Denis Emorine

Por FLAVIA COSMA
y LUIS RAÚL CALVO


G.A.: Denis, tu eres un gran poeta, narrador y dramaturgo. ¿Cuál género de los tres sentís que te representa mejor como escritor?
D.E.: Es muy difícil de elegir. Yo me considero más un escritor de prosa que un poeta aunque he utilizado mucho a los poemas como forma de expresarme a mí mismo. Para mí, no hay diferencias entre los géneros literarios. ¿Pero para el lector, quién lo sabe? El azar puede ser la mejor manera de descubrirme. 
 G.A.: ¿Vos considerás que hay un  vínculo entre la poesía y el teatro, especialmente el teatro que  te permite  escribir sobre la condición humana en una situación de crisis?
D.E.: No hay precisamente  un vínculo, al menos eso me parece a mí, aunque en una de mis obras teatrales “Sur le quai” (“En una estación del ferrocarril”) uno de mis personajes se acerca a una joven y le pregunta si ella ama la poesía.  Es una manera de entrar en contacto, una forma de instaurar una connivencia con ella que va a permitirle a ese hombre conversar con una desconocida. Por  intermedio del teatro, trato de evocar las dificultades que cada uno de nosotros tenemos para hacernos entender por otro ser humano utilizando las palabras diarias en una situación predeterminada: una guerra, un drama familiar, la espera de un tren en una estación, un día de paro laboral… Todo puede suceder cuando las cosas ocurren de una manera diferente de lo esperado: los sentimientos se exacerban, la violencia surge, todos los conflictos se hacen posibles porque algunas  personas pueden llegar a pisar a otras para poder sobrevivir. Amo particularmente escribir sobre qué puede pasar en lugares pequeños, encerrados
G.A.: Has escrito y publicado muchos libros de poesía, novelas,  prosa corta y de teatro, en Francia como en el exterior, en otros idiomas. ¿Hay algún libro que te gusta más que los otros?
D.E.: Como regla general, un escritor prefiere siempre su último libro porque él considera que es el más logrado. Tengo, sin embargo, un cariño especial por mi libro “Sur le quai” publicado en 2008 en EEUU en una edición bilingüe inglés/ francés (Cervena Barva Press). Esa corta obra teatral contiene todos los temas que a mí me apasionan: el amor, la muerte, la incomprensión entre los seres humanos en la vida diaria, el destino…Esa obra se estrenó en París y yo tuve la suerte de asistir a una de las representaciones. Ese es el privilegio del teatro: los textos resucitan al máximo, los protagonistas viven, se desprenden del autor y hacen vibrar a los espectadores— ¡al menos eso uno espera!
G.A.: Con la rica herencia europea que posées, en ese cruce de culturas y civilizaciones que constituyen la Europa de hoy  día, ¿cómo te ves a tí mismo: francés, ruso o ciudadano del mundo?     
D.E.: Me considero como un escritor ciudadano del mundo y francés. Mi padre era de  origen ruso pero nació en Francia, no hablaba ese idioma. Tampoco lo hablo yo. Sin embargo creó el atavismo. Unos críticos de literatura afirman que yo escribo como alguien de origen eslavo. Para mí es un hermoso complemento.    
Uno de mis editores, Jean-Luc Maxence escribe en el prólogo de mi libro    “Dans le temps divisé”  ( Le Nouvel Athanor) : “ Denis Emorine está como escindido entre las hesitaciones del alma eslava y las máscaras intercambiables de una individuación de identidad ambiguo”.  No se puede  describir esto mejor de como lo hizo él.
G.A.: Háblanos de la Rusia de donde surgen tus raíces paternas, cuales son tus impresiones respecto a ese país tan grande que posee un inmenso patrimonio cultural y literario, al mismo tiempo que su historia, la más sanguinaria del siglo pasado…
D.E.: He estado siempre fascinado por Rusia. Los escritores y los músicos rusos están sin ningún duda posicionados entre los más grandes del mundo…No debemos olvidar a los realizadores cinematográficos  como Paradjanov, Eisenstein, Tarkovski y muchos más quien son menos conocidos en Occidente. He sentido siempre el no poder leer a los clásicos rusos en su lengua original. No estoy seguro que el idioma francés nos devuelva de la mejor manera la obra de Dostoievski, Tolstoi, Tchekhov, Pasternak… Algunos hablan siempre del alma rusa. Más allá de los clichés, existe una temática relacionada con la identidad y la psicología rusa, de la locura destructora, de la transcendencia y de la búsqueda de los orígenes, específicos de los intelectuales de ese país demasiado grande, donde los gobernadores siempre han humillado a los creadores por razones ideológicas. Rusia ha sido siempre una tierra de sufrimientos. Tolstoi, Tourgueniev han sido víctimas de la censura política… Dostoievski fue atrapado y perseguido por el zar… La mayoría de los grandes escritores rusos han quedado disgustados por la miseria humana de los campesinos y han denunciado esa situación en voz alta y con fuerza.  La libertad de expresión  no les gusta a los dirigentes políticos.
Hay aquí algunas preguntas que uno se hace: ¿existe la necesidad de sufrir para ser un creador? ¿Soljenitsyne habría podido escribir una obra tan poderosa si no hubiera vivido en la época  comunista? Yo no me voy a atrever a tanto. Debemos cuidarnos para no caer en la concepción romántica que dice que el hombre que sufre es el creador auténtico porque él transciende su dolor y lo transforma en arte. Chostakovitch, Prokofiev son dos grandes músicos por sus talentos y no debido a las molestias que les causó el poder soviético. De ser así le daríamos demasiado crédito a los burócratas obtusos y sedientos de sangre. El poder opresor de todas formas niega al individuo y al pensamiento. Siempre ha sido de una ignorancia desvergonzada. Stalin era un ejemplo perfecto de eso.  
G.A. ¿Podrías en pocas palabras definir tu encuentro con Rumania, con sus habitantes, con su riqueza literaria y con su cultura en general? ¿Cómo te ha ido por allí? ¿Tienes  relaciones  amistosas con escritores rumanos?
D.E.: Descubrí a Rumania en 1993 cuando mi libro  “Identités” (Identidades) apareció publicado en Ediciones Nemira de allí. Me sentí atraído de inmediato por ese país, por sus intelectuales y por  su cultura tan rica, especialmente en el terreno de la literatura. Un país destrozado, herido como otros por la dictadura, pero que ha podido sobrevivir.
Los poetas rumanos más conocidos en Occidente no fueron de hecho los mejores.  Muchos artistas y escritores rumanos se han refugiado en Francia. Desde siempre han existido las relaciones culturales y afectivas muy fuertes entre los dos países. Cuando volví a Francia escribí poemas y relatos vinculados a Rumania. Después  regresé muchas veces allí, especialmente para visitar a mis amigos Mariana y Valeriu Stancu, de la ciudad de Iasi. En el último tiempo tuve el placer de conocer personalmente a mi editora de Rumania y a su marido,  Brandusa y Christian Tamas, luego de su viaje a París. Nosotros de inmediato nos hicimos amigos. Dos de mis libros fueron publicados por su casa editorial “Ars Longa”, de Iasi, en versión bilingüe rumano/francés. Esta casa editorial es una de las  más bellas de Rumania y yo estoy muy orgulloso de ser parte de ella, con la  traducción  rumano de mi amiga, la poetisa Flavia Cosma.
Amo a Rumania y a los rumanos. Me siento allí como en mi casa, aunque no hablo el idioma. Sin embargo entiendo un poco cuando trato de leer un periódico.  Es verdad que en el siglo XIX muchas palabras francesas fueron transferidas a la lengua rumana. Rumania fue para mí un encuentro muy fuerte.
G.A.: ¿Hay algún escritor contemporáneo francés que prefieras? ¿O algún clásico? ¿Quiénes son tus referentes en la literatura universal?
¿Hay algún  poeta que te ha influenciado en el período de tu formación como escritor profesional?
D.E.: Mi escritor preferido es Albert Camus. Lo considero un escritor y pensador de patrimonio universal. Me resulta difícil elegir un escritor clásico. Tal vez ¿Balzac? ¿Stendhal ?… Respecto a la literatura universal, creo que es Kafka quien me gusta y los clásicos rusos, pero hay muchos más.
Yo no creo que haya  poetas que han influenciado mis escritos. Me enorgullezco de esta afirmación mía. Sin embargo aprecio una poesía metafórica, plena de imágenes como las de Reverdy, Apollinaire, o  Char.
G.A.: Háblanos de tus proyectos literarios futuros.
D.E.: Estoy ahora en el proceso de escribir una colección nueva de poemas. Tengo unas ideas de guiones para teatro pero nada definido aún.
G.A.: ¿Quiéres  añadir algo más a esta entrevista?
D.E.. ¡Muchas gracias para todos! Estoy agradecido por vuestra amabilidad. Con un abrazo fuerte!*
G.A.:  ¿Podrías  dejarnos  un poema de tu autoría como un recuerdo para el lector argentino?
D.E.: Con mucho gusto. Acá va un poema inédito:

 

Ellos volvieron con sus rostros exiliados…                                      

Ellos volvieron con sus rostros exiliados
Los he visto reflejados en las calles
Y sangrantes
Ellos me hacen recordar sin parar
Que tengo razón al ver la muerte en las marcas
De mi vida.

Los he visto apareciendo entre las sombras
De los desterrados de ese mundo
En el dolor de una mujer que yo no pude abolir.
Se marchan todos en la misma dirección
Antes de congregarse en el corazón del mundo
Para calentarse
Alrededor de un gran fuego-fantasma.

Ninguno ve los rostros exiliados del mundo
Y yo ordeno mis ojos 
Para vivir un poco más.
La noche
Sus ojos rojos encienden mi sueño.
 
Ellos han vuelto de las encrucijadas del dolor
Con sus caras exiliadas.
Se llaman Abraham o Boris…
Y también traen otros nombres a quienes el mundo
ha olvidado
o ha borrado furiosamente de las láminas maternas  de la memoria

 Ellos siempre se congregan en el Carrefour del mundo.

                                               Denis EMORINE

G.A.: Te agradecemos mucho por tu  amabilidad.
D.E.: Yo también.**

* En castellano en original por Denis Emorine
**En castellano en original por Denis Emorine

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