“NOTAS QUE SABEN A OLVIDO”

Cuando el teatro habla de la memoria

Por ARACELI MARIEL ARRECHE

 

Basta con repasar algunos momentos de la historia del teatro occidental para constatar cómo dicho lenguaje ha sido reconocido, en tanto instrumento eficaz para la comunicación, una herramienta esencial en procesos e intercambios que exceden el ámbito de lo artístico. Sin ir más lejos el siglo XX ha entregado múltiples producciones donde los creadores explícitamente demuestran la intención de vincular su experiencia convivial con la realidad, en la que se insertan buscando de alguna manera incidir sobre los procesos sociales sin por ello perder de vista su subjetividad y la especificidad del valor estético de sus creaciones.
En el marco de nuestro propio campo teatral, la última década ha mostrado la multiplicación de experiencias que ligan al teatro con objetivos extra-artísticos, políticos, de trabajo social, etc. Basta nombrar a Teatroxlaidentidad un movimiento político teatral que funda su práctica en la “búsqueda de los chicos apropiados en la última dictadura militar“, o agrupaciones como Los Rivas que promueven un teatro sanitario participando de campañas para la prevención de las adicciones pasando por otros como los Payamédicos donde el teatro funciona como usina para la creación de herramientas que ayuden en la realidad hospitalaria, y solo son algunos de los nombres de diferentes proyectos a lo largo de éstos últimos años.
Dentro de la realidad del campo teatral contemporáneo, Notas que saben a olvido de algún modo se involucra con dicha mirada del arte, instalándose como un cuerpo escénico que indaga sobre el trastorno cognitivo del Alzheimer.
En tanto espectáculo, Notas que saben a olvido devendrá como espacio de reflexión, promoviendo la comprensión y el mejoramiento de los vínculos entre el paciente de Alzheimer y su entorno.

Sobre el origen del proyecto

El teatro y la Sanidad. Aplicación de herramientas lúdicas para optimizar la relación entre el enfermo de Alzheimer (EA) y su entorno familiar” es el título completo de un proyecto que cuenta con el subsidio para la producción de bienes culturales del Programa Metropolitano de Fomento de la Cultura, las Artes y las Ciencias, otorgado por el Fondo de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a fines del año 2004. Dicho trabajo tiene al especialista en trastornos cognitivos y problemas de memoria, el neurólogo Dr. Carlos Alberto Mangone como responsable del seguimiento científico; en el plano creativo a la Lic. Araceli Mariel Arreche, autora e investigadora teatral, a cargo de la producción de los textos dramáticos, y al director teatral Marcelo Luis Mangone como garante de la escritura escénica.
El objetivo general que sustenta dicho proyecto se concentra en mejorar la calidad de vida de los pacientes de Alzheimer y de su núcleo familiar utilizando al teatro como medio para crear conciencia, informar, formar y contener a la población afectada (paciente y entorno) por el síndrome.
Partiendo de la indagación sobre los comportamientos vinculares entre el paciente de Alzheimer y su entorno se trató de visualizar las diferentes problemáticas que se presentan en la relación según las etapas propias de evolución del síndrome, para desde allí generar un cuerpo dramático que colabore en la promoción de comportamientos más adecuados e incida en el saneamiento de la convivencia de dicha población.
Resultado de los primeros meses de investigación de campo y de indagación sobre bibliografía específica acerca del síndrome fue la escritura de tres obras dramáticas breves: “Anita y Saverio”, “Su nombre es Anita”, y “Feliz cumpleaños, Anita”. que se articulan completando un espectáculo bajo el nombre: “Notas que saben a olvido.”
Actualmente el proyecto está dando sus últimos pasos en la etapa de producción tras un intensivo trabajo de los actores: Raquel Albéniz, Ariel Bonomi, Amancay Espíndola, Leonel Meunier de Lascar, Roberto Saíz, Laura Sterlino y un numeroso equipo creativo: Alfredo Seoane (músico), Jorgelina Herrero Ponz (escenógrafa y vestuarista), Karina Giberti (producción).

Acerca del espectáculo

Precipitándose los últimos meses del año Notas que saben a olvido cobrará su carácter natural, el de Acontecimiento. El teatro Payró abre sus puertas al público en la primera quincena de diciembre, en tres jornadas con entrada libre y gratuita.
Se trata de acercar a un lenguaje artístico una preocupación social, como muchas otras veces y apoyados en la tradición de grandes hombres que encontraron en esta práctica la posibilidad de educar entreteniendo, nos afirmamos en la capacidad de modificación que trae la comprensión de ciertos sucesos.
Notas que saben a olvido elige un camino distinto. No busca llevar la práctica teatral a la realidad hospitalaria sino inscribir en su propio territorio y con sus propias metáforas un problema social, el Alzheimer en el teatro.
Por que sin la memoria, “el sujeto se pierde, vive únicamente el momento, extravía sus capacidades conceptuales y cognitivas. Su mundo estalla en pedazos y su identidad se desvanece. Sólo produce un sucedáneo de pensamiento, un pensamiento sin duración, sin el recuerdo de su génesis, condición necesaria para la conciencia y para la conciencia de uno mismo.” (Candau) Por esto y por mucho más, Notas que saben a olvido decide hablar de la memoria.

Sobre el Alzheimer

El Alzheimer toma el nombre del doctor que la describe por primera vez en 1906, Alois Alzheimer. Es la causa más común de demencia, entendiendo por tal el declinar de las funciones intelectuales del paciente si se lo compara con el nivel de funciones que tenía anteriormente. Dicha demencia surge como resultado de un deterioro neurológico. No se trata de una enfermedad en sí, sino de un síndrome que describe un grupo de signos y síntomas específicos: olvidos frecuentes, fallas de atención, escasa concentración, distracciones significativas. El sujeto que lo padece muestra cambios de conducta progresivos: desgano, apatía, irritabilidad, nerviosismo, humor cambiante. Presenta problemas de comunicación, no encuentra las palabras adecuadas, y tiende a ocultarlo, disimulando los errores o las fallas. Dicho trastorno puede acompañarse de estados depresivos, el sujeto se siente limitado e inseguro, se desvaloriza y pierde su autoestima. Afecta a todos los grupos sociales y no hace distinción de sexo, de grupo étnico ni lugar geográfico. Por lo general, afecta a personas de 60 años y más, aunque puede aparecer en pacientes más jóvenes. Los síntomas más frecuentes se relacionan con pérdida de memoria, confusión, dificultades en el lenguaje, de razonamiento, de pensamiento, desorientación en tiempo y espacio, problemas para llevar a cabo actividades conocidas y habituales, cambios en el comportamiento, humor y personalidad. El deterioro es gradual y progresivo. El Alzheimer afecta a cada persona de diferente manera. Su impacto depende, en gran parte, de cómo era la persona antes de la enfermedad, su personalidad, condición física o estilo de vida. No todas las personas con Alzheimer muestran los mismos síntomas, sino que varían de un individuo a otro. Sin embargo podríamos agrupar los síntomas de la afección en el contexto de tres etapas de desarrollo: etapa temprana, etapa intermedia y etapa tardía. Esta división por etapas sirve como guía para entender el progreso de la enfermedad, para ayudar a los cuidadores a estar alertas a problemas potenciales y permitir planificar las tareas futuras. Cada persona seguramente vivirá el progreso de la enfermedad de una manera distinta.

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