VOLVIENDO A LAS RAÍCES: BEATRIZ PICHI MALÉN

Nota y Fotografía: Daniel Grad

Después de presentarse en Babilonia, en el Club del Vino y en el Centro Cultural General San Martín y dentro del marco de la Primera Exposición y Feria Artesanal Cultural de los Pueblos Originarios, llevada a cabo del 6 al 29 de octubre de 2000 en el Museo de Motivos Argentinos José Hernández, el viernes 20 de octubre la cantante mapuche Beatriz Pichi Malen dio una conferencia, con un pequeño recital presentó su disco “Plata” y accedió a la charla con Generación Abierta. De aquí en más, algo de lo sucedido.

La conferencia (síntesis).

Este disco no es el trabajo mío solamente. No es solitario, ya que uno nunca hace las cosas solo. Uno tiene la idea solo, pero la va trabajando con otros, la comenta con otros de buena intención, de buen pensamiento. Y esa idea la va amasando como el pan, se va levando y tiene después un alcance más amplio. De ahí que este disco «Plata» es como el pan. Nos llevó siete años hacer estas canciones. Quizás se pregunten por qué tanto tiempo. La respuesta es que de los músicos que me acompañaron en este trabajo -que son de Neuquén y de Bahía Blanca- dos son mapuches y los otros no. Pero, justamente, viviendo en Bahía Blanca no sabían que había gente mapuche viviendo ahí… y nosotros tenemos más de 5000 familias viviendo en esa zona. Los músicos dijeron: «¿aquí están los mapuches? ¿dónde?»… y hubo que acompañarlos, hubo que andar, para que vieran, para que conocieran… aunque lo de «conocerse» con la gente vino después. Estábamos así, en rueda, algunas tardes con nuestra gente, trabajando, caminando por el sur para tutearse con la geografía y para comprender un poco lo que es el canto sagrado del viento. Sagrado porque el viento tiene una presencia importantísima en la vida de los seres humanos: trae el aliento, trae la vida. Uno de los cuatro elementos. Por eso esta recopilación que no es mía, pero que fue pasada de persona en persona, habla de esa hermosura que tiene el viento, dice que es bonito cuando viene del norte, del sur, del este, del oeste… y a su paso el viento va pegando contra los montes, arranca los arbustos, amontona las piedras, las desamontona… el canto comienza pretendiendo imitar ese sonido, ese hablar del viento al que yo traté de ponerle sonido. Muchas eran canciones escuchadas hace mucho tiempo, interpretadas por otras mujeres, por personas -algunas de ellas hoy muertas-… me preocupaba pensar que se podían perder y, además, eso de tener que salir a preguntar las mismas cosas que mis hermanos ya habían preguntado. Así me encontré con una abuela, en Bahía Blanca, que repitió algunos de aquellos cantos para que esta mujer que hoy está acá pudiera comprenderlos e interpretarlos de nuevo. Lo que quiero decir es que el trabajo de un disco fue para mí bastante problemático de resolver porque los cantos no son míos: pertenecen a un pueblo. Uno, entonces, puede pensar -si tuviera un pensamiento personal-: «yo soy parte del pueblo, tomo los cantos y hago con ellos lo que quiero».
Pero el compromiso va más allá, así que consulté todo. Y cuando armonizamos, le pusimos otra música, otro instrumento más. Si uno quita a las siete canciones del disco los instrumentos, se va a encontrar con el canto mapuche tradicional. De hecho, están allí las dos versiones de esos siete temas: una ambientada con sonidos de la naturaleza y otra armonizada con más instrumentos.
Finalmente: ¿por qué el disco se llama «Plata»? Resulta que la Argentina esconde un nombre también. En su traducción de aquel latín, de «argentum», es plata. La pretensión es que todos podamos sentirnos mapuches y argentinos. Plata es el metal con que cubre su cuerpo la mujer mapuche, las joyas, casi como otra ropa sobre ella. Todo el metal y toda la platería que también fuimos perdiendo. Porque, en la tradición, antiguamente, eso iba con el que muere. Pero luego las tumbas se profanaron y se fueron sacando algunos elementos para llevarlos -sabrán disculparme las autoridades- a los museos. Y para después mostrarnos a nosotros lo que era nuestro. Quizás mostrarlo exhibido al revés de como era en el uso. Y eso es grosero, dolorosamente grosero. Pero no debemos andar con el rencor porque así no se puede construir. La gente mapuche no sólo pide en los ruegos por buena lluvia, por buen tiempo, por buena cosecha… también pide por buen entendimiento no sólo entre los mapuches, sino que entre todos.

La charla

G.A.: ¿Qué es ser mapuche?
B.P.M.: Ser gente de la tierra. Estar con nuestras abuelas, con nuestros ancestros, con nuestros testimonios invalorables, para luego poder trasmitirlos.

G.A.: ¿Para vos qué son los ancestros?
B.P.M: Es la memoria viva. Para mí no: para nosotros, para la gente mapuche. La gente mayor, los abuelos y abuelas, son la historia viva de nuestro pueblo, nuestra identidad.

G.A.: En el disco «Plata» hablás del canto nuestro. ¿Qué es ese canto nuestro?
B.P.M.: El canto de la tierra propiamente. El canto de la tierra cuando se refiere a lo que la tierra nos produce, lo que la tierra nos da, a lo que nos hace ser. Y como nosotros nos auto definimos como “gente de la tierra” tratamos de hablar con el mismo idioma que ella tiene. Como “buena noticia” es la tierra, así se nos dice, la homenajeamos en esto de pronunciar sus sonidos -que son las formas de hablar que tiene la tierra-. Nosotros tenemos UNA manera de hablar: el viento habla de otra manera, la lluvia de otra… las aguas son siempre las mismas, pero cuando se agitan por el aire o el viento tienen distintos sonidos. Son todas esas diferentes formas de comunicarnos, de homenajear la tierra.

G.A.: También hay un canto que tiene que ver con el hombre y con la mujer de esta tierra. ¿Cómo es ese canto?
B.P.M: El canto es eso. Tiene que ver con el hombre y cuando decimos el hombre, decimos la mujer. Nuestro criterio es dual: está el hombre y la mujer, lo malo y lo bueno, lo de arriba y lo de abajo, el frío y el calor, la lluvia y lo seco. Todo par. Si bien las diferencias son tan marcadas, van juntas, encontradas y no enfrentadas.

G.A.: En la conferencia hablabas de los números. ¿Qué hay de la tradición mapuche en relación con los números?
B.P.M.: Con los números en sí nada. Los números en sí no son una cosa aislada. Se trata del criterio que para el mapuche tiene lo par, la armonía. Por eso daba el ejemplo del cuerpo: cuando uno se mira es TODO PAR y si algo nos falta estamos FALTOS DE, no estamos completos. Entonces, de eso resulta lo par, lo múltiplo de par. Toda una observación de la tierra -como originarios que somos de ella, como hijos de ella- nos permite entender que todo es armónico y lo armónico es par o múltiplo.

G.A.: Desde hace no mucho hay -y todavía hoy perdura- una especie de moda por reflotar lo mapuche. ¿Cómo la ves? ¿Cómo la vivís?
B.P.M: Es cierto. Se trata de algo que apareció tímidamente. é ste es un momento diferente en la vida de los pueblos aborígenes. El mundo mapuche ha reflotado. Pero hay que tener mucho cuidado cuando uno está tan expuesto, como en mi caso, cuando uno se desnuda frente al público para interpretar una canción, para contar las intimidades de nuestra familia mapuche. Yo lo resumo de esta forma: para aquellos que quieren ponerse un barniz étnico con lo nuestro, simplemente hay que decir que no.

G.A.: ¿Para vos qué es ser mujer? ¿Qué es ser mujer mapuche?
B.P.M.: El hecho de ser mujer y mapuche hace que en un principio sea gente de la tierra y luego transmisora de la cultura. Ése es el compromiso que tenemos las mujeres. Teniendo hijos o no teniéndolos. Los hijos no son sólo los nuestros, no se trata de una propiedad: todos los niños son un compromiso a quienes debemos dar a conocer nuestra cultura y para eso hay que recuperarla.

G.A.: En la conferencia hablabas algo del tema de la conquista. ¿Cómo vivís el Día de la Raza?
B.P.M: Por eso decía que el último día de libertad o eso que se llama día del encuentro o del encontronazo -de como tantas formas pueda pronunciarse ahora- no dista de todos los días porque nosotros seguimos padeciendo el problema de la falta de tierra y ya no se trata de un problema exclusivo del aborigen o mapuche. Va más allá. Seguimos padeciendo el manoseo de la dignidad. Por supuesto no es un día más, no es un día cualquiera. Es una fecha puntual que uno debe tomar para reflexionar sobre aquellas situaciones antiguas que nos proyectaron a esta situación que vivimos hoy. Porque no sólo es el hecho de que hubo tanto atropello cuando llegaron por primera vez a estas tierras (y hablamos de 508 años atrás) sino el hecho de que ese atropello continúa de diferentes formas. Y nosotros todavía seguimos tratando de escapar a ese atropello.

G.A.: Vos decías que el tema de la tierra es una de las mayores faltas. ¿Cuál es uno de los mayores logros de los mapuches?
B.P.M: Poder seguir estando después de tantos años de sojuzgamiento, de persecución y de la pretensión de aquellos antiguos y de todos los que vinieron luego con una actitud sistemática de que desaparezcamos. Nosotros SEGUIMOS ESTANDO.
Pertenecemos a una cultura que se transmite de generación en generación que merece tener la memoria viva. Y esta memoria viva me trae a otra realidad: memoria activa. Nuestra memoria también está activa en esto de refrescar la historia.

G.A.: ¿Cuál es tu idea de lo tribal?
B.P.M.: Hoy supongo que se llama así a las tribus. Yo no soy muy buena conocedora de la lengua castellana. No sé lo que quieren decir. ¿Que somos tribu? ¿Cuál es ese concepto? Nosotros decimos «omuna» o «comunidad» (cuando hablamos en castellano). Es una situación horizontal de vida, no es vertical ni tiene altibajos. Eso no significa que todos tengamos el mismo lugar o la misma responsabilidad: hay un orden en la vida mapuche, cada uno debe aprender cuál es el suyo. Dentro de esa oralidad, de esa comunidad oral, estamos nosotros.

G.A.: Siempre cerramos estas notas con un texto, con ese texto que se te cruce ahora y que quieras recordarnos.
B.P.M: (Beatriz dice un texto en mapuche y lo traduce). El texto dice algo así como que la memoria de nosotros mismos fortalecerá nuestra identidad y ayudará a recuperar nuestra memoria colectiva, porque recuperar nuestra cultura y nuestra memoria es crecer con dignidad hacia todos los pueblos del mundo.

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