Entrevista a Mac Entyre: “La vida sin aventura no merece ser vivida”

“La vida sin aventura no merece ser vivida”

Por ADRIANA GASPAR

Nacido en Buenos Aires en 1929, Mac Entyre es uno de los artistas plásticos más reconocidos con que cuenta nuestro país. Fue cofundador del Movimiento de Arte Generativo en los años 1959/ 1960.

G.A.: ¿Cómo fue su formación?
M.E.: Soy autodidacta. Comencé a pintar a los 14 años; también me gustaba mucho la música pero finalmente me incliné por la pintura. Más tarde me instalé en un estudio en Barracas que compartíamos con Miguel Ángel Vidal y otros amigos. Yo me ponía a pintar mientras ellos concurrían a la Academia de Bellas Artes. Con ellos hacíamos autocrítica de nuestros trabajos. Por ese entonces nos habíamos conectado con Víctor Magariño, que venía los sábados a ver nuestras obras. Era una especie de supervisión y se armaban diálogos muy interesantes acerca de la pintura.

G.A.: ¿De qué modo fue evolucionando su pintura?
M.E.: Comencé copiando a los grandes maestros -me lo impuse como disciplina- Durero, Chardin y otros. Empecé con la etapa figurativa en la que tuve influencias de Zurbarán. También trabajé bastante la naturaleza muerta, la cual la podía realizar en el estudio, creando un clima mucho más intimista. Mi obra fue pasando por distintas etapas: impresionismo, neoimpresionismo, cubismo, la nofiguración y la abstracción.

G.A.: En 1960 realiza su primera exposición…
M.E.: Sí, con Miguel Ángel Vidal. Hacíamos lo que se conoce como arte generativo.

G.A.: ¿Por qué no explica para nuestros lectores el significado del arte generativo?
M.E.: El arte generativo tiene su explicación muy clara en la publicación del manifiesto. Les cuento a grandes rasgos que lo importante era generar nuevas formas. La pintura geométrica que se había hecho hasta ese momento era un poco estática, véase el caso de los concretos. Queríamos revitalizar aquello que había decaído a través del informalismo, que era la oposición del arte geométrico en ese momento y además había tomado un gran auge. Entonces nosotros coincidimos casi simultáneamente con Le Parc en Paris y casi publicamos las mismas cosas sin conocernos, ya que nuestro manifiesto tenía muchas cosas similares a las que planteaba el grupo de Le Parc. Así seguimos trabajando con la geometría, pero dándole movimiento.

G.A.: ¿Qué nos puede decir del Instituto Di Tella en plástica? ¿Piensa que se forma con ideas propias de nuestro país?
M.E.: Ante todo, yo lo vi bien, incluso expuse en él. Respecto a los críticos que vinieron; fue un intercambio importante. Cabe aclarar que por otro lado también había una corriente nacional, dado que éramos nosotros los que exponíamos en el Instituto, así que hacíamos nuestro propio Pop Art. Indudablemente, había cosas que nos servían como confrontación, lo cual era muy importante en esa época. De ahí salieron también los que formaron el grupo de neofiguración. Al mismo tiempo expusimos una punta de pintores geométricos. Le Parc inclusive.

G.A.: ¿Es correcto aplicar el concepto de geometría y geometría sensible?
M.E.: Es correcto, porque la geometría con la cual uno se expresa, si se queda puramente en el manual de la geometría que conocemos y que es hacer algo a través de los medios geométricos es una geometría insensible, cuando se encara de una forma muy dura y no quiere transmitir otra cosa que no sea nada más que un planteo geométrico de la cuestión. Es sensible, cuando haga lo que haga el artista es sensible.

G.A.: Usted hace un desarrollo muy interesante a partir de la curva…
M.E.: La curva es de por sí una forma muy dinámica, además es una forma que se encuentra en la naturaleza, en el cuerpo humano y también en casi todas las cocas que vemos. En mi libro, Rafael Squirru desarrolla el tema de la circunferencia en todos sus aspectos.

G.A.: ¿O sea que la curva sería  casi imprescindible?
M.E.: Para mí, está representada en la naturaleza como ya dije antes. Yo lo que hice fue captarla y aplicarla. La circunferencia por otra parte no tiene principio ni fin, es una forma que tiene un dinamismo tremendo. De ahí empiezo a hablar de arte generativo que debe ser dinámico.

G.A.: ¿El artista es un recreador?
M.E.: Sí el artista recrea, yo he estado pintando el paisaje de mi época. Lo que estoy haciendo con estas obras y las últimas presentadas en Praxis, es el paisaje del cosmos y de los vuelos, y así los llamo. Tengo también la serie de los corales, paisajes marítimos, submarinos y la de los bosques.

G.A.: ¿Qué factores determinan el valor de una obra?
M.E.: Para mí una obra que no tiene sensibilidad, que no me hace vibrar y se queda en un simple juego del color, la composición y otra cantidad de cosas, pero se queda ahí, no trasciende. Una obra que tiene algo más -por ejemplo- y que me transmite muchísimo son los nenúfares de Monet. Cuando yo siento ese algo más, quiere decir que la obra está cumpliendo su función. Hay artistas que son más intelectuales que otros, algunos pintan más con la razón y otros son más sensibles. Creo que tendría que haber un equilibrio, que las dos cosas se deberían fusionar. Es decir, no se pinta una idea, se pinta con una idea.

G.A.: ¿Qué nos puede decir de la crítica en la plástica?
M.E.: Bueno… cada vez creo menos en algunos comentarios, casi esotéricos de lo que es la pintura, salvo la opinión de algún gran crítico respetable. Rafael Squirru es para mí uno de los mejores críticos, es muy claro, muy conciso, muy humanista.

G.A.: ¿Cómo llega a la serie de esos paisajes imaginarios más informalistas que conocimos hace alrededor de dos años?
M.E.: Fue un cambio notorio, pero hay algo que los une y es el estilo. El cambio es imprescindible, sino sería como estancarse. El no puedo o no quiero no cuenta para mí. A través de los años lo vengo haciendo, no es una cuestión espontánea, que hago de un día para el otro, es a través de mucho tiempo.

G.A.: Bueno, pero hace dos años que los dio a conocer y fue casi como una explosión porque estábamos acostumbrados a conocerle otro tipo de pintura…
M.E.: Exactamente, es una cuestión de costumbre, es el paisaje de la tierra. Lo que estoy haciendo del año 60 en adelante es todo imaginario, porque la pintura no figurativa es imaginaria cien por cien. Es nuestra propia realidad, la propia realidad del artista.

G.A.: ¿Cómo reaccionó la crítica en ese momento?
M.E.: Nunca mejor en mi vida. Fueron las mejores críticas que se escribieron.

G.A.: Significó un gran riesgo…
M.E.: Sí. pero es un riesgo que hay que correrlo. Hay artistas que no se atreven porque tienen una posición asegurada. Están pendientes de un tercero. En cambio, a mí no me interesa estar pendiente de otros, me interesa estar pendiente de mí mismo, tengo que obedecer a mi interior.

G.A.: En la muestra que hizo hace pocos días en Praxis volvió a la geometría…
M.E.: Sí, con la serie de los Vuelos volví a la geometría, a lo que llamamos arte generativo. Volviendo a la pregunta anterior, cuando hablábamos de los paisajes de la tierra, era importante jugarse ya que para mí la vida sin aventura no merece ser vivida. Lo importante es la coherencia y lo que uno selecciona para exponer. Debe existir la unidad y uno no debe bajar jamás la calidad. La crítica ha sido sensacional, me han comparado con grandes maestros como Turner, Monet y Redon.

G.A.: ¿Cómo ve la pintura de la generación más joven de la Argentina?
M.E.: La veo como que está experimentando y con ideas poco claras -no digo todos-, algunos quieren alcanzar el éxito rápido, parece que ese fuera el fin y el arte no es eso, hay que reunir calidad. La obra es el producto de la buena calidad, del esfuerzo y del buen uso de la técnica.

G.A.: Respecto a lo que ocurre en Latinoamérica, ¿cuál es su opinión?
M.E.: Es una pregunta muy interesante que estaba esperando que llegara. Desgraciadamente, tanto en nuestro país como en otros, la gente no llega a vislumbrar bien a aquellos artistas que han hecho mucho por Latinoamérica y cuyas obras han trascendido al desarrollo del arte moderno en América. Caso curioso no estoy representado en la exposición que se está haciendo en este momento en el museo de New York de arte latinoamericano, como tampoco están Quinquela Martin, Petorutti, Guillermo Roux, Miguel Ángel Vidal, Ary Brizzi, Miguel Ocampo y otros artistas que ahora no recuerdo. Uno se pregunta por qué se ignora a tanta gente. Esta exposición ya sufrió críticas. En el New York Times, el planteo es: “Si falta gente ¿por qué no la ponen?”. Cómo se puede obviar un movimiento como el nuestro que fue el último manifiesto en nuestro país y es argentino cien por cien y latinoamericano cien por cien. Tal vez, al señor que organice la muestra en Estados Unidos no le interesa Petorutti -como me han comentado que dijo en un reportaje- pero sí dice que es importante para la Argentina. Yo me pregunto, ¿la Argentina no forma parte de Latinoamérica?. Espero poder ver en el catálogo de la muestra la lista de otros pintores, y entonces con gusto me rectificaré. Quiero aclarar, que la muestra salvo estos olvidos tuvo cierta acogida, ya que hay nombres como Botero, Cuevas, Tamayo y Siqueiros, entre otros, y hubiera tenido mayor trascendencia de haber sido mucho más completa.

G.A.: Usted nombró a Quinquela Martin…
M.E.: Si, es un pintor quizás discutido y no del todo valorado, pero es lo mejor que le pudo haber pasado el hecho de ser discutido. Quinquela se adelantó a su época. Pintó su ataúd, los ómnibus que circulaban por las calles de Buenos Aires y pintó toda La Boca. ¿Más Pop que eso? ¿Cómo lo ignoran?.

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