La Llave de la Caverna – Marcos Silber

(Poemas seleccionados por el propio autor para “Generación Abierta”)

Ha publicado dieciocho libros y participado, además en antologías nacionales y extranjeras.
Colabora con revistas y publicaciones en el país y en el exterior.
Es autor de la versión argentina de Raíces (teatro) de A. Wesler, editada por Nueva Visión.
Como invitado asistió al Festival Internacional de Poesía en Medellín (Colombia): al Primer Encuentro de Poetas Hispanoamericanos de Fin de Siglo en Bogotá (Colombia), al Encuentro Internacional de Poesía en Cajamarca (Perú), Festival Internacional de Poitier (Francia) y al Internacional en Caracas (Venezuela).
Es Faja de Honor de SADE 1968.
Primer Premio en Mérida (España) con el libro Preposiciones y buenos modales.
Finalista con “THRILLERS” en Casa de las Américas.
1er y 2do Premio Certamen Nacional de Poesía de la A.P.D.H.
1er Premio Casa de Amistad Argentino-Cubana (viaje a Cuba).
1er Premio (publicación Editorial La luna Que).
Premio 1999 y 2000 Certamen Prosa breve de Contextos (Radio Cultura)
Finalista Premio Internacional: Víctor Valera Mora (Venezuela)
1er Premio Municipal (Poesía), 1998/1999.
Miembro de la Sociedad de los Poetas Vivos.
Miembro Honorable de la SADE.

 

HERMANAS

En el jardín. Son las cinco.
El té llega y se detiene
en el centro de la tarde.
La vajilla respira tristezas de un humo
que se levanta, da la vuelta al mundo
y regresa para su tarea de mañana.
Elvirita, la anciana mayor,
peinado rosario manos – toda anciana-
cierra los ojos para oírse:
“Cuando éramos chicas el cielo era más azul”.
Ricarda, la anciana menor
peinado rosario manos – toda anciana-
cierra los ojos para oírse:
“Si hubiéramos tenido hijos
no nos moriríamos del todo.”

 

EMERGENCIAS

Si se repite la quemazón,
si vuelve la hoguera
a golpearme los portales del pecho,
telefonear a “urgencias”
y llamar a las amadas
conocedoras como nadie
el camino más corto hacia el desarreglado.
Si persiste el siniestro
avisar al hijo mío o a los compañeros
(esos expertos en incendios)
Y si no ceden los azotes
convocar a la invisible mía mamá
siempre lista para el socorro.
Si se repite la quemazón,
si vuelve la hoguera
a golpearme los portales del pecho,
debe saberse: este sujeto no se retira,
no claudica el insaciable fogonero de la palabra.
Debe saberse,
la Pasionaria de mi adentro
manda resistir.
La cegadora no pasará.

 

ESCENA

Adentro de la habitación de una casa
de adentro del mundo
un hombre se clava se congela
en una  prisión sin tiempo,
hechizado por la imagen   postal   cuadro
de su amada, desnuda, que duerme.
Afuera nada sucederá digno de ser contado,
y el sueño, los trabajos, la pasión
harán lo suyo y nadie lo recordará.
El hombre mira.
Ella no sabe que se deja mirar.
Los ojos de todo, del agua, del fuego,
del aquí y del allá
se citan en el hombre que mira
y siente que allí
es el centro de la casa el centro del mundo;
y que entre ese instante y el que sigue
son el dar y el tomar invencibles
de una cinta sin fin.
(Todo llamado de afuera resultará vano)
Reposada la escena.
Gloriosos se los ve. Colosales.
Así, de esa manera, apacible.
Con uno que mira
y otro que se deja mirar

 

RECUERDO  DEL  PRESENTE

Repentino el rápido de la madrugada;
rayo frío con luz de sol al frente de su frente
cruza la estación de mi noche.
Muda la fierrería de película muda,
asusta el grandote que se viene.
Me busca, me alcanza, me atraviesa.
Una sola pasajera -mi amada-
No se detiene la formación. Nadie baja.
Me pierdo se pierde me quedo se aleja.
Mañana y en el mañana de mañana
se repetirá la escena.
Asaltará la estación de mi noche
el rápido de la madrugada
con pasajera única -mi amada-
la partícipe necesaria
con la que juntos reímos y lloramos
y apuntamos:
“lo que mata es la esperanza”
y apuntamos:
“más que el amor cuenta la complicidad”…

 

YO SEÑOR

sí señor
no señor
¿pues entonces quién lo tiene?…

Al gran árbol se le perdió el viento
y dice que la hoja lo tiene.
A la gran sed se le perdió un desierto
y dice que la boca lo tiene.
A la gran sola se le perdió un sueño
y dice que el príncipe azul lo tiene.
Al gran laberinto se le perdió la escena
y dice que el olvido la tiene.
A la gran parra se le perdió un poeta
y dice que el vino lo tiene.
A la grande hambruna se le perdió un desvelado
y dice que la revolución lo tiene.
Al gran amor se le perdió el encuentro
y dice que ni uno ni otro lo tiene.
A mi largo andar se le perdió la vida
y no se sabe no sé quién la tiene.

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