TENNESSEE WILLIAMS

Comentarios de Dramaturgos y “Dramaturgia”

Por Pablo Moretti *

 

Un elocuente símbolo poético del teatro. Su obra se destaca por la elevada tensión dramática, los brillantes diálogos, la exploración en las pasiones y los personajes victimizados por la brutal sociedad.

¿Quién es Tennessee Williams?
Tennessee Williams nació con el nombre de Thomas Lainer Williams en 1911, no en 1914 como figura en algunas enciclopedias. Él reconoció “no quiero que se cuenten como parte de mi vida los tres años que me pasé trabajando en una fábrica de zapatos”.
Cuenta Gore Vidal que sólo fueron diez meses y no tres años. Y aclara “Los años se los quitó para poder intervenir en un concurso literario que no admitía concursantes mayores de veinticinco años”.
Thomas Lainer vio la luz por primera vez en el corazón de Bible Belt, Mississippi, un estado ultraprotestante del sur de los Estados Unidos y creció en Saint Louis, Missouri.
A los 17 años viajó por primera vez a Europa con su abuelo materno, el reverendo Dakin.
En la primera etapa de escritor, sus personajes fueron producto directo del entorno familiar. Edwina – su madre- sobreprotectora, manipuladora, asfixiante. Cornelius -el padre- borrachín, picaflor, acosador y ausente. Su querida hermana Rose, a quien la madre “por consejo de los mejores médicos” le haría practicar una lobotomía “para que dejara de pasar de la excentricidad a la locura”. A pesar de su personalidad anulada, seguramente para Tom, Rose fue el afecto más constante.
También aparece su abuelo materno quien, muchos años antes de morir en 1955, había dejado los ahorros de toda la vida a unos desconocidos por razones nunca esclarecidas. Otro extraño suceso que protagonizó el reverendo Dakin fue la quema de todos sus sermones en el jardín. Y por último, la abuela-otra querida Rose- de gran personalidad a quien llamaban Grand. Estos personajes adecuadamente maquillados, incluyéndose a sí mismo, aparecen reiteradamente en sus obras.
A los 28 años comenzó a usar el seudónimo con el que se haría famoso, Tennessee (estado al norte de Mississippi y sur de Missouri) Williams.
En 1944 escribe su primer gran éxito estrenado en 1945 “El ZOO DE CRISTAL”. Sigue una saga de obras memorables y exitosas, en 1947 “UN TRANVÍA LLAMADO DESEO” por el que obtiene el premio Pulitzer en 1948.
“VERANO Y HUMO” en 1948. “LA ROSA TATUADA” 1950. “LA GATA SOBRE EL TEJADO DE ZINC CALIENTE” por la que vuelve a obtener el premio Pulitzer en 1955. En 1956, la versión de “BABY DOOL” (adaptación de sus obras “27 VAGONES CARGADOS DE ALGODÓN”, 1946 y “BLUES AMERICANO”, 1948) que llevó al cine Elia Kazan con un suceso sin precedentes y un escándalo mayúsculo. “DE REPENTE EL ÚLTIMO VERANO” en 1958. “DULCE PÁJARO DE JUVENTUD” en 1959. Y en 1961 “LA NOCHE DE LA IGUANA”.
Todas estas obras fueron llevadas al cine -en adaptaciones propias y de otros autores- por directores de gran trayectoria y prestigio, como John Huston, Joseph Mankiewicz y Elia Kazan, este último el más recurrente.
Interpretadas por estrellas de la talla de: Anna Magnani; Anthony Quinn; Ava Gadner; Richard Burton; Deborah Kerr; David Niven; Geraldine Page; Paul Newman; Elizabeth Taylor; Montgomery Clift; Katharine Hepburn; Carroll Baker; Joanne Woodward; Vivien Leigh; Marlon Brando; y sigue la interminable lista.
Aclamado por la crítica y el público de casi todo el mundo, sólo la revista Time se mostró hostil por oscuras razones. Aunque logró sobrevivir quince dorados años gracias al apoyo de los críticos teatrales de The New York Times y el Herald Tribune, los dos únicos periódicos de EE.UU. que influencian decididamente en la suerte de una obra, con el paso de los años iba a ser desprestigiado por su “promiscua y febril homosexualidad, su alcoholismo y drogadicción”, no obstante en principio sus dramas son netamente heterosexuales. Mientras tanto, era representado en las más importantes salas teatrales del mundo, con un reconocimiento universal sólo comparable al de Eugene O´Neil dentro de la dramaturgia norteamericana.
Cuenta la historia que una vez, en una función en que se pedía a los invitados que se pusieran en fila por orden alfabético, Thornton Wilder (importante y exitoso dramaturgo) se acercó a Tennessee y le dijo; “Creo que Wilder va antes que Williams”, a lo que éste respondió: “Sólo en el alfabeto”.
Escribió relatos cortos durante toda su vida, cuarenta y seis para ser exactos, el primero a los 17 años “THE VENGEANCE OF NITROCRIC” y el último a los 71 “THE NEGATIVE”. Y otras tantas obras breves de las que podemos recordar “AUTO DE FE”, “CARTA A LORD BYRON” y “SALUDOS DE BERTHA”; llevadas magistralmente a escena por el injustamente olvidado maestro (el primero en dar a conocer la obra de Williams en nuestro país) Marcelo Lavalle, en el Instituto de Arte Moderno en 1957, con María de la Paz, María Principito, Nelly Prono y Hugo Caprera entre otros destacados actores.
Siempre tuvo temor a la locura -aparece constantemente en su obra- por sus diversos antecedentes familiares. Hipocondríaco crónico hasta el delirio, en 1969 tuvo una breve estancia en el manicomio. En 1976 publicó sus “MEMORIAS”, aunque la biografía la podemos inferir a través de la impresionante obra.
Nos dice su amigo Gore Vidal en el capítulo del ensayo “Sexualmente Hablando” que especialmente le dedica a Williams: “Había olvidado porqué lo apodé el Pájaro Glorioso, hasta que releí sus relatos. En toda su obra está presente la imagen del pájaro. El pájaro es vuelo, poesía, vida. Es tiempo, muerte: -¿Has visto alguna vez el esqueleto de un pájaro? Si lo has visto sabrás hasta que punto da la impresión de estar todavía volando-”.
En 1983 Thomas Lainer Williams “muere de asfixia causada por inhalar el capuchón de un spray nasal”. Provenía de una ignota familia de clase media baja y protestante. Fue rico, famoso y culpablemente agnóstico.
Tennessee Williams el poeta, ha muerto. ¡Viva el poeta!.
Cualquiera de sus grandes obras tienen hoy una total vigencia porque nada de lo humano es ajeno y en ellas se expresa en un lenguaje poético y sin tabúes.
Argentina conoció varias versiones teatrales de “EL ZOO DE CRISTAL”.
En su último estreno estabamos ansiosos por ver sobrevolar una vez más sobre el escenario, al Pájaro Glorioso.
La obra, que fue sometida a un proceso de “dramaturgia”, tuvo un gran éxito de crítica y público pero Tennessee Williams estuvo ausente.
Thomas Lainer Williams seguramente estaba entretenido con otra cosa y lo único que sobrevoló en escena fue nieve de utilería.
¿Qué sentido tiene la “dramaturgia”? ¿Hacer éxito a costa de los grandes autores? O en otros muchos casos, ¿destrozarlos hasta hacerlos fracasar?.
No cabe ahora mencionar los notables títulos de esto último, porque no es mi intensión hacer leña del árbol caído. Por el contrario queremos hacer un llamado a la reflexión más allá de los éxitos o fracasos.
A mediados del siglo pasado recibíamos con ansiedad las traducciones que nos permitían conocer la dramaturgia universal. Según el diccionario de la Real Academia Española, dramaturgia en su segunda acepción es el “género literario al que pertenecen las obras destinadas a la representación escénica, cuyo argumento se desarrolla de modo exclusivo mediante la acción y el lenguaje directo de los personajes, por lo común dialogado”. Lo que nos dice en su primera acepción es mucho más grave respecto al tema que estamos tratando: “Arte que enseña a componer obras dramáticas”. Creo que no hace falta agregar nada más.
Es claro el sentido de adaptar para cine o teatro obras maestras de la literatura como por ejemplo la novela ”LOS MISERABLES”, que tanto en las versiones cinematográficas como en la versión musical que no hace mucho tuvimos el placer de ver, muestra en quiénes llevaron adelante la tarea, auténtica creatividad.
Tampoco vamos a cuestionar haberse basado en “ROMEO Y JULIETA” para producir el inolvidable film musical “WEST SIDE STORY”. Un clásico de los musicales norteamericanos.
Ahora podríamos preguntarnos: y ¿los directores?
Al encontrarse con el desafío de montar una obra en escena la tarea de un director consiste también en profundizar junto a los actores el texto, las acciones y encontrar el sentido final que quieren darle.
Por supuesto se puede tomar un clásico y “actualizarlo”, aunque en general “un clásico” es tal porque mantiene su actualidad a través de los tiempos. Si se pueden encontrar nuevas ópticas, otras estéticas y renovados sentidos sin modificar los maravillosos textos ( y en todo caso, sería admisible agiornar alguna palabreja que se les atraviese a los actores o al director para lograr el superobjetivo del que nos habla Stanislavski).
Quienes no pueden afrontar la dirección y puesta en escena de una obra clásica respetando el texto que trascendió a su autor, deberían buscar otras obras, acordes a sus posibilidades, y dejar de lado complicidades para enmendar la plana a “los maestros de la dramaturgia universal”.

* Actor. Dramaturgo. Director teatral.

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