Homenaje a Yves Bonnefoy (2da Parte)

Por JOSÉ MUCHNIK

 

En el N°72 de “Generación Abierta” realizamos un homenaje a Yves Bonnefoy (fallecido el 1ero de Julio de 2016). Reprodujimos en dicha oportunidad una de sus últimas conferencias públicas, pronunciada el 7 de noviembre del año 2013 en el Instituto de Ciencias Políticas de París, que registré con su autorización. Anunciamos entonces que dicha nota sería seguida por un análisis de las reflexiones abiertas por la poesía y los ensayos de Yves Bonnefoy. Recomendamos previamente a la lectura de la presente nota, consultar en el “link” http://www.generacionabierta.com.ar  el texto completo de dicha conferencia, que fue seguida por una serie de preguntas y respuestas, algunas de las cuales retomamos a continuación.

G.A.: Muchas gracias por la emoción transmitida en su charla. Me interesó mucho vuestra afirmación “el inconsciente empuja el texto” ¿Podría profundizarla? ¿Cómo, concretamente, en vuestra escritura, el inconsciente empuja el texto?

Y.B: Es evidentemente una pregunta muy difícil, pues abarca la totalidad del trabajo que podemos intentar realizar. En primer lugar respondería que es de manera empírica que ese trabajo se lleva a cabo, no hay método ni procedimiento para estimular el encuentro con el inconsciente, que no cesa de aflorar durante las horas de sueño nocturno y también durante las horas de vigilia, de manera muy concreta y enigmática está siempre ahí, no pasa una hora de nuestra vida sin que escuchemos una palabra con cierta alteración de su significación audible. Oiremos entonces, percibiremos, grupos de palabras que se forman, que nos sorprenden, tomaremos nota de esos grupos de palabras, es así, a mi criterio, que los poemas se escriben. El poema que escribimos, en todo caso el que por mi parte escribo, no es la continuación de una idea, de un pensamiento, que trataría de expresar dándole forma. En este caso el poema no es una significación, son palabras, que están ahí, que escucho y que se aproximan las unas a las otras, proponiéndose como un enigma a meditar, y poco a poco se constituye un espacio verbal. En el poema intitulado “La hora presente” le diría simplemente que fue la palabra “regarde” (mira) que se me impuso, se diría que venía de otro que mi yo ordinario. Me dije que tendría que saber lo que me decía esa palabra, que me suscitaba percepciones, emociones, hacía aparecer situaciones. Aparecieron entonces en ese poema seres particulares, que no había previsto, que no había convocado, pero que se imponían a mí como interlocutores en ese espacio. Ofelia, Danaé, Desdémona, seres víctima, seres que de alguna manera han sido traicionados por el discurso conceptual, es el inconsciente que hizo aparecer esos nombres. ¿Qué más decir? Decir más sería formular hipótesis aleatorias, prefiero entonces responder a otras preguntas. (Nota: ver al final de esta nota una traducción parcial de dicho poema)

G.A.: Usted habló de la relación de la poesía con el mundo. Cuando usted escribe ¿tiene un sentimiento de liberación o de dolor?

YB: Tal vez sea la misma situación, vemos formarse algo vivo, como experiencias que debemos ampliar a otros. Se  ha comparado a menudo la poesía con la mística, en mi opinión se trata de un gran error. El místico es alguien que en presencia de una realidad penetra en la experiencia de esa presencia al punto de verla disolverse como tal, accede a la unidad, sin duda, pero en una soledad profunda. La poesía no es eso, cuando tiene la experiencia de un árbol o de un río, en un lugar dado, ella se recuerda que es en el lenguaje que el árbol o el río tomaron cuerpo, y que el lenguaje es lo que compartimos con los otros. Ella se recuerda entonces de la existencia del otro, esta experiencia de la presencia que ella hace, plantea la responsabilidad de ampliarla a otros. En este sentido la poesía es una especie de triángulo, constituido por el que experimenta, la presencia a la que él apunta, el objeto profundo, y el otro, el otro humano, el otro ser hablante con quien debe compartir esta experiencia, experiencia que se extinguirá si no es continuada, reflejada, por la mirada del otro, por el compartir con el otro. Ese triángulo es el amor, no podemos estar en poesía si no establecemos con el otro una relación que transgrede las representaciones abstractas del pensamiento conceptual y nos permite encontrar al otro. Hay una responsabilidad central en la escritura poética y esta responsabilidad la sentimos ciertamente de una manera cada vez más dolorosa cuando vemos la “doxa” de esta sociedad, la ortodoxia del momento, los espíritus se apartan de estas experiencias. Estoy profundamente convencido de que la experiencia poética es constante, universal, compartida por todo el mundo. Pero hay situaciones en nuestra historia cultural en que esta experiencia es intimidada por el pensamiento reinante, entonces no se atreve a acceder a ese saber o se resigna. La responsabilidad poética es tanto mayor cuanto más difícil de ejercer y más dolorosa de vivir.

G.A.: Usted hizo referencia a la « unidad », al hecho de que la poesía puede favorecer su emergencia. ¿Puede profundizar esta cuestión?

Y.B: Nosotros vivimos en la unidad, es el pensamiento conceptual que fragmenta, es el pensamiento conceptual que tomando aspectos parciales del objeto, otorga a esos aspectos un nombre que devendrá el concepto, y encadena esos conceptos entre ellos a través de analogías, que facilitarán la emergencia de leyes. Existe una fragmentación original debido al pensamiento conceptual, no estamos más en la situación de unidad. El animal en la naturaleza está de una manera como inmanente, sin distancia, salvo tal vez en los momentos en que tiene miedo. Tiene una experiencia de la totalidad que remonta desde lo profundo. La experiencia discursiva, el discurso del concepto es como poner diques a esa oleada profunda. La poesía tiene que realizar simplemente el trabajo del negativo, desanudar los conceptos. Como saben hay una teología negativa ¿En qué consiste? En designar Dios, la experiencia de Dios, diciendo que no es, Dios no es grande, Dios no es bueno, Dios no es esto ni aquello. Cuando se borran todas las determinaciones que se conceptualizan, la presencia debe remontar, debe hacerse escuchar. Así entiendo la experiencia de unidad en nuestra palabra, no es algo de lejano que hay que descubrir, es nuestra presencia inmediata que hay que tratar de abrir.

Retomemos ahora algunas de las principales líneas de reflexión abiertas por Yves Bonnefoy sobre la poesía y la creación poética. (Nota: Las citaciones fueron tomadas de “L’inachevable” volumen que recopila entrevistas realizadas entre 1990 y 2010. Traducción de las citaciones J.M)

“No soy de aquellos que consideran que la poesía está presente únicamente en los textos de los poemas” 1Y.B establece una clara distinción entre la poesía y el poema. “La poesía está presente en nosotros desde hace mucho más tiempo que las lenguas, y está en consecuencia en mucho más cosas que los poemas”2 “La poesía no es un simple hecho de escritura, no hay razón entonces de que sus intuiciones no tengan su lugar en la pintura, la música y también en la lengua en prosa, la de una novela por ejemplo”3 “Defino la poesía por una intención, un trabajo, una búsqueda, pero de ninguna manera por un texto” “La

poesía es un objetivo inalcanzable, una tarea siempre inconclusa. Lo que llamamos poema es sólo un momento en una búsqueda, una palabra modificada por la memoria de lo poético, pero nunca liberada de formas de alienación. Compararía entonces su escritura a una caminata en la montaña. En una vuelta del camino, la cima aparece entre los árboles y, literalmente, nos ilumina. Luego el camino da vuelta, la perdemos de vista hasta otro punto donde reaparece, pero no necesariamente más cerca.4 Arthur Rimbaud expresó, con la brevedad y claridad de un relámpago, “poesía fijar vértigos”, tratando de transmitirnos la pérdida irremediable entre la intensidad de nuestra presencia en el mundo y el poema que trata de plasmar esa experiencia en un texto. Yves Bonnefoy participa de esta percepción a partir de su propia experiencia de escritura. “El poema está cargado de significaciones que lo estorban, el poema está ahí a la vez como nuestro obstáculo y nuestro progreso, hay en consecuencia que trabajar contra él, la poesía trabaja contra el texto, mucho más, en mi opinión, que lo produce” Es en este sentido que rechaza de manera terminante los “juegos de palabras” como una traición a la poesía. Poeta de una gran exigencia y lucidez con respecto a su propia obra, Yves Bonnefoy afirma “La poesía está amenazada en el poema, está ahí arriesgando volverse simple expresión personal (y reconoce): es lo que pasó con Douve (una de sus obras), tuve que reconocerlo rápidamente”5

 “El deseo profundo de la poesía no es de significar sino de devolver a las palabras de la lengua su intensidad perdida”: Para Yves Bonnefoy el poema nace de nuestra experiencia de la realidad sensible “La poesía no puede alimentarse sino de la relación directa entre una conciencia y el mundo”, precisando que no se trata de una actividad didáctica, que su objetivo no es explicar dicha experiencia. En este sentido insiste a lo largo de su obra en que el poema no nace de una idea ni de un pensamiento conceptual “El concepto sustituye un objeto a la presencia. Mientras la poesía, es recordarse de la presencia, es amar […] El concepto roba al poeta su poema, su verdad, su lucha consigo mismo”6. Tomar las palabras a su nivel conceptual, lleva a tomar de dicha palabra sólo un aspecto de su superficie. “No encontraremos plenamente la palabra, no la cuestionaremos verdaderamente, si no nos implicamos nosotros mismos gracias a palabras que hemos vivido y que devienen como nombres propios, parecidos a aquellos que llevan los seres que cuentan en nuestra vida, y que juegan un rol en el poema, aún si no los señalamos”7. “Si la palabra árbol no es más que el concepto del árbol, como lo da el diccionario o los diversos manuales de ciencias naturales, entonces será una figura del árbol que tendremos presente, pero no será el árbol que tenemos en nuestra vida, en nuestra memoria, en nuestro lugar, con todas sus ramas, con esa relación de inmediatez con el cielo y la tierra, con sus murmullos, sus olores, la realidad misma, la realidad de su existencia”. La poesía debe liberar su palabra de los lazos que el pensamiento conceptual crea entre las cosas “Desligamiento que no será una guerra contra las palabras, que pueden permanecer las mismas, sino un cambio radical, existencial, en la manera de emplearlas”8. El objetivo inalcanzable, la intención poética, es darle otro vuelo a las palabras, favorecer explosiones / encuentros inesperados, entre ellas, más allá de las relaciones establecidas en el lenguaje.

En ese proceso de revelación de la palabra, liberada de sus ataduras conceptuales, el inconsciente juega para Yves Bonnefoy un rol motor en la escritura poética. “El inconsciente, que es el lugar de la poesía, es irremediablemente personal. Podemos trabajar sobre él […] pero solamente a partir de significantes que le son propios, de la memoria que tiene de una infancia única, de las asociaciones que establece entre hechos tomados al azar y que no debemos tratar de borrar: pues el azar como tal, es lo absoluto, es la llave necesaria de toda conciencia verdadera de la vida, de los otros seres, del mundo”9 El rol que le asigna al inconsciente está relacionado con la diferenciación que establece entre estructuras de superficie y estructuras profundas de la escritura , las primeras las asocia a los movimientos de la escritura, las secuencias, las partes de una obra poética “Pero la estructura profunda es completamente otra cosa, es la de las fuerzas que están en nosotros, haya o no proyecto de escritura, la de las experiencias, a veces muy viejas, que hemos hecho y que nos guían, es el conflicto que somos, más allá de las conciliaciones y los equilibrios que la escritura busca producir”10. Como lo subrayaba Baudelaire “el poeta moderno debe ser un crítico, es decir aquel que cuestiona todos los discursos, todos los engaños, y debe entonces arriesgarse en la palabra inconsciente”11

Unidad y Finitud: La unidad, la plenitud, sentir la presencia absoluta, total, de seres, árboles, piedras, viento es otro norte en la búsqueda poética de Yves Bonnefoy. Unidad que perdimos hace mucho tiempo, pues evolucionamos hacia una fragmentación creciente, ya Rimbaud llamaba a “reinventar el amor”, sublevándose contra la separación entre el amor sensual y el amor espiritual que la ideología religiosa impuso durante siglos. Fragmentación creciente en todos los dominios (social, espacial, laboral, científico, urbanístico…), fragmentación que se agudiza por efecto de las nuevas tecnologías, la presencia misma se ve fragmentada entre lo real y lo virtual, hasta la verdad se ve triturada por construcciones artificiales. Para Yves Bonnefoy la poesía puede llevarnos a reencontrar, al menos en parte, la unidad perdida “Esta unidad merece ser guardada en el espíritu, como el horizonte del deseo, porque en ella la parte se volverá el todo, el ser hablante no estaría más separado, la muerte no sería más vivida como la negatividad y el enigma que es para nosotros. La angustia se calmaría, la existencia podría pretender a una harmonía. Y esta unidad, es lo que la poesía, como tal, puede presentir, pues en poesía prestamos atención a la parte sonora de las palabras, a su aptitud a los ritmos, a lo que produce entre dichas palabras, en el verso, una relación que altera renueva la lectura que las lenguas hacen del mundo”12

Al subrayar que el poema no nace de la idea, del pensamiento conceptual, Yves Bonnefoy relaciona la poesía con el sentimiento de finitud: sentirnos seres mortales, en un lugar dado, sometidos a los azares imprevisibles de la vida. “Las ideas generales son intemporales, no nacen ni mueren. El ser, abordado a través de la idea, es percibido entonces fuera del tiempo, fuera de la muerte, hasta ser sólo su sombra, y para reencontrarlo en su plenitud, para reconocer su vida, hay que aprender a verlo como mortal”13  La poesía “toma como objeto no los aspectos generales del mundo sino las situaciones particulares de existencia, no la intemporalidad sino el tiempo vivido, no el espacio sino el lugar donde estamos y del que tendremos que partir, no la naturaleza de las cosas sino la manera de aprehenderla: en lo absoluto, y con el azar como última realidad de nuestra relación con nosotros mismos, el cual tiene como sustancia la finitud”14 La poesía es esa experiencia de la existencia, que perdemos y recuperamos en el transcurso de los días, en el paso irremediable del tiempo, a la vez angustia y esperanza. “Toda una poesía moderna está caracterizada por un juego sobre las palabras, los vocablos, y pierde contacto con la realidad exterior, la realidad de la finitud”.

Leer a Yves Bonnefoy

A la lectura de su obra, sentimos la tensión entre el “maestro ensayista”, el que produce un pensamiento profundo sobre la poesía, el que escribió ensayos sobre Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Paul Valéry, Giacommetti…El que se apoya en ideas y conceptos para analizar dichas obras. Y el “maestro poeta”, el que trata de liberar la palabra de los conceptos y de su lugar en las estructuras del lenguaje, pero que, al mismo tiempo, tiene una mirada crítica, de una gran lucidez, sobre su propia obra, que tiende a la poesía, pero como él dice, se trata de una intención de un objetivo inalcanzable.

Para concluir esta nota los invito a recorrer dos poemas de Yves Bonnefoy, cuya magnífica obra no nos cansamos de descubrir.

 

La hora presente (extracto)

 

I

 

¡Mira!

Un rayo invade el cielo, esta noche todavía,

Toma la tierra en sus manos, pero duda

Casi se inmoviliza. Se lo ha creído

 

Una frase, una firma, no, titubea, vacila,

Vemos que cae, iluminando,

Uno en los brazos del otro,

Sueño y muerte.

 

El rayo una ilusión,

También el rayo.

 

Una ilusión, la forma

Que se despliega, un sueño

Que abraza la forma, y va a caer

Con ella, quebrada,

Desposeída de sí, en sus confines,

Ahí, de nuestra noche, aquí,

La hora presente

 

Mira, ve.

Mira, teólogo,

¿No crees tú que Dios

Se haya cansado de ser?

 

Te imaginas

Que él no llega al fin, siendo infinito,

Consigo

Pero tú sabes que ningún sacrificio, en sus altares,

Ni aún el sacrificio de su hijo,

No despierta más su deseo.

 

Se da vuelta

Hacia aquella que dormía cerca de él,

El alma del mundo,

Tocará su brazo, su cadera desnuda,

No la despertará.

 

Él descenderá

En sus jardines, de terraza en terraza,

Deteniéndose, a veces,

Como esas bestias

Que se inmovilizan de golpe

Por un ruido, una sombra,

 

Él no escuchará

El murmullo del cielo. Menos aún

El grito de desesperación. Ni siquiera

El alarido de la bestia degollada,

Ni siquiera

Las notas indecisas de la flauta

De un pastor retrasado bajo la última haya.

 

[… ]

 

 

 

Vamos, vamos todavía

 

III

 

Y palabras, todo eso, palabras ya que, de verdad, mis prójimo ¿qué otra cosa tenemos? Palabras que se retuercen baja nuestra pluma, como insectos que matamos en masa, palabras con grandes astillas, que nos lastiman, palabras que prenden fuego, bruscamente, y hay que aplastar ese fuego con nuestras manos desnudas, no es fácil.

 

Palabras cuyos enredos, disimulan agujeros, donde no hacemos pié, y resbalamos, lanzando gritos, pero poco importa, nuestra vida, es tan poco pensamiento ¿¡no lo creen!? Rápido, retomamos, volvemos a hablar.

 

Y yo les decía, mis escasos compañeros ¿les decía, no es así, que amanece? Vamos, avancemos todavía, recojamos todos nuestros deseos, todos nuestros recuerdos, ustedes esos gritos, esos llamados, esos alaridos, esos llantos, y yo con ustedes esas risas, esas grandes risas tan lejanas de todas partes bajo el cielo tan bajo ¡que lo tocamos con nuestras manos tendidas! Es evidente que amanece, mis amigos, evidente que se estrella sobre nosotros, recolorea todo, se lleva y dispersa todo.

 

Traducción J.M

 

 

 

1 Las citas que no tienen referencias son extraídas de su conferencia del 7-11-2013 http://www.generacionabierta.com.ar/?p=101

2 Extraído de « L’inachevable”, entrevistas sobre la poesía (1990-2010), Ed. Albin Michel, France, 2010. Entrevista con D. Laroque “Sobre la arquitectura”, (p.15)

3 Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con B. Bonhomme “Sobre la poesía en francés”(p.157)

4 Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con Yannick Mercoyrol y Jean-Luis Thibault (p.283)

5 Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con Ahmet Soysal (p.369)

6 Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con Pedro B. Rey (p.346)

7Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con Jena Roudaut(p. 215)

8 Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con B. Bonhomme “Sobre la poesía en francés”(p.162)

9 Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con Jania Sarno (p. 316)

10 Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con John T. Naughton (p.196)

11 Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con Pedro B. Rey (348)

12 Extríido de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con John T. Naughton (p.191)

13 Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con Tom Van de Voorde (p.355)

14 Extraído de « L’inachevable” (op. Cité). Entrevista con Ahmet Soysal (p.373)

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