Antonella Seibane – Un compromiso con la vida

 

Por  NORA PATRICIA NARDO

 

Antonella Seibane fuente de inspiración, de admiración y de luz por su entrega a los seres que amó y admiró, por su pluma, creatividad, por continuar entusiasmándose con los relatos e inventar historias inquietantes. Voz única y sensible.

Luchadora por los derechos humanos y los derechos de la mujer desde su juventud, le preocupaba la injusticia social. En cada relato e historia uno advierte su minuciosidad en la observación de la realidad, su inquietud investigativa. Relataba con intriga aquellos hechos que han marcado su subjetividad, a la vez meditaba acerca de los problemas actuales con sabiduría y rebeldía, libre de ataduras y prejuicios. Su vocabulario era sencillo y exquisito a la vez.

Conocedora y amante del arte y la cultura, se cultivó realizando diferentes cursos relacionados a la literatura y escritura, a las artes visuales, a la historia argentina, al idioma del Dante.

Su increíble memoria y lucidez la acompañó durante toda su vida, su actitud frente a los obstáculos, siempre con una sonrisa nos decía ante un problema: “aptitud mental positiva, esto también pasará”.

Buscó ser árbol frondoso y trascender. Su profesor de literatura Pablo Matteuci nos dice: “demasiada luz para este mundo tan oscuro, única y distinta”.

En su primer libro “Memoria de los días” (2003) “Antonella Seibane” evidencia sabiduría y creatividad en el tratamiento de sus reflexiones, testimonia una gran sensibilidad y riqueza espiritual. Señala: “La vida tiene un largo camino a recorrer. ¿Quién podría disfrutar de ella sin temores, ni angustias, ni tristezas? Encontrar la senda llana, sin malezas, ni espinas. Prodigarse y extenderse al más allá de las cosas superfluas”. “Sentirse viva, abrazar la vida, amar, compartir eso es maravilloso (…) Volar como los pájaros, esparcir los trinos, llenar el espacio con fantasías, tendida sobre el verdor del césped, con un cielo luminoso”.

“Seguir, seguir, sin oponer resistencia, todo es pasajero y el amor hace milagros”.

Nos dice de este libro el escritor Roberto Romeo Di Vita: “Sus poemas son sencillos y tienen la frescura de los límpidos sentimientos. La prosa nos lleva por senderos, donde esas fotos de color sepia nunca se olvidan, tampoco pueden olvidarse sucesos que fueron marcando nuestra historia, casos como el del capitán Dreyfus, acusado de traición a la Patria, por el alto mando en Francia, en su condición de minoría judía y defendido genialmente por el escritor Solá”.

Esos “49 aunténticos” que vistieron con trajes a tantos hombres de Buenos Aires, sus jingles famosos, y todas aquellas películas, óperas, ballet, obras de teatro, y pinturas, que están en el corazón de estos textos y son reflejados con admiración y nostalgia por nuestra Antonella Seibane.

En el prólogo de su libro “La casa de tus sueños y otros relatos” (2012) expresa el ingeniero Francisco José Díaz Alejo a sus más de ochenta y ocho años, el mensaje que emite la autora es: “aún todo no termina, recién comienza”.

Interpretaba con un estilo personal cada uno de los personajes de sus historias, poniendo al desnudo de un modo brillante y sutil algunos aspectos más escabrosos de la condición humana. (…) “Allí ambos nos dejábamos seducir por ese clima tan propenso a los sueños, nuestras miradas se confundían mientras el amor brotaba desde un lugar muy profundo. Será por eso que me identifico tanto con Mario Benedetti, muy pocos escritores describen con tanta sensibilidad, estos sentimientos tan carnales y espirituales quedan sentido a nuestra existencia. ¡Ah! si

yo fuera Mario Benedetti no dejaría nunca de escribir”. Por momentos su tono es confidente transita por los diferentes instantes de la vida, alberga recuerdos de épocas pasadas, recorre el presente con inquietantes historias donde la realidad y la ficción se fusiona de un modo magnífico, nos dice “¡Puchero! no es una palabra que usan nuestros nietos en esta época digital. A mediados del siglo pasado era común comerse un pucherito. Luego fue quedando en el olvido por el costo del mismo y porque la comida chatarra fue ganando la delantera”.

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