El escritor escribe, la música está ahí

Jazz y literatura (Cómo el jazz influenció en la obra de algunos escritores). (Primera Parte).

Por RICARDO REYES

 

Alguien dijo una vez que las artes se hermanan y habló de cierta transversalidad en las diferentes formas de expresión en las que suele acometer el ser humano. También, más allá de las distintas muestras de conexión entre las artes que nos demuestra la historia, han existido innumerables manifestaciones buscando explicar ese fenómeno. Pero yo pienso, ¿es posible? Y en última instancia, ¿es trascendente? ¿Cambia en algo lo que significa para cada uno de nosotros la fantástica percepción de cualquier hecho artístico y cómo nos modifica de alguna manera en nuestra condición de efectores de ese hecho?

Sea lo que fuere y más allá de mis opiniones personales, mi interés es la relación entre la literatura y la música y siendo más preciso, digo, entre la literatura y el jazz. Pero lo mío no es la literatura, lo mío es el jazz, por lo cual, lo que puedo expresar al respecto, se acota sobremanera. Porque el jazz, como toda la música es muy difícil de explicar. Pedro García, especialista de Filología Española de la Universidad de Zaragoza define la  dificultad de hablar de música quedando las opiniones vertidas, reducidas a balbuceos valorativos que más que definir algo trascendente sobre el objeto musical nos ubica entre adeptos o detractores de uno u otro artista o los diferentes estilos. Incluso los críticos y especialistas, también demuestran dificultades de precisión y lenguaje en sus juicios estéticos. También y situando el problema en la vereda de enfrente, García cita a Roland Barthes que se pregunta: ¿Cómo se las arregla la lengua cuando tiene que interpretar la música? Parece ser que muy mal. Si examinamos la práctica común de la crítica musical (o de las conversaciones sobre música: a menudo se trata de lo mismo) es evidente que la obra (o su ejecución) se traduce exclusivamente por la categoría lingüística más pobre: el adjetivo. Para averiguar si hay algún modo verbal de hablar de la música sin adjetivos habría que examinar de cerca toda la crítica musical(1).
Por todo lo expuesto y por el hecho que como dije, soy uno más de tantos amantes de lo que se ha dado en llamar la música sincopada, pero también soy lector, pretendo y no soy original ver cómo el jazz influyó en algunos de los escritores que admiro y me llenaron de placer en muchas de las buenas horas de mi vida. 
Ahora, el influjo de la literatura o de los escritores por el jazz, no reconoce geografías ni ámbitos específicos, así como el jazz tampoco reconoce lugares donde no se le escuche. Las plumas de nuestro país no son excepciones en ese caso y ya en los lejanos treintas, Raúl Gonzalez  Tuñón, desgranaba versos sobre jazz en “La calle del agujero en la media”, Raúl Gustavo Aguirre recordaba a Charlie Parker, Paco Urondo no dejaba de admirar a Jim Hall  y el más notorio de ellos, Julio Cortázar , impregnó de jazz mucho de su obra(2)
Y para finalizar estas breves ideas introductorias, es bueno expresar lo que se ha considerado cierto paralelismo con la poesía , refiriéndome a la metáfora significativamente definida, en relación al acorde en la música moderna; la realidadse transforma a través de la metáfora en otra cosa. De igual manera sucede con el acorde jazzístico. Para Rodrigo Araújo Montero  parecería ser que “el  jazz es en cierta medida una nueva poesía en la música y la poesía es casi siempre una meditación musical de la palabra muy cercana a la concertación musical en sí misma, salvando, claro, las evidentes distancias semánticas. Tanto el jazz como la poesía “moderna” necesitan ser explicados así, desde esa mínima epistemología a partir de lo que realizan con sus respectivas realidades: el verbo trucado por la imagen (barroca, cortazariana, surrealista, a lo Octavio Paz o como quiera que sea…) produce otra significación, así como el acorde (una de las grandes unidades musicales) “alterado” por lo jazzístico produce otro nivel de resultados a nivel musical; sin duda el acorde de jazz, y por extensión el acorde moderno (desde finales del siglo XIX hasta nuestros días) es equivalente de ese significante más o menos puro que se rastrea en la mejor poesía. El jazz es la imagen sonora; la metáfora es la musicalidad plural del verbo”. (3) Pero mi intencionalidad al escribir estas palabras, sólo representaba el análisis de cómo el jazz había influido en la obra de notorios escritores, enfocándome en varios ejemplos de distintas latitudes influenciados de manera diferente y en particular en la nota actual,  Jack Kerouac, continuando con el tema en presentaciones sucesivas.

The Beat Generation. Kerouac como símbolo de toda una expresión social y el jazz como emblema
La bohemia norteamericana de los años cincuenta se vio invadida por una nueva forma de expresión literaria que pronto iba a abarcar toda una generación envuelta de desencanto, desesperanza y descreimiento de las convencionalidades de la sociedad de su época y del momento histórico, social y económico que le tocaba vivir a los jóvenes de su tiempo, caracterizado por su visión cruda y ácida de la  realidad que los rodeaba por aquel entonces. Esos jóvenes fueron llamados la “generación beat”, según dicen por el término “beaten down” cuya traducción sería algo así como derrotado, abatido y los “beatniks”, como se llamaban sus adeptos, descreían de la moral conservadora de los Estados Unidos así como de cualquier postura política. El alcohol y las drogas se utilizó, asimismo como parte de la  protesta contra la sociedad capitalista y sus valores. En sus inicios el grupo original fue formado por Jack Kerouac, William Burroughs , Allen Ginsberg Neal Cassady, Herbert Huncke, John Clellon Holmes y. Y posteriormente por Carl Salomon y Philip Lamantia Gregory Corso,Lawrence Ferlinghetti y Peter Orlovsky., aunque sus figuras consulares fueron los tres primeros.
No es sino hasta la aparición de “En el camino” de Kerouac (1957) y el poema “Aullidos” de Ginsberg que la literatura beatnik cobra trascendencia. Es una literatura donde la soledad y los solitarios son elementos centrales y definitorios “En el camino” representa algo así como manifiesto fundamental para esa generación de jóvenes que querían huir de lo establecido . Otros libros de Kerouac fueron “Los Vagabundos de Dharma”, “Los Subterráneos” y “Big Sur”.
De cualquier manera, la actitud de estos jóvenes escritores no fue antagónica al sistema,  su pretensión primaria fue estar fuera de él, implementaron otra estética, experimentaron constantemente en todas las materias de la comunicación. Kerouac desafía las principales normas de la literatura, habla de prosa instantánea(4) sus oraciones y sus párrafos de gran longitud no se hallan sujetos a ninguna regla o formalidad. La prosa de la generación beat puede ser caracterizada de irracional. Creía que  previamente a la satisfacción del lector debía anteponerse la satisfacción propia como camino válido para ello,  en una actitud antiintelectual basada en la realidad física y la experiencia,
Hasta ahora hemos descripto de un modo breve este fenómeno literario-social, pero ¿qué tiene que ver con el jazz o cómo se relacionan ambas manifestaciones?  Trataremos de expresarlo de modo breve. El jazz en sí mismo y particularmente el estilo surgido contemporáneamente a la juventud de Kerouac, el bebop, se basa en romper las estructuras musicales convencionales de lo que en ese momento (1945) era aceptado como jazz. De las almibaradas melodías de la era del swing, al lenguaje diría acrobático y técnicamente dificultoso para muchos (no olvidarse los parámetros de bop: contrapunto, contratiempo y velocidad) había años luz de entendimiento entre los seguidores de las distintas posiciones estéticas.  Todo esto trascendió lo puramente musical, convirtiéndose de algún modo en una actitud y una forma basada en la espontaneidad, en la improvisación, en la ruptura con un mundo que de algún modo los despreciaba y eso es lo que sedujo y proveyó un elemento de identificación a los jóvenes escritores “beat”. Los puntos  que pueden ser considerados comunes residían en la libertad de expresión y expresión de libertad, resistencia a los paradigmas culturales establecidos y la reacción consecuente de quienes mantenían esos paradigmas, la movilidad constante y dinámica de los fraseos tal como surgieran, como en la vida misma, su concepto plural, con llegada y aceptación de los sectores menos considerados de la sociedad,  entre otros. El jazz no representa un marco o una expresión colateral, accesoria, complementaria en la literatura beat, sino que a menudo es parte de la historia misma.
De lo que hemos dicho, se puede observar un fenómeno poco común sin antecedentes, al menos en el momento de su ocurrencia; la música popular como referente obligado del desarrollo de una expresión literaria y social.
Y créanme, amigos, no es poco.

 

(1) Ver García, Pedro J. Notas sobre Semiosis Musical y Afinidades Varias. Universidad de Zaragoza. 2003
(2) Ver Diuzeide, Juan Bautista. Jazz y Literatura. Alrededor de otras medianoches. Sudestada Nro 45
(3) Ver Araújo Montero, Rodrigo. Acorde Imagen. (Notas sobre Jazz y Poesía)
(4) Ver Mancini, Pablo. El Gran Kerouac. Educ. Ar 

Deja una respuesta