Sergio Rascován*
“En un escenario social dominado por el mercado que promueve una cultura homogeneizadora de la condición juvenil, surgen y se desarrollan diferentes experiencias de carácter contra hegemónico (…)”
Entrevista a cargo de NORA PATRICIA NARDO
G.A.: A principios de este siglo Generación Abierta tuvo el gusto de entrevistarte, en aquella ocasión estuvimos charlando acerca de los adolescentes, sus preocupaciones, el imaginario social que había acerca de la adolescencia, el rol de las instituciones educativas. Hoy, después de 18 años como lo pensás …
S.R. La pregunta esencialista, qué es la adolescencia, qué es la juventud podría reemplazarse, por cuál es el imaginario social que existe acerca de ellas. Creemos que en torno a la adolescencia y a la juventud se ha construido un imaginario cuyo principal eje es la homogeneización. Esto es, la existencia de un conjunto de ideas, creencias, opiniones que puedan servir de explicación a variados aspectos de los adolescentes y jóvenes, como si fueran un todo compacto, como si todos los adolescentes y jóvenes fueran iguales, por el hecho de ser así nominados.
En las diferentes etapas históricas, la adolescencia, la juventud es portadora de determinadas características. A la manera de un signo, se le adjudica un conjunto de valores socioculturales con los que predominantemente se las reconoce. Tanto ayer como hoy, el imaginario social se relaciona con las lógicas de poder, con las expectativas que la sociedad –adulta– tiene en relación con “su” adolescencia y juventud, y que pueden ser aceptados y/o legitimados como propios por los sujetos que transitan por esa etapa vital.
Las fronteras de la juventud son culturales antes que meramente etarias, en la medida que están socialmente construidas. Por lo tanto, varían histórica, geográfica y culturalmente.
G.A.: En el libro “Entre adolescentes y adultos en la escuela” desarrollás la cuestión de la subjetividad …
S.R. La categoría subjetividad ha permitido integrar lo idéntico y lo diferente, la estructura y el acontecimiento, lo individual y lo social, lo público y lo privado.
Si aceptamos esta premisa, la indagación de la subjetividad consistiría básicamente en la interrogación de los sentidos, las significaciones y los valores que produce una determinada cultura, su forma de apropiación por los sujetos y los efectos sobre sus acciones prácticas. La subjetividad no es otra cosa que una producción histórica de las significaciones imaginarias que instituyen formas de vivir la existencia humana.
G.A: Entonces … ¿la subjetividad remite tanto a lo social como a lo individual?
S.R. A través de lo que llamamos subjetividad el ser humano se constituye como tal, ingresando al mundo simbólico, cultural, regido por las lógicas del lenguaje. Al hablar de subjetividad nos enfrentamos con aquello que resulta irreductible a la trama que conforman la sociedad y los sujetos que la componen. No hay sujeto sin sociedad, ni sociedad sin sujeto. Los procesos de acogida al mundo humano y los recorridos ulteriores que se transitan a lo largo de la vida, van cambiando de acuerdo a las épocas, produciendo diferentes formas de vivir, de producir subjetividad.
Las instituciones sociales son quienes instituyen las formas de organizar la subjetividad. Si la familia y la escuela fueron (y en buena medida siguen siendo) las principales agencias de subjetivación, en la actualidad la comparten (o pierden terreno) frente a los discursos mass mediáticos y las tecnologías de la información y comunicación.
G.A.: ¿Cómo calificarías la subjetividad de época?
S.R. En la actualidad, la subjetividad socialmente instituida es mercantil, en tensión con la subjetividad estatal debilitada. Subjetividad que se configura como consecuencia de los poderes hegemónicos pero, también, con la existencia de un plus singular como efecto de los procesos de subjetivación. Frente a la subjetividad mercantil, socialmente instituida como hegemónica, surgen otras formas de habitar el espacio y el tiempo, un campo de cierta autonomía respecto de las formas dominantes. En este sentido, la subjetivación sería el revés de la subjetividad instituida.
En un escenario social dominado por el mercado que promueve una cultura homogeneizadora de la condición juvenil, surgen y se desarrollan diferentes experiencias de carácter contrahegemónico, distintas formas de resistencia en las que sujetos llamados adolescentes y jóvenes, construyen procesos de subjetivación alternativos, con sus propios saberes, relaciones de poder y estéticas.
G.A.: Pareciera que aún continúa este fenómeno de “moratoria social”, no tener nuestros jóvenes apuro en crecer, en ser adultos, este darse tiempo de no elegir una carrera en el momento de salir de la escuela media o ir cambiando de carrera hasta encontrarse en alguna de ellas sin que esto les produzca demasiada angustia, como quizás nos pasaba a nosotros en nuestra época donde queríamos ocupar un rol más activo y donde disputábamos cierta autonomía y responsabilidad más rápidamente… Quizás está pregunta no se generalice con los sectores más desprotegidos que necesitan prontamente insertarse en el mundo laboral…
S.R .Una de las cualidades propias que se le atribuye a la juventud es la condición de moratoria psicosocial, categoría que se ha instalado y que requiere su elucidación crítica. En su libro Identidad, juventud y crisis, Erik Erikson (1971) sostiene que la moratoria psicosocial es un tiempo que el adolescente necesita para hacer las paces con su cuerpo, para terminar de conformarse y para sentirse conforme con él.
Durante ese tiempo el adolescente se enfrenta a una lucha entre los objetos viejos que debe abandonar y los nuevos que va a tomar. Así va construyendo su propia subjetividad, a través de pérdidas y nuevas adquisiciones.
La moratoria psicosocial corresponde a la necesidad que tiene la sociedad para organizar su producción económica, y también cultural. En las sociedades capitalistas modernas, las actividades de producción económica, cultural y social reclaman un tiempo de formación prolongado que se adquiere en instituciones educativas especializadas. Primero fueron las escuelas secundarias y hoy son los estudios superiores. Se alarga cada vez más el proceso de capacitación y adquisición de saberes y competencias para la incorporación al mercado de trabajo.
Las desigualdades sociales en la juventud estarán, por lo tanto, constituidas por las diferencias existentes en relación con el beneficio de dicha moratoria psicosocial. Es decir, no todos los jóvenes gozan de ese privilegio. Por ello, resulta importante diferenciar la moratoria vital (como aquello que permite distinguir a los jóvenes de los no jóvenes) de la moratoria social, es decir, lo que diferencia a los social y culturalmente juveniles de los no juveniles. Es posible reconocer la existencia de “jóvenes no juveniles”. Por ejemplo, jóvenes de sectores populares que no tienen el beneficio de una moratoria social, es decir, de ese privilegio que supone postergar el ingreso al mundo adulto, al mundo de las responsabilidades y al de la autonomía económica. Jóvenes que no son portadores de los signos que caracterizan hegemónicamente a la juventud actual.
G.A.: ¿Cómo pensás la relación intergeneracional en nuestra época?
S.R. Las distancias generacionales entre adolescentes-jóvenes con los adultos se resignifican y modifican en cada momento de la cultura. Ahora los jóvenes –tecnología mediante- poseen saberes que los adultos desconocen. El ritmo de difusión de los conocimientos rompe las antinomias (el que sabe versus el que se prepara) generando una mutación de los roles típicamente asignados a adultos y jóvenes. A pesar de este dato de época, la función de sostén sigue recayendo en el adulto, como función garante de desarrollo de procesos de subjetivación.
El “entre” jóvenes y adultos asume características diferentes. La modalidad confrontativa predominó en tiempos del capitalismo industrial, mientras que la modalidad abúlica, desinteresada, apática fue propia de ciertos comportamientos juveniles en la etapa del capitalismo financiero, tiempos de deterioro de la sociedad salarial. Pasaje de modernidad sólida a la modernidad líquida, podríamos decir también anclando en distintos autores.
La relación intergeneracional no sólo se organiza a través del enfrentamiento por los diferentes lugares que se ocupan en la producción, sino principalmente, por los gustos, las estéticas, de cada grupo. Adolescentes, jóvenes y adultos se hallan ligados por la lógica del mercado, (obviamente del mercado cultural también) más que por la lógica productiva. De todos modos, no es lo uno o lo otro. Es una tensión entre ambas.
Si algo caracteriza lo adolescente y lo joven en su interrelación con lo adulto es la búsqueda de autonomía, de un espacio propio para desarrollar la vida. Búsqueda de autonomía que supone recorridos marcados por las condiciones sociohistóricas. La búsqueda de autonomía tiene un estatuto que produce comunión con otros, búsquedas colectivas de formas de vivir la vida, culturas juveniles podríamos decir, más cercanas a las lógicas hegemónicas mercantiles, en algunos casos, más próximas a búsquedas contraculturales, en otros.
G.A.: Pasaron ya dieciocho años y Generación Abierta está cumpliendo 30 años querés comentarnos algún cambio significativo en estos tiempos…
S.R. Tomaría 4 rasgos distintivos de la condición adolescente y joven en nuestro país en la actualidad. El aumento de los procesos de vulnerabilización en los sectores populares; la profundización de la lógica mercantil en las prácticas culturales y en las formas de vivir; el impacto de las nuevas tecnologías; y el protagonismo en la lucha por los derechos, encabezados básicamente por los colectivos de mujeres.
*Sergio Rascován: Lic. en Psicología por la Universidad de Buenos Aires y Magister en Salud Mental Comunitaria por la Universidad de Lanús, se desempeña como codirector de Punto Seguido. Espacio de Intercambio y Formación en Salud y Educación. Profesor en varias universidades nacionales y extranjeras. Coautor de Entre Adolescentes y Adultos en la Escuela- Puntuaciones de época- (2013) y autor de varios libros, entre otros: Orientación vocacional, una perspectiva crítica (2005); Los jóvenes y el futuro (2012) e Imágenes ocupacionales (2006)