Noe Jitrik

“Fue un privilegio histórico contemplar el Mayo Francés”

Por el Lic. LUIS RAÚL CALVO y la Lic.NORA P. NARDO

 

“Generación Abierta” tuvo la posibilidad de entrevistar al reconocido escritor, crítico y ensayista Noe Jitrik quien junto a su esposa la distinguida escritora Tununa Mercado nos recibieron cálidamente en su hogar.

G.A.: Su producción literaria es muy vasta, tanto en la cantidad como en la proliferación de diferentes disciplinas dentro de la literatura, ¿qué lo ha llevado a  tanta producción, qué representa para usted el acto de escribir?
N.J.: Una manía,  una verdadera manía (sonrisas), parece que  es el instrumento  que uno tiene, para otros es otra cosa, es la acción, hay gente que actúa,  no puede quedarse quieta, no se le ocurre que hay otro modo de vivir. No sé me ocurre que haya otra forma.

G.A.: Hay una necesidad interna…
N.J.: Sí, pero muy naturalizada, y eso se manifiesta con cosas que me interesan, que pienso que dan lugar a la escritura, de ahí  la diversidad de registros que tengo, no es  que yo quiera estar en todas partes, sino que de repente hay un libro que me interesa y suscita alguna cosa y escribo, hay una imagen que se me ocurre, escribo un poema, o algo así,  hay un  amigo a quien extraño y entonces le escribo cartas, hay  una situación que me inquieta y  se convierte en una narración. Respondo a lo que puede ser siempre una especie de estímulo, una relación entre interior- exterior.

G.A.: Un disparador ¿no? 
N.J.: Exactamente, hay algo que se  dispara y que da lugar a una frase y esa frase se desarrolla y es el comienzo.

G.A.: ¿Lo que se dispara tiene que ver con el inconsciente, algo que se instala allí?
N.J.: Supongo que sí, es una relación compleja,  uno no sabe que es el inconsciente pero que está, está. Dónde radica la necesidad, por qué uno necesita de pronto tal cosa. En otros niveles se puede pensar en lo instintivo, tener hambre o  deseo sexual, no es controlable pero no es inconciente, está en otro registro. El inconciente es mucho menos definible, pero está presente luego en lo que uno hace, me parece, yo por lo menos lo entiendo así. Es decir en una construcción verbal, en una construcción musical o pictórica  hay algo que puedo entender como una acción del inconciente, no controlado, a partir de un proyecto, de un deseo,  de un plan, de lo que sea pero que aparece luego en la realización, creo que es eso.
Yo no soy del tipo de gente  que dice que tiene iluminaciones o que tiene éxtasis, no hay en mí una cosa mística. Es como muy natural, podría decir que por ahí hay una acción inconciente en la medida que por ejemplo muchas veces me sucede que cuando me despierto en la mañana tengo resuelto alguna cuestión, algún tema, algo que me había bloqueado en la víspera en cuanto a lo que estaba escribiendo, algo así y a la mañana de repente tengo la solución. Se puede decir que es el inconciente pero también puede ser el descanso, vaya uno  a saber.

G.A.: Es interesante este tema de  la resolución de un problema…
N.J.: Ahora estoy empezando a escribir un poema con las palabras arbitrarias que me surgen al levantarme, palabra calidoscopio por ejemplo, la palabra xenobia,
y por qué aparecen estas palabras, dónde estaban guardadas, depositadas, qué la sacan al exterior. Redes cerebrales internas que andan  allí riéndose y  de repente emergen en una formulación, porque después de todo la palabra o el  lenguaje no está separado de procesos internos,  si bien es adquirido el lenguaje, es como si se pegara a toda la estructura cerebral y quedara  inscripto allí. 

G.A.: En alguna entrevista, usted comentaba que en Chile -con respecto a la poesía- se da  un fenómeno como de culto con  el hecho poético. Destacaba en dicha entrevista que el hecho de escritores, poetas  de peso como Huidobro, Neruda, Gabriela Mistral pudieron haber tenido que ver con esto y lo diferenciaba de nuestro país…
N.J.: Cómo se recibe aquí, cómo se acepta la poesía, es siempre con reticencia. Quizás tiene mucha fuerza la poesía en la relación con los niños, acá en  Argentina, como en todas partes. Al niño,  la rima, la musicalidad de la poesía lo seduce mucho. Pero luego, la cosa cambia, ya en niveles superiores se puede decir “es poeta”, ah sí  pero  yo poesía no leo. Eso creo que en Chile socialmente, no es tan así,  se admite con  más naturalidad la consistencia de un tipo de discurso. La poesía tiene un carácter medio complicado para mucha gente acá en Argentina, te dicen no entiendo, no es lo mío, Incluso en el orden literario, hay personas que están en la literatura y prefieren la narración y en ciertas épocas, en ciertos momentos muy privilegiados, el ensayo de tipo político. Después de cada dictadura hay una explosión de ensayos políticos, todo el mundo compra y  lee ensayos políticos  o históricos en ciertos momentos. Eso declina, va y viene,  y en narrativa lo mismo, pero tiene una mayor pregnancia, en lo poético muchísimo menos. Yo creo que en Chile, muchísimo más, ésta sería la diferencia y eso hace que los poetas chilenos,  -hablando siempre de  una tradición de poetas de primer  nivel-, tengan un olimpo mucho más tranquilo, de  una aceptación más natural.

G.A.: En Colombia también el gusto por la poesía es muy fuerte…
N.J.: En Colombia, en materia literaria, la producción narrativa y académica, creo que  es mucho mayor que en Chile.

G.A.: Nos referíamos en cuanto a los festivales de poesía y a la cantidad de gente que convocan, en promedio  entre cinco mil y diez mil personas.
N.J.: También  acá, en los festivales de poesía que  se hacen en Rosario todos los años, va mucha gente. Pero hay otra cosa, que tal vez haya que matizar en todo esto que estoy diciendo, no estoy tan seguro, por ejemplo la poesía como instrumento, curiosamente en las cárceles. Ahí es un modo de acercamiento muy eficaz  si se lo toma seriamente. Porque me parece que al tipo que está preso no le gustaría que le  vengan a hablar de lo de él. No creo que le convenza que vengan a leerle un texto narrativo, sobre el robo a un ladrón, ya lo sabe, lo mismo a un asesino sobre un crimen, en cambio ir por el lado de la poesía es una cosa indirecta, no lo compromete tanto y lo puede seducir y por lo tanto le permite entrar a un universo que le haga cambiar alguna neurona. Así que hay que relativizar.

G.A.: ¿Quiénes  fueron sus referentes en poesía?
N.J.: Varios, de la lengua española Rubén Darío, sobretodo, en Argentina, Borges, en Chile Huidobro, Neruda, Vallejo  en Perú y de otras lenguas Apollinaire en Francia, Mallarmé, Baudalaire, Elliot, toda esa gran poesía que uno conoce.

G.A.: Sabemos que Usted vivía en Francia cuando sucedieron los acontecimientos del Mayo Francés… ¿estaba inquieto?.
N.J.: Y sí, había que ir a buscar la comida (risas). Tenía una característica muy divertida esa carencia del Mayo Francés, por ejemplo durante ese momento estaban cerrados los bancos y había que cobrar el sueldo allí, entonces el gerente de una pequeña sucursal que vivía cerca de casa venía  y traía la plata, (risas). Qué buenas huelgas eran esas (risas).

G.A.: También quisieron desmitificar dichos episodios
N.J.: Fue un episodio muy importante, muy hermoso, al mismo tiempo la calle que hervía, en todas las ciudades de Francia, en todo el país y con manifestaciones tan originales, tan divertidas, tan audaces. No era una represión muy grande, nosotros no vimos ningún episodio de represión, de manera que ir  por ejemplo a una facultad que estaba ocupada era una fiesta. Pero una fiesta en la  que se discutía  de política, se hacían construcciones y se escribía muchísimo. Fue una cosa muy valiosa y nos agarró a nosotros ahí,  justo en ese momento, fue un privilegio histórico contemplar eso.

G.A.: Y detrás de este lema de la imaginación al poder, ¿qué se trasuntaba?
N.J.: Era una utopía, que estaba intentando ponerse en marcha, pero puesto que era utopía no podía andar. Se agotó  pero quedó algo. Alguna gente quedó. Uno de los principales autores, entre ellos, era un estudiante, Daniel Cohn- Bendit, siguió una carrera política, se relacionó con los ecologistas, y en este momento es  una personalidad política  importante. Así como él,  seguramente muchos otros, para ellos fue como una experiencia básica de partida, una especie de revelación de un destino posible, en el campo de una política heterodoxa, novedosa, en un lenguaje no acartonado. Se hizo lo que se pudo hacer, dio lugar a muchas manifestaciones, a muchos mitos si se quiere y ahí permanece en el recuerdo de quienes lo vivieron.

G.A.: ¿Cómo fue su experiencia en el exilio, tenemos entendido que en realidad usted había ido de viaje a México, y que fue un exilio medio impuesto en el momento, no?
N.J.: Sí, casi elegido en ese sentido, no tan, semi, nosotros habíamos vuelto de Europa a fines del ’70.  Entre el 71, 72, y principios del 73, estábamos viendo como vivíamos, habíamos traído un poco de reservas de Europa y empezamos a trabajar, Tununa (Tununa Mercado, su esposa)  en un periódico,  yo daba clase en colegios privados. En el momento camporista entré a la Universidad, una gran experiencia, y en ese preciso momento también me invitaron a hacer algo en México al año siguiente y en ese período la situación se deterioró. Poco  a poco, después de la muerte de Perón, el isabelismo, loperreguismo, entregaron la Universidad a gente muy de derecha. En fin, ni siquiera los recuerdo demasiado, era gente insignificante pero de derecha, y se cerró la facultad ya que  no se podía seguir. En ese momento yo tenía que ir a México a cumplir el contrato, así que no me fui exiliado, pero habíamos planeado simplemente un viaje de vacaciones con los chicos y Tununa, yo me fui en septiembre, en diciembre se encontrarían conmigo en México, yo habría terminado mis tareas en diciembre o en enero y habríamos vuelto recorriendo toda América Latina, pero en el interín la triple A comenzó a molestar y entonces decidimos que se vinieran a México. En el lugar donde yo estaba trabajando me invitaron a quedarme, analizamos la situación y aceptamos.
Al quedarnos pensamos continuar una especie de labor que habíamos hecho antes, en el período anterior del 70 al  73. Habíamos formado parte de un foro en Buenos Aires sobre los derechos humanos. Nos fuimos acercando a la gente que venía del exilio y ahí empezamos a integramos a esas tareas y eso duró prácticamente todo el tiempo, hasta el 83. Desde fines del 74 hasta el 83, estuvimos en tareas ligadas al  exilio, armando una comisión que hizo muchísimas cosas, culturales, de solidaridad, de trabajo. Un período también paradójicamente de enorme felicidad porque pudimos hacer mucho.

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