Claudio Gabis, un ex Manal

Por PATRICIO FERNÁNDEZ

 

Fuimos los primeros en hacer música en castellano con origen afro,  como es, en este caso, el blues, pero con una fuerte reminiscencia argentina”. 

En el año 2007, el Salón Blanco de la Casa de Gobierno fue el escenario donde quedó marcado un episodio sin precedentes dentro de la cultura nacional: el reconocimiento, ni más ni menos, por parte del gobierno nacional a los músicos más representativos de los diversos géneros musicales.
Claudio Gabis estuvo presente y dentro de este marco realizó un concierto memorable con músicos tan distinguidos como Kubero Díaz o León Gieco. El guitarrista del trío pionero de nuestro rock vernáculo fue premiado por su valioso aporte a la cultura popular y a una trayectoria sin fisuras que supo sostenerlo como a uno de los músicos más prestigiosos de nuestro querido rock argentino.
El ex Manal reside en la Madre Patria desde hace tres décadas y allí pudo asentarse como músico y formador en una de las escuelas de mayor prestigio de España.
En una entrevista concedida a  “Generación Abierta “, en Madrid, se refirió a los inicios de Manal, a su rol como músico comprometido como así también a su pasión por la literatura. Literatura y música: dos pasiones que viven dentro de este singular artista.

G:A.: ¿Por qué te fuiste de Argentina?
C:G.: Me fui en el año 72 a Brasil por varias razones: la más angustiante fue aquélla en la que comenzó el período oscuro del país y luego ocurrió lo que ya todos sabemos hasta convertirse en una época absolutamente siniestra: marzo del 76 con el golpe de estado.
De todos modos, en el 71 Manal ya se había separado y poníamos fin a una serie de responsabilidades profesionales que habíamos afrontado desde muy jóvenes. Yo tenía veinte años cuando comenzamos, sentía una gran necesidad de viajar, de conocer el mundo; fui a la aventura, no me fui por razones políticas pero sí virtuales, no por situación directa.

G.A.: En sólo tres años Manal ha dejado un legado cultural que hasta el día de hoy permanece vigente.
C.G.: Sí, creo que la época ayudaba mucho; era el tiempo propicio para dar a conocer diferentes expresiones artísticas e ideológicas. Por otra parte, la circunstancia de haberse reunido tres tipos distintos pero con mucha polenta, con una precocidad y una inusual madurez desde el punto de vista artístico, resultó impresionante. Todo esto llevó a que una generación de jóvenes especiales nos siguieran y adhirieran a nuestra música, que, de hecho, era también bastante especial en aquellos tiempos.

G.A.: ¿Cómo llegan al primer disco, cuando se encierran a grabar sus primeras canciones?
C.G.: Nosotros veníamos intentando con C.B.C. pero no había ningún acceso a los grandes sellos. Ellos no tenían interés alguno en la Argentina. En otros países sabían que el negocio estaba en la música alternativa, además de la que ya venía existiendo, como el pop comercial – aunque todo es comercial – , pero en la Argentina ninguna discográfica se había dado cuenta de lo que se aproximaba. Fue así como surgieron Almendra y Manal. También nace de unos chicos del Nacional de Buenos Aires (que eran ex compañeros míos)  junto a Jorge Álvarez la iniciativa de un sello discográfico. Álvarez ya venía con una editorial independiente de esa época. Ellos sí se dan cuenta de cómo venía la mano y forman Mandioca, el primer sello discográfico que le da lugar al rock argentino,  y nos propone grabar.

G.A.: Mandioca sale a la pesca de grupos y esto se traduce en la confrontación de unir esfuerzos con los incipientes grupos que no eran más que Almendra, los Abuelos de la Nada y ustedes… 
C.G.: Probablemente si no hubiese existido Mandioca se nos hubiera hecho muy difícil grabar porque, como te he dicho antes, no teníamos lugar en los sellos grandes, no les interesábamos. Mandioca nos salvó la vida.

G.A.: ¿Recordás cuándo toca Manal oficialmente como trío?
C.G.: Fue en el Teatro Apolo, donde se lanza el sello y se  organiza un concierto con el estreno de Manal y Miguel Abuelo, el 12 de noviembre de 1968. Se convirtió en el primer concierto de rock tal como lo entendemos hoy. Los anteriores eran shows. Quince días después, un 27 de noviembre, se repite el concierto con la formación de Los Abuelos consolidada. 

G.A.: ¿Los primeros coletazos de un género que no paró de crecer?
C.G.: Sí. Luego vinieron los conciertos en el Teatro Payró y es en ese momento cuando se solidifica a nivel público de rock en pequeños conciertos, ya que la sala no permitía más de ciento treinta personas y superaba el doble del público el que quedaba afuera. Nosotros tocábamos todos los viernes: otras fechas las hacíamos con Almendra. También tocaban Los Gatos, quienes se habían reunido nuevamente.

G.A.: A los seis meses comienzan una serie de conciertos en el Teatro Coliseo, los domingos a las once de la mañana. Ya se trabaja a sala llena, con más de dos mil personas. Todo esto en un periodo muy breve. ¿Luego viene el Festival PINAP?
C.G.: Sí. Este festival fue organizado por Daniel Ripoll; se hacía en un anfiteatro lindero con el Ital Park. Más tarde, Daniel fue el fundador y director de la Revista Pelo“.

G.A.: ¿ Cómo los trataba la prensa? ¿ Qué lectura hacían del rock?
C.G.: La prensa se da cuenta de que algo está pasando y se hace “Pinap“ , como una revista específicamente dedicada a la música de rock o al beat, como se llamaba entonces. Estaba también la revista “ Cronopios “ pero se destinaba más a las chicas, cubría en su mayoría conciertos de baladistas. Luego hubo otras publicaciones de medios  más interesantes que cuajan en “ Pelo “, ya como revista directamente del movimiento. Más tarde, la prensa en general se hace eco de todo este fenómeno, algunos apoyándolo, otros, tirándole palos.

G.A.: ¿Estaban convencidos de que Manal iba a trascender?
C.G.: Nosotros sabíamos lo que hacíamos. No teníamos la lámpara de Aladino ni podíamos hacer milagros, como asegurar que lograríamos cuanto deseábamos, pero sí teníamos la convicción de que estábamos trabajando con potente energía y que teníamos la posibilidad de generar tanto un cambio artístico como en las costumbres de nuestra generación. Sin traicionarnos, queríamos triunfar; no lo hacíamos porque nos consideráramos sanmartinianos; queríamos vivir de la música.

G.A.: ¿Cuándo comienza tu interés por el blues?
C.G.: Me interesó a los trece o catorce años, como cualquier adolescente  por la música, porque es el vehículo para conocer chicas y aproximarse. Eso me llevaba a escuchar música en la radio y, como yo estudiaba de noche (o mejor dicho, hacía como que estudiaba) atendía a un programa llamado “ Antología de la música negra” , de Néstor Ortiz Federini. Se pasaba todo tipo de música  negra,  desde jazz a rythm and blues y algo de blues tradicional también. Allí descubrí la música de la época que me interesaba: Beatles, Rolling Stones, Ray Charles y otras expresiones o tendencias. Me di cuenta de que tenían una cosa en común: la base del blues. Comencé a llevar discos de la Biblioteca Lincoln, que estaba ubicada en frente del Instituto Di Tella. Tenían un material impresionante: vinilos de folk, country, blues y de John Kenig, también de aquella época, o de Hernán Coleman.

G.A.: ¿Saliste de ahí y fuiste a comprarte una guitarra?
C.G.: A los dieciséis años me compré mi primera guitarra y, sin saber tocar, comencé a hacer mis primeros acordes de blues. Me gustaba el jazz al igual que el rock porque aquél fue un tiempo que permitió que estos géneros transitaran un territorio común: el territorio de lo alternativo y de la sicodelia.

G.A.: ¿Hasta qué punto puede considerarse al rock argentino como pionero del rock hispano?
C.G.: Los primeros han sido los mexicanos pero los argentinos tenían un nivel de información muy directo y han tenido un alto nivel cultural. Los ecos que llegaron a la Argentina de otros movimientos no han sido iguales, ni siquiera similares, a los de origen, aunque nosotros creamos que sí, pero no, nuestro rock lleva además nuestra idiosincrasia  muy particular y muy propia. En los comienzos de los 60, nos enrolamos en nuestro movimiento de rock y empezamos a hacerlo en castellano, con una música muy diferente de la que se hace en otros lugares, con muchos elementos comunes pero con otros que lo distancian. Lo que sí creo es que fuimos los primeros en hacer música en castellano con origen afro,  como es, en este caso, el blues, pero con una fuerte reminiscencia argentina.

G.A.: ¿Por qué razón no trasciende nuestro rock en España?
C.G.: Por la idiosincrasia que describen las letras, el tipo de personaje que representan los rockeros argentinos como Charly o Fito. Ellos son representativos para nosotros pero aquí no los entienden. No ocurre lo mismo con fenómenos como Sabina; hace un concierto en Buenos Aires y llena pero se presenta  acá uno de los nuestros y no pasa nada. Charly describe otra realidad con sus letras y su expresión corporal, y nadie entiende de qué se trata. Luego está el fenómeno eterno del norte y del sur. Parece que la gravedad va de norte a sur y no a la inversa; sin embargo, está la realidad de Calamaro ,que plantó un pie en España y supo imbuirse de la manera de ser española con mucha inteligencia. Para los españoles es un artista español, hablando desde el punto de vista de la música.

G.A.: ¿Has escrito un libro técnicamente musical?
C.G.: Sí, un libro de cuatrocientas páginas que acabó siendo un best-seller pero con bastante orientación literaria por ser un libro técnico. No me gustan los textos áridos.
Me interesa la ficción. Ahora mismo estoy escribiendo una novela basada en el período en el que me convertí en músico, más o menos, desde los inicios del 66 al 68. No hago referencia a Manal; no quiero escribir una crónica. Narro la historia de un joven estudiante del Nacional de Buenos Aires, hijo único de un matrimonio burgués, con un padre profesional, del barrio de Caballito. Hago saber a los lectores cómo me  “degeneré” y me convertí en un músico de rock. Me gusta transmitir a través de esta novela la magia de la vocación, cuando realmente uno acude a su llamado y tiene la valentía de seguirla aunque esté en contra de todo cuanto la gente desea.

G.A.: ¿Qué dijeron tus padres cuando decidiste ser músico?
C.G.: Que iba por mal camino. El músico es considerado el más degenerado de todos los artistas, el que más páginas proporciona a la prensa amarillista. En general, encarar una profesión artística en la burguesía es considerado algo trágico. Mi padre era médico; provenía de una familia burguesa argentina; imaginate: yo queriendo ser músico. Pensaban que fracasaría, que perderían a un hijo. Era una desgracia para ellos hasta que… te empieza a ir bien y cambia todo.

G.A.: Sin embargo, te ha ido muy bien: has recibido un reconocimiento oficial del Gobierno como músico en el marco de los conciertos en el Salón Blanco.
C.G.:
Esto se dio en el marco de un gobierno democrático donde hay elementos para expresar la música en todos sus estilos, con una mirada muy progresista. Si vos entrás a la página oficial de Argentina, encontrás a Manal y Almendra como fundadores del rock argentino. No se dio en otros gobiernos; tal  es el caso del Dr. Alfonsín que tuvo vergüenza de recibir a Cortázar por ser de izquierda.

G.A.: El tango ha perdido espacio por un proceso artrósico y de Alzheimer, en el cual se recordaba sólo el pasado lejano. Creo que a comienzos del 60 perdió su lugar; hoy se ha recuperado…un poco. Uno de los grandes errores fue el de no haber reconocido a Piazzola ni a la gente que lo tuvo como referente. Hay personas en el mundo del tango que se jactan de no hacer o no seguir la línea Piazzola; sin embargo, él ha salvado el tango. Mientras tanto, ¿el rock ha continuado en constante evolución?
C.G.:
El rock perpetuo se ha constituido en una forma de expresión, de lunfardo, con una temática propia, sobre todo en nuestra época y que superó la evolución de otros géneros.

G.A.: ¿Habrá algún regreso de Manal?
C.G.:
No existe razón alguna para que toquemos juntos. Estamos distanciados, no nos vemos, no hay comunicación entre nosotros. Podría haber roces, peleas pero seguramente se solucionarían en dos horas charlando en la mesa de un bar pero no tenemos la posibilidad de que esto suceda. Y tampoco hemos recibido una oferta interesante  de algún productor o alguna discográfica como para hacerlo.

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