FRANCISCO URONDO

La Palabra en acción

Por Pablo Montanaro

 

En estos días la editorial Homo Sapiens anuncia la aparición del libro Francisco Urondo. La palabra en acción, biografía de un poeta y militante, escrita por nuestro colaborador Pablo Montanaro.
En esta nota Montanaro recorre la trayectoria literaria de Urondo y, además, su compromiso con la acción armada de los años ’70, primero militando en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y luego en Montoneros, que lo llevó a dar la vida el 17 de junio de 1976 en Mendoza.

Francisco Reynaldo Urondo decidió transitar sus 46 años de vida por dos caminos asumiendo un compromiso pleno y sin contradicciones. Por un lado, las distintas formas de ejercer la escritura para dar cuenta de la realidad y, por otro, la militancia política que lo llevaría a entregar su propia vida “para que nada siga como está”.
Nacido el 10 de enero de 1930 en la provincia de Santa Fe; desde pequeño, imagina historias cuyos personajes son figuras humanas recortadas de revistas y más tarde las representa él mismo junto a su hermana Beatriz, en el patio de la casa para parientes y amigos del barrio. A fines de los años ’40 logra volcar sus inquietudes artísticas, a la par que otros tantos jóvenes santafesinos, en El Retablillo de Maese Pedro, pequeño teatro de títeres fundado por el futuro cineasta Fernando Birri.
El contacto con lo que sería su primera formación estética se concreta cuando Jorge Enrique Móbili le presenta a un grupo de poetas que desde la primavera de 1950 editan una revista llamada Poesía Buenos Aires, claro exponente de las nuevas corrientes vanguardistas -especialmente el invencionismo- que asomaban en la segunda mitad del siglo XX. En cafés, bodegones o en asados Paco Urondo comparte interminables charlas exaltadas por el humor y un gran fervor por la poesía con Raúl Gustavo Aguirre, Rodolfo Alonso, Osmar Bondoni, Omar Aracama, Jorge Carrol, Luis Yadarola, Mario Trejo y Edgar Bayley, entre otros, integrantes de aquel grupo. “Tengo los mejores amigos de la tierra y/ los quiero de corazón, con toda mi mala memoria: ellos/ sufren las angustias y las revelaciones/ de esta época torva que nos toca vivir (…) volcados/ ciertamente sobre la vida, respirando/ este aire que enriquecen, me sonríen/ y se levantan a tocar los augurios buenos o malos,/ a golpear/ diariamente los tobillos/ de la realidad. A dar gracias por nuestra suerte”, escribe muchos años después en La amistad, lo mejor de la poesía.
Dedicado plenamente a la poesía, observa asombrado como los poemas se van acumulando y, entonces, un “silbido” que antes sonaba ajeno y, a la vez, lejano ahora se instala más cerca porque el que silba (el que escribe) es él mismo. De su propio silbido, nace La Perichole, primer cuadernillo de poemas de veinte páginas, mimeografiadas, publicado en 1953, en las que recrea las andanzas de Micaela Villegas, amante de don Manuel de Amat y Vinent, virrey del Perú en el siglo XVIII. El lenguaje que utiliza para retratar esta historia es irónico, preciso y exceptuado de todo lirismo.
Luego llegan, ahora sí en forma de libro, Historia antigua (1956), cuya prosa exhala cierto aire proveniente del surrealismo, y Breves (1959), en el que Urondo concentra al máximo los versos –algunos hasta de una palabra-, abandona la puntuación y el uso de las mayúsculas: “signo del crepúsculo// noche// hay que pasar la noche/ tocar la oscuridad”, “este tiempo/ sin estaciones/ sin textura para el amor// este tiempo/ de escombros/ y de promesas// este tiempo/ y el triste desamparo/ de tus palabras”
A partir de los años ’60 desarrolla una vertiginosa y notable producción abarcando diversos géneros de la creación literaria.. Publica los libros de poemas Lugares (1961), Nombres (1963) y Adolecer (1968). Justamente en Nombres Urondo deja atrás toda vinculación estética predominante en la mayoría de los poetas de Poesía Buenos Aires para alcanzar un lenguaje despojado de toda retórica, utilizando “las palabras cotidianas con la misma sencillez de un diálogo entre amigos” -según Horacio Salas-, apostando a versos más extensos y ampliando la temática donde aparece la ciudad, el amor, la política, el mundo… En esta etapa el poeta trabaja en una zona donde la necesidad es atender lo que transcurre y sucede a su alrededor pero también darle lugar a las encrucijadas interiores tal como refleja el poema Como bola sin manija: “puedo investigar o escribir luminosos párrafos/ que abrirían por sí el futuro/ puedo ser un intelectual responsable o desaprensivo/ firmar o no firmar traicionar o jugar a la lealtad/ (…) puedo elegir mi destino/ aunque no sepa darle forma adecuada/ ni por dónde empezar”. Todo eso y Al tacto, son los libros de cuentos aparecidos en 1966 y 1967 respectivamente, que no alcanzan la solidez que transmite su obra poética. Asimismo analiza los movimientos poéticos surgidos entre 1940 y 1960 con el ensayo Veinte años de poesía argentina (1968). Estrena la obra teatral Sainete con variaciones (1966) y tres años después Homenaje a Dumas con la finalidad de rescatar las lecturas de infancia y adolescencia e intentar “desmitificar los corajes sin dirección, la valentía por la valentía misma y las pasiones absurdas”. Como guionista trabaja en la adaptación del cuento Noche terrible de Roberto Arlt y en las películas Pajarito Gómez (1965) –en la que aparece como extra bailando en una escena del final- y Turismo de Carretera (1968), todas dirigidas por Rodolfo Kuhn. Adapta para la televisión Madame Bovary de Flaubert, y Rojo y Negro de Stendhal. Ejerce el periodismo en los semanarios Panorama y Primera Plana.
Descendiente de una familia de extracción liberal, con tíos radicales y un padre dejado cesante en la Universidad Nacional del Litoral cuando la primera presidencia peronista, Urondo vivió muy de cerca desde siempre los acontecimientos políticos. Con estos antecedentes, más la Revolución Cubana en 1959 que marca a fuego la posibilidad de un mundo mejor, y la firme convicción de ejercer una literatura que mostrara la realidad, no era difícil predecir su futuro compromiso a través de la acción.
Lo afronta porque para él no existen diferencias entre la poesía y la política, están en el mismo terreno, porque “los compromisos con las palabras llevan o son las mismas cosas que los compromisos con las gentes, depende de la sinceridad con que se encaren tanto una actividad como la otra” y pretende ser un poeta y un militante “digno de llevar esos nombres”. Son dos sus objetivos, llegar “a vivir en el corazón de una palabra” y ser testigo de “la revolución, el salto temido y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia”.
Cuando en 1970 aparece un nuevo libro de poemas, Son memorias, su compromiso con la acción está en el corazón de sus días: ingresa a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que luego se fusiona con Montoneros.
Decide dejar de escribir ficción para elaborar libros testimoniales porque la realidad del momento le parece “tan dinámica” que la prefiere a toda ficción y continuar también con la poesía porque para Urondo ésta es “una especie de fatalidad”. Resultado de la postura: la novela Los pasos previos (1974), que es la historia de unos héroes anónimos durante el período revolucionario que se inicia antes de 1966 y finaliza tres años después con el Cordobazo.
Las urgencias y otros asuntos de la militancia, incluído un tiempo de vida clandestina, no lo alejan de su pasión por la poesía. Reúne en Todos los poemas (1972) sus escritos entre los años 1950-1970 e incluye el mencionado Son memorias y un libro inédito cuyo título, Poemas póstumos, suena paradójico o mejor dicho real para alguien que convive con la muerte aunque afirma sin vanidad alguna que “la vida es lo mejor que conozco”. Ambos libros exhiben una mirada más descarnada, desafiante y el humor es más filoso, sin embargo persiste el sentido de la búsqueda esperanzada del destino luminoso porque su confianza “se apoya en el profundo desprecio/ por este mundo desgraciado”.
Un ejemplo mayor de la apuesta de Urondo por producir libros testimoniales es La patria fusilada, que reproduce la conversación que durante dos días (24 y 25 de mayo de 1973, a horas de la asunción de Héctor Cámpora al gobierno) mantiene en una celda de la cárcel de Villa Devoto con los tres únicos sobrevivientes de la masacre de Trelew. Había sido encarcelado en febrero de ese año acusado de participar en actividades subversivas lo que suscitó una intensa campaña a favor de su liberación por parte de numerosos intelectuales y artistas nacionales e internacionales como el caso de Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Carlos Fuentes, Pier Paolo Pasolini, Gabriel García Márquez, entre otros.
“Del otro lado de la reja está la realidad, de/ este lado de la reja también está/ la realidad: la única irreal/ es la reja;/ la libertad es real aunque no se sabe bien/ si pertenece al mundo de los vivos, al/ mundo de los muertos, al mundo de las/ fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o/ de la producción./ Los sueños, sueños son…”, escribe en prisión.
Una vez liberado, se desempeña fugazmente como Director del Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras y posteriormente con Miguel Bonasso, Rodolfo Walsh y Juan Gelman funda el diario Noticias siendo responsable político y secretario de redacción del mismo.
Dos meses después de producido el golpe militar de 1976, la conducción de Montoneros destina a Paco Urondo a la provincia de Mendoza. El 17 de junio, al salir de una reunión con su mujer, la hija de ambos de menos de un año de edad y otra militante, es emboscado por fuerzas militares, momento en que Paco Urondo se toma la pastilla de cianuro para no ser atrapado con vida por el enemigo. “A ellos,/ hijos, mujer, dejo todo lo que tengo, es decir,/ nada más que el porvenir que/ no viviré; dejo la marca/ de ese porvenir”, versos del poema Sonrisas que bien pueden leerse como testamento.
Su caída final como también el fracaso de una generación que soñó y luchó por una revolución y al final de la partida se encontró con 30.000 desaparecidos, silenciaron durante más de dos décadas su obra poética; apenas rescatada con la publicación de Poemas en batalla, antología preparada por Juan Gelman editada por Seix Barral en 1998.
La poesía de Paco Urondo es un roce de almas enfrentadas al destino y en permanente lucha para desafiar la intemperie de un mundo que continúa enfermo. La poesía aún sigue rindiendo batalla para alcanzar ese mundo “luminoso y alegre”.

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