Conversaciones con Luis Luchi

“El arte funciona en relación con los acontecimientos sociales”

Por LILIAN GARRIDO

Nada más difícil que hacerle un reportaje a Luis Luchi y no por antisociable. Es que Luis Luchi, modestia mediante, detesta hablar de sí mismo. Está convencido, por otra parte, de que todo lo que tiene que decir de su persona y de los otros, está en sus poemas. 

Nos citamos en el café de Triunvirato y Pampa, justo enfrente de su departamento, dos ambientes en un tercer piso desde donde -asegura- controla la entrada de los invasores de Villa Urquiza a la República independiente de Parque Chas, su barrio.
Luis Luchi llegó a Buenos Aires el pasado mes de octubre para, entre otras cosas, presentar su último libro, Jardín Zoológico, recientemente editado por Ultimo Reino. Dieciséis libros publicados (trece en Argentina y tres en España), hablan de una producción fecunda. Sin embargo, es casi imposible conseguir hoy un libro de Luis Luchi y, si de los primeros se trata, no queda otra alternativa que sacarlo de la biblioteca de algún viejo amigo.
Es que cada una de mis ediciones tiene su historia tragicómica. El primer libro que publiqué, en 1959, fue El obelisco y otros poemas. Yo trabajaba por esos años como vendedor viajante para dos editoriales: Raigal, de la UCRI, y Signo, del Partido Comunista. Quien dirigía Signo era el escritor Juan José Manauta y fue él, entusiasmado con mis poemas, el que me propuso editar con el sello de la editorial. Al poco tiempo de salir El obelisco y otros poemas, cayó la cana, cerró Signo y se llevó todo el depósito. Con el segundo libro, El ocio creador; pasó algo similar. Estábamos compartiendo un asado en lo de Enrique Wernicke -los multitudinarios asados de los sábados en su casa de Olivos-, y apareció un muchacho que yo ya conocía de los tiempos de militancia en la “Fede”, Julio, que, como era amigo de Stilman, el dueño de Stilcograf, me propuso sacar un libro corriendo él con los gastos. El ocio creador se publicó pero Julio no cumplió su promesa. Por suerte, como Stilman era coleccionista de arte, pude pagarlo con cuadros de amigos (Carlos Alonso y Dávila, entre otros). Pero después pasó lo mismo: cayó la cana y clausuró Stilcograf por lo que esos libros quedaron sin distribuir. Vida de poeta (1966) lo sacó Burnichon, a quien también conocí en la casa de Enrique Wernicke, porque Burnichon estaba casado con su hermana.

G.A.A.L.C.: ¿Qué recuerdo tenés de Enrique Wernicke?
L.L.: ¡El mejor!. Era una persona libre a su manera, comunista a su manera, echado del Partido por alcohólico o por cosas parecidas. Como cuentista, admirable. Muy sintético.

G.A.A.L.C.: ¿Publicaste alguna vez algún cuento?
L.L.: Una sola vez, en una antología titulada Cuentistas argentinos contemporáneos, editada por El Matadero en 1961. El cuento se llamaba El brasilerito.

G.A.A.L.C.: Hablemos de El Matadero.
L.L.: El grupo El Matadero tiene más que ver con la narrativa que con la poesía. Se formó como grupo de cuentistas y, justamente, le pusimos ese nombre por el relato de Esteban Echeverría. Por supuesto que el grupo estaba ligado a las farras literarias de los 60. Nos reuníamos en el café El Estaño, de Talcahuano y Corrientes, al que habíamos bautizado “El Gardelito”. La idea era hacer una editorial con selección pública de las publicaciones. Lubrano Zas, Guillermo Cantore, Arminda Ralesky, Nenina Caro, Blas Raúl Gallo, Mario Lesing, entre otros, pertenecían al grupo. En algunas ocasiones Nuevo Teatro nos prestó la sala donde leíamos cuentos que el público aprobaba o rechazaba en una especie de asamblea y eso definía la publicación.

G.A.A.L.C.: ¿Ustedes buscaban “espantar al burgués”?
L.L.: La idea era publicar a jóvenes con determinada ideología que escribieran bien, con un sentido popular, y que la cultura fuera parte de la revolución que estábamos haciendo. De cualquier manera, esta idea de decidir las publicaciones democráticamente no prosperó. Con el tiempo, estas decisiones las tomábamos nosotros mismos, en reuniones heterogéneas y desordenadas, en “El Gardelito” o en algún otro bar del centro.

G.A.A.L.C.: En Barcelona, muchos años después, le rindieron un homenaje.
L.L.: Si, claro. Porque Resumen del futuro y Mishiadura en dos ciudades, fueron editados por Ediciones del Escorxador y la palabra catalana “escorxador” significa “matadero”. Digamos que el homenaje se limitó al nombre, ya que el espíritu de participación y polémica que inundaba las mesas de “El Gardelito” se había perdido.

G.A.A.L.C.: El Matadero no fue el único grupo que integraste.
L.L.: Por los años 70, junto con el poeta Roberto Santoro, el músico Eduardo Rovira y el pintor Pedro Gaeta formamos el grupo Gente de Buenos Aires.

G.A.A.L.C.: ¿Tenían un programa?
L.L.: No. Había un sentido social que compartíamos, pero no nos habíamos sentado a hacer un programa. Queríamos hacer actividades, alejarnos del eje del centro e ir a los barrios. Las reuniones que se hacían, como por ejemplo las del club SABER, en el barrio Agronomía, eran frecuentes pero se hacían cuando surgían. No era una cosa regular, planificada, constante. Se buscaba, sí, la mayor participación posible y la integración de las artes entre sí, tratando de integrar, al mismo tiempo, a los artistas con la gente. Se organizaba, por ejemplo, una muestra de poemas ilustrados (o poemas-pintura, como prefiere llamarlos Pedro Gaeta), y cada poeta estaba presente y leía sus poemas. La gente se enganchaba muchísimo. Solía haber músicos, también. Estas reuniones eran realmente participativas, así que era muy común que alguno del público leyera algo de su autoría o ejecutara algún tema. Gente de Buenos Aires editó discos, libros y carpetas y en este aspecto, por supuesto, el alma era Roberto Santoro. Mis libros Los rostros y La Pasión Sin Mateo fueron editados por el grupo.

G.A.A.L.C.: La edición de La pasión sin Mateo también tiene su historia.
L.L.: ¡Y qué historial. Eran los primeros tiempos de los milicos. Los libros estaban en la imprenta y el imprentero me llamó aterrado porque le habían avisado que iba a ir la cana a revisar lo que estaba imprimiendo. Llamé a Roberto: no lo encontré. Mi primera reacción fue ir hacia allá. Cuando salí a la calle vi el cochecito de Irene estacionado en la puerta. No dudé. Las lecciones básicas de manejo las tenía, así que subí, tomé el volante y, como pude, manejé hasta el lugar. Recuerdo que por el camino, levanté a Pedro, que viajaba a mi lado, blanco por el susto. Fue una osadía, lo sé, pero los libros no se perdieron.
Hace aproximadamente dos horas que conversamos en el bar. Luis Luchi no ha perdido su acento porteño. Diecinueve años en Barcelona, adonde debió exiliarse en 1976, no modificaron ni su acento ni su vocabulario, Además de los libros publicados en España, los poemas de Fuera del margen (Buenos Aires, 1992) y Jardín Zoológico (libro editado en Buenos Aires en enero de 1995 pero concebido muchos años antes), fueron escritos allá y sin embargo, no caben dudas de que su autor es argentino o, mejor, porteño. Y el localismo no significa limitación sino elección y pertenencia. Hay una manera de decir, de expresarnos, que nos pertenece y que reconocemos nuestra: en el voseo, en la ironía -sarcasmos a veces-, en las sutilezas, en el mundo referencia) de las comparaciones, en las frases hechas. La poesía de Luis Luchi puede por momentos ser nostálgica, pero nunca pesimista. La profusión de frases hechas y refranes que suele aparecer en sus poemas o el cruce con las letras de algunos tangos son a veces observaciones crítico-satíricas sobre nosotros mismos.

G.A.A.L.C.: ¿Extrañas Buenos Aires para escribir?
L.L.: Yo extraño a Buenos Aires, para escribir o para no escribir.

G.A.A.L.C.: ¿Coincidís con lo que otros han dicho de tu escritura?
L.L.: Hay críticos que olvidan algo fundamental: yo escribo para decir cosas que tienen que ver con un pensamiento y con una propuesta. No estoy con el arte-purismo ni tengo nada que ver con la Torre de Marfil. Mi poesía se dirige al hombre.
En efecto, para Luis Luchi escribir poesía es hacer, es comunicar que hay que cambiar este mundo, es centrarse en el hombre y hablarle a los hombres. Es conversar, pero prestando absoluta atención al interlocutor. Confiesa que le gusta escribir en su casa, en los cafés y en los trenes y es obvio que escribe escuchando, conversando, observando, minuciosamente la realidad de la que participa. De ahí la profusión de refranes, de frases hechas, de citas…

G.A.A.L.C.: Tu poesía es fundamentalmente ciudadana, tanto en el ambiente como en el lenguaje.
L.L.: Sí, pero sobre todo de la ciudad de Buenos Aires. Por otra parte, la comunicación que establezco con el público español es casi nula. Es mentira eso de que hablamos el mismo idioma. En Mishiadura en dos ciudades, libro que escribí y publiqué en España gracias al esfuerzo de un grupo de argentinos y catalanes, predomina Buenos Aires. La fuerte presencia de la ciudad caracteriza a la Generación del 60, incluso me atrevo a decir que la presencia de la ciudad es más importante que la del tango.

G.A.A.L.C.: ¿Qué opinas de la relación de la Generación del 60 con el tango?
L.L.: El 60 fue un período de recuperación. La juventud trató de extraer del pasado aquello que podía llevar para sus luchas. No olvidemos que el arte funciona en relación con los acontecimientos sociales.

G.A.A.L.C.: Alberto Szpunberg dijo en un reportaje que utilizaban el lenguaje del tango y el lunfardo porque pensaban que así la poesía era más popular y llegaba más a la gente.
L.L.: Es posible. De cualquier manera creo que no había una actitud demagógica, porque la clase obrera fue tanguera en las décadas del 30 y del 40, cuando el tango se bailaba en Los clubes y !a radio jugaba un papel fundamental. Insisto en que la ciudad tenía más peso que el tango. Nosotros vivíamos la ciudad intensamente.

G.A.A.L.C.: ¿Viniste con algún otro libro preparado?
L.L.: No. Traje poemas, porque siempre escribo y tengo poemas nuevos que me gusta leer y compartir, pero aún no están pensados como libro.

La mirada de Luis Luchi se desvía hacia un grupo de muchachos que ocupan una mesa cercana y que en este momento ríen estruendosamente. Es buen momento para apagar el grabador. Quizá de aquí surja otro poema

N. de la R.: Luis Luchi se presentó el lunes 13 de noviembre en el café Montserrat, leyó poemas y dialogó con el numeroso público concurrente. Como en los viejos tiempos.

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