Artes visuales

Expresiones de la violencia en el arte

Por RENÉE LAGOS

En el convulsionado mundo de hoy, hablar de violencia parece ser moneda corriente. Un fenómeno enquistado en casi todas las culturas y especialmente en la nuestra.
La relación entre arte y violencia ha sido representada como una constante en la historia del arte, pero nunca tan visitada por los artistas como en los últimos cincuenta años.
Son múltiples las aproximaciones asociadas a este fenómeno, el pensador italiano Gianni Vattimo declara en su ponencia en la Academia Nacional de Bellas Artes, “No hay arte sin violencia, si una obra no tiene un poco de violencia dice poco”.
Para sustentar estas afirmaciones declara que debe situarse en el marco de la responsabilidad civil del arte, que empieza a ser una idea compartida en el siglo XX desde las vanguardias.
Para Vattimo no hay una verdadera definición de violencia. Incluso la filósofa y política alemana Hannah Arendt que ha trabajado en torno a esta problemática, nos habla del término violencia en su sentido más elemental, refiere al daño ejercido sobre las personas por parte de otros seres humanos. No ha aportado una definición, aunque puede entenderse como el hecho de impedir a los cuerpos que ocupen su lugar natural, por consiguiente sólo puede medirse en términos de libertad.
Concluye diciendo “El arte entonces, puede asumir el compromiso de promover la libertad y la no violencia”. De esta afirmación pueden surgir dos opciones en las que el arte puede contener o incluir la violencia. Podemos hablar de un arte violento, es decir obras que incluyen escenas de crueldad, sostuvo; pero también de un arte de denuncia a la violencia social y pública. En otras palabras un arte comprometido con la realidad.

Asistimos de esta manera a una nueva forma expresiva, la de la representación de la violencia a la violencia real.

Para ejemplificar estos lineamientos expresivos del ámbito internacional podemos citar al Accionismo Vienés, quizás el movimiento más radical de todos, su proyecto constituye uno de los lenguajes más crudos, sus representantes son Herman Nitsch, Günter Bruss, Otto Mühl, Rudolf Schwarzkogler entre otros.
Los vieneses enfatizaron las acciones corporales provocativas., transgresoras, fetichistas y también violentas. Utilizaban el cuerpo a modo de soporte donde realizaban cortes o auto mutilaciones que exhibían y sustentaban con la idea de que este tipo de acción era revolucionaria y liberadora.
Su campo de trabajo era el del ser vivo, psíquico y físico, su material expresivo lo constituían las sustancias orgánicas y de manera especial las provenientes del cuerpo humano como la sangre. De este modo lograron explorar las regiones prohibidas del cuerpo y la mente en la búsqueda de lo originario.
También el cuerpo constituye el soporte del Body Art, se lo puede definir como un punto de encuentro con el arte conceptual. El cuerpo se traduce en materia plástica, se pinta, se cubre, se ensucia, se mutila; el mensaje que emite es directo y contundente.
Este estilo traduce una crítica a la concepción de sujeto en la que no se pueda acceder y conocer al mundo y sus entidades de manera perceptual.
La obra en sí misma es una acción y esta la hace efímera, su temporalidad está íntimamente determinada por la acción y su único registro son la fotografía y el video.
Sus mejores representantes son la artista serbia Marina Abramovich, la cubana Ana Mendieta, la francesa Gina Pane, quienes son consideradas como las artistas más significativas del arte corporal.

En el ámbito nacional encontramos innumerables manifestaciones de artistas que abordaron el tema de la violencia, pero en esta ocasión quiero hacer referencia a la obra de Oscar Bony, específicamente “Objetos de amor y violencia” y “Fusilamientos y suicidios”, en ellas el autor aborda el tema de la muerte del sujeto, lugar donde el espacio de representación es agredido mediante el disparo de armas de fuego.
En 1984 Bony expone en el espacio Filó, su primer conjunto de obras baleadas, en esta producción podemos ver reflejada la violencia ejercida sobre el personaje mediante el recurso de vidrios rotos o astillados por las balas, así también planchas de plomo perforadas.

Cada una de las creaciones fue presentada por una ficha identificatoria a modo de anclaje con el título y la técnica, en ella se indicaban disparos de revólver Smih & amp, Wesson 32 sobre blindex.
En la Fundación Federico Klemm expuso “Fusilamientos y Suicidios”, su producción estuvo integrada por fotografías de bodegones, paisajes y autorretratos, que también intervenían mediante disparos de armas de fuego.
La misma técnica se ve representada en el “Tiempo de la Muerte” (haciendo alusión a una cita de William Blake); su realización lleva un sello auto referencial, el mismo creador se representa agredido por esas balas pero a la vez toma una actitud desafiante ante la agresión, es el caso de “Suicidio II”.

Walter Benjamin argumenta en “Para una crítica de la violencia” que la misma puede definirse como la exposición de su relación con el derecho y la justicia, y a este respecto revela que es evidente que la relación fundamental y elemental de todo ordenamiento jurídico es la del fin y medio, y la de la violencia sólo puede ser buscada en el reino de los medios, ya sea para fines justos o injustos.
A manera de conclusión, podemos decir que la experiencia de la violencia en el arte, es la capacidad que tenemos de transformar y testimoniar. La violencia inmanente a la obra no puede separarse de la violencia exterior o la social, a la que la obra refiere. Por lo tanto se funda como testigo partícipe de una época, de una idea, de un accionar o de un movimiento social.

 

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