El Columnista Invitado: Luis Iadarola*

Revista Poesía Buenos Aires
Aquel lejano tiempo…, hoy

El tiempo pasado y el tiempo futuro. Los dos están contenidos, quizás, en el tiempo presente.

Por T.S. Eliot

 

Al pasar el tiempo, el recuerdo se convierte en una extraña arqueología. Los impulsos que nos llevan a descubrir imágenes, acciones que fueron o palabras dichas y escritas las hace aparecer como detenidas, fijas. “Un móvil que se encuentra ni en el lugar en que se encuentra ni en el que no se encuentra” (1). Esa movilidad que se adhiere a nuestros recuerdos pero que, al mismo tiempo los fija, esas acciones que fueron y que siguen vivas de un modo extraño dentro de nuestra memoria, determinan, sin lugar a dudas, el particular punto de vista de quien recuerda. Para hablar de hechos que acontecieron hace casi medio siglo, la emoción es insuficiente, pero el corazón parece estallar frente a imágenes que surgen como antiguos frescos que sólo aparecen por un instante para desvanecerse. Poesía Buenos Aires, fue más que una revista un Movimiento . Una reunión de amigos, guiados por el acontecer de la palabra en su sentido poético. Unidos por el afecto o la disidencia.
Como dijo Raúl Gustavo Aguirre, prefirieron la vida a la literatura: “en un universo donde no existe la última palabra, donde la tentación de pronunciarla nos tienta de continuo”.(2). Siempre la amistad fue convocante y el encuentro entre amigos, un importante activador del hallazgo poético.
Ir al encuentro de Jorge Enrique Móbili, Raúl Gustavo Aguirre, Nicolás Spiro, Wolf Roitman, Edgar Bayley, Paco Urondo, Rodolfo Alonso, Jorge Sousa es ir al encuentro de Poesía Buenos Aires.
Pero faltan muchos nombres de poetas y no poetas, que crearon el clima propicio para que el Movimiento existiera como tal. Uno muy importante por su reveladora presencia fue el del maestro Juan Carlos Paz, innovador iconoclasta y coherente en su ética de todos los días, su sola presencia fue una enseñanza.
Hablamos de un país en el que, como hoy, voces auténticas surgieron ausentes de reconocimiento oficial, necesariamente protegidos por la necesidad de estar al margen.
Platón dice en El Banquete: “Las cosas bellas son difíciles cuando se trata de conocer su significado”. Quizás, sin proponérselo en forma explícita, esta fue una pauta de quienes se nuclearon alrededor de la Revista. La búsqueda de un significado para las cosas bellas, pero con un sentido de belleza en lo que tiene de bella la vida, con todas sus tremendas contradicciones.
Poesía Buenos Aires no fue solamente una revista de poesía sino más bien un carril estricto que permitió la publicación de aportes teóricos nuevos, interpretaciones sutiles del arte y definiciones conceptuales que abrieron nuevos rumbos para la palabra. Tanto en los textos programáticos, como en las reflexiones acerca de la palabra, de su valor poético, del descubrimiento de zonas que pueden asimilarse hoy como territorios ganados a la intemperie donde la poesía, a pesar de todo establece su reino. Allí es donde, según Raúl Gustavo Aguirre, se ubican los poetas: “en la fatalidad de las contradicciones y en la consumación del devenir”.
Si recorremos algunos textos fundadores notamos la presencia de una lógica fraterna que luego fue creciendo a la luz de entendimientos y desacuerdos, de pasiones y, como señalaba Bayley, de “sed de buena ley”.
Un ejemplo de esta lógica de la amistad poética : la de Jorge Enrique Móbili, fundador junto a Aguirre de la Revista, la cual codirigió en sus dos primeros números. Dice Móbili: “La poesía es ahora la cordialidad permanente de la inteligencia y el soporte más grande de las únicas y verdaderas acciones humanas”.
Un deseo, una convicción y también, quizás, una expresión omnipotente. Pero, fundamentalmente, el deseo profundo de un poeta con el convencimiento de la posibilidad de encuentro fundado en “la cordialidad permanente de la inteligencia”. Esa inteligencia sin embargo unió y desunió a todos quienes participamos de Poesía Buenos Aires. La búsqueda incesante de una razón poética apasionada a través de la palabra.
En los años cincuenta, situados en un siglo cruel pero todavía ordenado por ideologías, la búsqueda de la poesía como raíz de la conciencia humana era más clara y aparecía como alcanzable.
En un párrafo de Aguirre. que contiene una cita de Char subrrayada, se dice: … “bajo el chaparrón del hacha insistente del déspota, no nos queda más que sostener con vida un fuego que , entre otras cosas, es su feroz enemigo. Si bien es preciso calar hasta el fondo, no sabemos nada de su eficacia, sólo sabemos que mantenerlo encendido es la única solución”.
El no saber nada de la eficacia de su búsqueda es todavía hoy, y más aún hoy, un desafío del poeta frente a una sociedad basada en ella. Donde lo no eficaz aparece como no humano.
Indudablemente, el movimiento Poesía Buenos Aires, se aglutinó en torno a la Revista y ésta tuvo existencia y continuidad por la acción sostenida de un poeta esencial y, al mismo tiempo, iluminado por un sentido de la amistad en el que fundó su vida.
Hablar de Raúl Gustavo Aguirre es hablar de Poesía Buenos Aires. De los diez años fecundos en que la publicación apareció como una avanzada, tanto por su contenido como por su presentación gráfica y su diseño, que respondían a una estética bien definida en la que mucho tuvo que ver el arte concreto y su búsqueda de una abstracción racional y claridad conceptual.
Pero, volviendo a Raúl Gustavo Aguirre, sin su trabajo y su esfuerzo, sin su calidad humana, pensamos que la Revista P.B.A. no hubiese tenido la influencia que realmente tuvo.
En torno a una mesa, en el Palacio del Café, cada encuentro nos hacía partícipes de una fraternidad con vínculos reales y positivos en torno a la poesía como exposición de la vida misma.
Poesía Buenos Aires, fue anticipatoria y en sus páginas se conocieron en nuestro país, y muchas veces en los países de habla castellana, autores como René Char, Fernando Pessoa, Carlos Drumond de Andrade, Odiseo Elitys, Giuseppe Ungeretti, Emily Dickinson y muchos más… La poesía abierta al mundo como una alianza, encuentros posibles en la dimensión de la belleza y la autenticidad. Pero, también, la diversidad de los textos programáticos o teóricos introdujeron un nuevo campo del modo de ver poético o artístico. Autores como Edgar Bayley, Nicolás Spiro, Francis Ponge, Wilhem Worringer, Georges Mounin, Maurice Blanchot, René Menard o Stephen Spender, Martín Heidegger, Tristán Tzara y el mismo Raúl Gustavo Aguirre, trataron de esclarecer cuál es la senda, cómo es la búsqueda y el poder del encuentro de la exposición artística y poética. Y más aún la tensión abierta a otras voces, otros sonidos, fue la actitud de quienes orientaron las páginas de esta revista navío, jamás de elite, siempre abierta y receptiva, innovadora.
Hoy, “el hacha del déspota” se confunde en aproximaciones virtuales, en imágenes que recorren como fantasmas, un universo distinto donde la imaginación parece ser esclava de la tecnología. Donde es muy difícil obtener una nítida diferencia entre el cuerpo y su imagen, entre el drama real y la sangre distante, mediatizada. Es difícil, hallar un hueco en las “grietas del sistema”. La experiencia totalitaria se instala con la apariencia de diversidad, la búsqueda fraterna se hace más difícil, como anticipó René Char “ojos que, creyendo inventar el día, habéis despertado al viento, que puedo yo por vosotros, yo soy el olvido”.
Hoy se ha despertado el viento, se ha instalado definitivamente entre nosotros, el olvido es la presencia constante. A la luz de lo dicho, por las presiones y las duras experiencias vividas, el recuerdo de Poesía Buenos Aires es un recuerdo vital, reconfortante, alumbrador y nostálgico. Pero, la experiencia de Poesía Buenos Aires fue, además de lo expuesto, el encuentro con una gran exigencia formal, en la que las palabras de todos, hermanos mayores y menores, respondían a una intuición convocante, a una real necesidad de comunicación y presencia. Después de tanto tiempo este recuerdo no deja de tener el valor en cierto modo cristalizado de un documento. Las palabras y los seres humanos tienen distintos tiempos. A veces, las palabras viven y despiertan nuestras conciencias a veces mueren y nos hacen morir.
Búsquedas de poder, estrategias, tentación de la palabra definitiva, nada de esto fue Poesía Buenos Aires, iluminada por el fuego en la intemperie. Cercano a este fuego que vive hoy presente de distinto modo en muchos jóvenes, como éramos, esta memoria de un tiempo que fue hermoso, como dijo Aguirre y que pienso tiene vigencia y un sentido claro allí donde alguien viva la real experiencia que lo lleve hacia la poesía en este duro “oficio de vivir” que nos pertenece.

 

(1) Zenón de Elea (sobre La Naturaleza) Ed Aguilar.
(2) R. G.A.: Introducción al libro “El Movimiento Poesía Buenos Aires”. Ed. Fraterna 1978.
* Luis ladarola . Poeta y ex integrante del Movimiento Poesía Buenos Aires

 

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