JUAN CARLOS CIRIGLIANO

“La música se debe escuchar con el espíritu”

Por LUIS RAÚL CALVO y NORA PATRICIA NARDO

Generación Abierta tuvo la posibilidad de dialogar con Juan Carlos Cirigliano, pianista, compositor, arreglador y profesor de música.
Actuó junto a artistas nacionales e internacionales como Josephine Baker, Ray Conniff, Malcom Roberts, Iva Zanichi, Pedro Vargas, Don Costa (orquesta de Frank Sinatra), Wild Bill Davison, Mario Cosentino, Theodore Bekel, Astor Piazzolla, José Angel Trelles, Eladia Blázquez, Raúl Lavié, Sandra Mihanovich, Adriana Varela, los “Swing Timers” y con el Saxofonista Hugo Pierre. Su música recorrió varios países, realizando giras por Suecia, España, Brasil, EE.UU, Israel, Uruguay, Chile, Paraguay y Canadá.
Ha compuesto música para numeras películas, publicidades, obras de teatro y para la Camerata Montreal (Canadá). Director y profesor de música en su centro y en diferentes lugares del país. Ejerce la presidencia del Buenos Aires Jazz Club y la vicepresidencia de la Fundación Buenos Aires Nuevo Tango. Desde el ’99 integra con Hugo Pierre (saxofonista y clarinetista Argentino) el dúo “Cirigliano-Pierre”. Recibió numerosos premios, entre ellos en el corriente año, la Mención Especial Konex junto al conjunto “Los Swing Timers”.
También ha sido nominado al premio Grammy por el álbum en el que intervino con José Ángel Trelles.

Entre los músicos que estudiaron con él se encuentran Chico Novarro, Chango Farías Gómez, Pedro Aznar, Alejandor Lerner, Atilio Stampone, Osvaldo Piro, Miguel Botafogo, Leopoldo Federico, Edelmiro Molinari, Gerardo Gardelín, Daniel García, y numerosos artistas más.

G.A. ¿Cómo comenzó su vocación por la música?
J.C.C.: A los seis años, en mí casa donde viví de chiquito, mi padre y mi tío tenían una orquesta de tango. Mi padre era pianista y mi tío bandoneonista. Yo era chico y escuchaba como tocaban, como ensayaban. Me habían comprado un violín chiquito de hojalata y yo hacía ruido con ellos. De pronto ellos tocaban y decían “qué pasa, quién desafina”, ese era yo claro, yo tenía oído rítmico, entonces no se daban cuenta, hasta que un día sí se dieron cuenta. A raíz de esto le dijeron a mi papá que me llevara a estudiar porque veían que tenía oído, mi papá intentó enseñarme pero eso no caminó, así que estudié en el Conservatorio de Música.
Allí hice toda la carrera, terminé a los catorce años con los títulos antiguos que otorgaban de Profesor Superior de Piano. Luego seguí estudiando profesionalmente con un profesor, donde iban Horacio Salgán y otros que luego fueron grandes músicos. El profesor se llamaba Cayetano Marcolli.
En ese momento comencé a incursionar en las orquestas profesionales de aquel momento. Comencé con una que fue muy famosa. Cuando me llamaron tenía 39 grados de fiebre, mi madre me dijo ” no te vas a levantar” yo le dije “no me puedo perder esto” así que salí con una bufanda y una gripe terrible y bueno, no paré más, hasta el día de hoy.
La profesión lo va llevando a uno a conocer todo, las distintas ramas, como solista, haciendo experiencia en diversos lugares.

G.A: Hay cuatro facetas profesionales que usted lleva a la práctica, como intérprete, como creador, como arreglador y como docente. ¿Hay alguna de ellas en especial por la que tiene predilección?.
J.C.C.: No, en todas me siento muy cómodo, como compositor, últimamente me encargaron obras de Canadá, para la Camerata Montreal, que es algo así como la Camerata Bariloche, pero a nivel de Canadá, muy bien pago y con muy buena difusión.
Esta es la cuarta vez, la tocaron hace dos o tres días, y me llegó un mail felicitándome y contándome que había tenido muy buena repercusión. La obra se llama Gardeliana que es toda con música de Gardel, yo hice los arreglos. Como arreglador ahora grabo con un músico que viene de Canadá y es argentino; con Trelles, con quien vamos a grabar otro disco. A Raúl Lavié también le hice arreglos para “Balada para un loco” y otros temas. Con los artistas grabé mucho. Luego hice música de Películas, “El pibe Cabeza”, “La súper, súper aventura”, “El inglés de los huesos”, todo eso lo hice con Torres Nilson. También hice publicidad. Tuve a cargo la dirección musical de las obras de teatro: “Están Tocando Nuestra Canción”, la obra con Valeria Lynch; “Familia de Artistas”,de Kado Kostzer y Alfredo Arias, con música de Astor Piazzolla. De repente me toca dirigir, de repente tocar el piano.

G.A: ¿Músico de Jazz o de Tango?
J.C.C.: Las dos cosas, en el jazz estoy más, porque estoy todos los días, pero lo de Buenos Aires lo conozco muy bien. Estuve dos años como pianista tocando con Piazzola y eso me sirvió de mucho, mas otros discos que yo grabé con mi conjunto. Todo es muy versátil. Yo creo que en música uno no se debe encasillar ni encerrar, sino se está limitando.
Los que no tienen otra salida se limitan ellos mismos pero si uno se abre puede hacer un millón de cosas.

G.A: Esto tiene que ver con la plasticidad que uno tenga…
J.C.C.: Sí, claro, con la formación, yo me maté estudiando mucho, igual que con la enseñanza. A mí me encanta enseñar, hace muchos años que lo hago, traje toda la metodología del extranjero acá, en el año 1968 y conmigo estudiaron la mayoría de los profesionales de tango y de jazz.

G.A: ¿Qué le representó actuar con músicos y artistas de la envergadura de Piazzola, Ray Conniff, Josephine Baker, Pedro Vargas, Eladia Blázquez?
J.C.C.: Para mí fue una satisfacción muy grande. Por ejemplo tocar con Ray Conniff, yo de chico iba a bailar y bailaba con Ray Conniff. Resulta que cuando él me llamó para tocar me emocioné de una forma tremenda, también lo que representó estar con Frank Sinatra, Josephine Baker, Pedro Vargas, que para mí fue el mejor cantante de boleros que hubo, un fenómeno.

G.A.: ¿Hubo cambios musicales importantes en las últimas décadas?
J.C.C.: Hubo cambios evidentemente. Yo cuando comparo el tango y el jazz los tomo como dos primos hermanos, pasaron por las mismas situaciones, nacieron en el arrabal, en los prostíbulos de acá y de allá. Respecto al tango, después lo absorbió la sociedad que lo tomó como algo bello, estoy hablando de la gente de la alta sociedad, pero primero lo bailaban en el arrabal. Tuvo una cumbre que fue la década del ’40 y del ’50 también. Pero la Segunda Guerra Mundial desarmó todo. Con la Segunda Guerra hubo una psicosis muy grande con el jazz en los Estados Unidos y empezaron a salir retorcimientos de tipos de música y de costumbres. Recuerdo en Suecia donde estuve trabajando tres años, el hippismo y todos las rebeldías de los jóvenes de esos momentos con lo que había pasado. Eso después se vio con Los Beatles. Todo lamentablemente se fue distorsionando. Cuando Wynton Marsalis vino a la Argentina y le preguntaron porque tocaba jazz y no tocaba rock, el les respondió que no necesitaba tocar fuerte. Creo que con lo que dijo está todo dicho.
Después, habría que analizar que es lo que cada música engendra alrededor. Cuando tocamos jazz se va a escuchar, se escucha con el espíritu, no hace falta otra cosa.
Nosotros tocamos puramente la música de Benny Goodman, música de los ’40. La gente se divierte porque es música pura. La música tiene que ser así: espontánea y fresca.

G.A: Respecto al tango ¿Cuál es su análisis sobre la evaluación del género?
J.C.C.: En el tango tenemos dos momentos: antes de Horacio Salgán y después de Horacio Salgán. Él es el que le dio el cambio de 180 grados, el gran innovador, él cambió todo.
En el caso de Piazzolla, él llevó el tango a una parte más erudita.
Después, yo lo estoy viviendo con Trelles ahora, estamos tocando los mismos tangos del año 20, 30, 40, 80, del año que quieran ustedes. Lo planteamos desde una perspectiva musical, no para bailar. El tango no necesariamente debe ser para bailar, al argentino en general le cuesta entender esto. El tango también se puede escuchar y disfrutar de su melodía.

G.A: Ya que nombró a Piazzolla ¿Cómo repercutió en usted el vinculo musical con Astor?
J.C.C.: A mi me contagió, como digo habitualmente me intoxicó. Pasé los mejores momentos con él. Y lo agarré en un momento muy bueno de su vida, estaba muy contento. Tocamos juntos dentro de una gira muy importante en el Carnigie Hall. Algunos de los espectadores eran músicos por los cuales nosotros teníamos un profundo respeto, así que imagínense lo que fue, luego nos vinieron a felicitar.

G.A: ¿Podemos hablar de algún tipo de música que nos de identidad?
J.C.C.: El tango sin duda. El tango nació y se originó en la Ciudad de Buenos Aires, después pasó a los suburbios del Gran Buenos Aires. El tango es de acá, es el retrato del porteño, con la pinta del compadrito.

G.A: ¿Qué nos puede decir de las letras del tango?
J.C.C.: Bueno, muchas de las letras surgieron de los dramas pasionales que vivían los hombres con las mujeres que trabajaban por las noches en los cabarets. Por eso, ante la sociedad, parecía que todos éramos cornudos, pero no era así, la sociedad, de día, era otra cosa. Mi madre no era así, mi vecina tampoco.
Pero claro, estaba por ejemplo Discépolo, que era un tipo que se clavaba los puñales, pero era por los amoríos que vivía con ese tipo de chicas, en general muy bonitas. Uno se enamoraba, se agarraba flor de metejón, y después venían los problemas.

G.A: En la actualidad se advierte cierta renovación en las letras de tango…
J.C.C.: Sí, justamente me estaba haciendo unas letras en el momento que falleció Eladia Blázquez. Yo trabajé mucho con ella, fue una poeta de Buenos Aires, sin duda, de lo mejor que tuvimos. No pintaba lo de antes, pintaba lo de ahora. Tenía un ángel muy especial. También puedo citar a Chico Novarro, ellos con sus letras renovaron el tango.

G.A: ¿Qué cualidades se deben tener para ser un buen músico?
J.C.C.: Depende de los estilos, pero lo prioritario es el ritmo y el oído.

G.A: Nos decía aparte que a nivel musical lo peor se escucha en la radio…
J.C.C.: Nosotros, los músicos medimos la música por el valor estético, por el grado de elaboración que tenga. Ahora, hay ciertas músicas que no guardan esas normas. Es feo hacer nombres pero cuando me preguntan yo lo digo. Por ejemplo el cuartetazo, es un tipo de música que veo muy limitada, en las letras, en todo. Ese tipo de música jamás va a hacer evolucionar a la gente. Las radios, las emisoras pasan esa música porque para ellas es un negocio, siempre fue igual.

G.A: Proyectos futuros…
J.C.C.: Tengo idea de grabar jazz; con Trelles también pensamos hacer un segundo disco. En esta profesión nunca sabés que es lo que vas a hacer mañana. También pienso seguir con la enseñanza.

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