Artistas de los años noventa, ochenta y sesenta en el Centro Cultural Recoleta

Un comentartio sobre las obras de Juan Carlos Lasser, Danilo Danziger, Otilio Moralejo y Norberto Martínez de sus últimas obras.

Rosa Faccaro

El Centro Cultural Recoleta acaba de inaugurar nuevas salas de exhibición, en la que podemos ver espacios que consideran las nuevas experiencias fotográficas y nuestro acervo artístico, como en el caso reciente de artistas pintores de los años sesenta.
En las salas contiguas exponen las generaciones más jóvenes como el pintor Juan Carlos Lasser conocido dentro de las corrientes abstractizantes, que presenta trabajos de grandes dimensiones.
Empleando contrastes cromáticos el artista pudo estructurar un tejido espacial de suma complejidad. Podemos advertir en la obra de Lasser un cambio en el modelo puramente bidimensional de sus obras anteriores. El espacio está configurado por fuertes diagonales donde las formas orgánicas de su repertorio signico se visualizan con direcciones de fuga. Percibimos que los fragmentos- al cual el artista adhería en sus paradigmáticas ensambladuras y suturas anteriores- imbricaciones que se transforman en fuertes estructuras cambiantes, siendo contenidas dentro de módulos compuestos en dípticos y trípticos, sumando nuevas alternativas de visión narrativa. Más saturado el color, con más contrastes valorativos se ensalza el espacio en los juegos de la luz cromatizada que cumple un rol importante. La materia licuada en algunas obras expresa una atmósfera sensible. Las pinceladas de su escritura pictórica se visualizan con mayor énfasis expresivo, deno-tando un acercamiento a la pintura mexicana y al clima latinoamericano en cuanto a la tónica cromática y estructural de esta serie.
Danilo Danziger es un destacado artista de los ochenta, las piezas escultóricas derivadas de formas pregnantes, responden a la ley de la buena forma, ya investigadas por la psicología gestáltica, también nos recuerda aquellas figuras geomé-tricas ideales de las que hablaba Platón.
El montaje de estas piezas juegan un rol importante, ya que estas esculturas están montadas sobre planos bidimensionales blancos que reflejan las sombras coloreadas de la proyección escultórica, realizadas en aluminio, hierro y acabadas en pintura al óleo.
Un minimal art, donde se expresa una sensibilidad pictórica, se puede advertir en estas obras actuales, ya que las superficies gozan de un tratamiento de fina textura y colores de alta luminosidad pintadas al óleo mate. Suaves y breves intervalos de colores, crean una atmósfera para contemplarlas. Se puede pensar en la ecuación color-textura-estructura, de estas piezas que evidencian una capacidad del artista para trabajar con una visión de suma síntesis.
Otilio Moralejo es fotógrafo, pero más que fotografiar escenas recreadas y armadas por él, este artista es un investigador visual. Sus descubrimientos en cuanto al tiempo y la captación del mismo en sus aspectos secuenciales, se torna una documentación de un atractivo poco común. En las sucesivas transformaciones de uno de los elementos de la naturaleza, como el agua, crea una serie de fotografias en las cuales podemos ver sus etapas transformativas. El agua y las propiedades que ella tiene para un observador obsesivo, inteligente y pertinaz como Moralejo, las deriva en finas y agudas invenciones imaginarias. Esta virtud se ve ilustrada en la experiencia de la serie “Poética del Instante”. Fotografiada las gotas de agua en su poder reflejante y en la captación del tiempo de su caída, invita no solo a fijar la vista en las anamorfosis de los retratos elegidos, sino en volver a repensar en esa sana curiosidad de los fenómenos cotidianos y detenerse a ver en ello lo que pasa inadvertido a los comunes observadores. “Estados Transitorios” es un ejemplo de lo que puede variar ese humor creativo, escogiendo figuras míticas como Gardel, el Che Guevara o Perón, a través de luces adecuadas expuesta en un cuarto oscuro y en ritmos secuenciales luminosos que trabajan de acuerdo a una programación sobre sus efectos visivos.
En otras oportunidades el juego macabro de los soldaditos en acción de guerra, es una especie de trampa siniestra para contemplar paisajes bucólicos de nuestra geografía no reconocidos, por el lugar insólito en que ha sido ubicado el paisaje dentro de una escena trágica y a la vez de una gran belleza. Como si el horror y la belleza conjuraran el miedo y la crueldad de estas escenas cuyo montaje y autoría le pertenecen al artista.
Norberto José Martínez (1970), en la instalación “Pleura” muestra ese amor por todo lo gráfico y nos recuerda su actuación en artecorreo donde realizó varias convocatorias.

Integrante del grupo Fosa, se le conoce por sus trabajos en video arte y performances. Esta muestra instalación “PLEURA” vuelve a considerar el arte lejos del acto sacral. Puesta a consideración la vida cotidiana pueden verse en la instalación vestiduras flotantes que poseen un emblema que surge como cuerpo y mito ensamblados. La gráfica en telas con dibujos alegorizantes, se visualizan desde lo más “íntimo de las prendas con corazones pintados y prendidos al pecho en una variedad de movimientos aleatorios producidos por la circulación del aire en la sala donde está ubicada la instalación como un hálito de frescura, recordando ese aire de la memoria aérea de las vidas trashumantes.

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