que genere confianza y respete las diferentes formas de acercarse al conocimiento de cada uno de los alumnos. Lo incluyo como una voz diferenciada que dé lugar a las diferentes voces, como una voz autorizada que autoriza, como una opinión reconocida que dé lugar al reconocimiento.
Como un saber diferenciado que permita el acceso de diferencias en el saber, como un pilar de la relación educativa que tenga la suficiente flexibilidad para generar vínculo.
Como alguien que sea sostén de la escena pedagógica y que pueda retirarse para dar lugar a la autonomía. Que genere relaciones de seguridad y no de sometimiento ni de dependencia.
La escuela también debe adecuarse a las nuevas subjetividades que recibe. Su origen dista de las características de la época. Los paradigmas con los que fue creada la escuela fueron cambiando y si bien ha logrado ir acomodándose a esos cambios  gran parte de su matriz original perdura.
La fundación de la escuela moderna estaba basada en el paradigma de la enseñanza única y para todos y hoy se sostiene la inclusión a partir del reconocimiento de las diferencias. La escuela originalmente estaba pensada con una matriz disciplinaria y hoy el paradigma es la vigencia de los derechos de los jóvenes y la construcción de un espacio de convivencia.
La escuela original tenía la meta de  una educación enciclopédica y simultánea, la actual recoge las concepciones constructivistas de los conocimientos y una enseñanza diferenciada.
La noción de autoridad que sostenía la Modernidad hoy requiere de nuevas reformulaciones y consensos.
La incorporación de las diferencias, la integración al escenario escolar de todos, la obligatoriedad del sistema educativo hasta completar el secundario, la idea de una formación activa de los alumnos, nos implica a pensar una institución renovada y dinámica que cumpla con la función social para la que fue pensada que es la transmisión de valores y conocimientos que una sociedad establece como prioritarios.
Las nuevas tecnologías son un medio, no pueden constituirse en un fin. Es sobre estas consideraciones generales y a partir de estos postulados que son políticos (y pedagógicos) que debe centrarse la discusión para que las TIC puedan brindar su aporte.

*Daniel Levy: Lic. en Psicología (UBA), Magíster en Psicología Cognitiva y Aprendizaje por (UAM), se desempeña como codirector de Punto Seguido. Espacio de Intercambio, Formación en Salud y Educación. Trabaja como Psicólogo Institucional en Escuelas Medias de la CABA y de la Pcia. de Buenos Aires y como asesor de instituciones públicas y privadas en educación.
Investiga y desarrolla trabajos en el  área de educación y nuevas tecnologías. Autor de diferentes artículos y cursos sobre el tema. Coautor del libro “Entre Adolescentes y Adultos en la Escuela” Ediciones Paidós (2013)

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