Santiago Doria

“Una vez que la obra está estrenada es de los actores”

Por NORA NARDO y LUIS CALVO

Autor, actor, director, titiritero, docente, Santiago Doria es un hombre cuya vida está ligada íntimamente al teatro. Su carrera está asociada a éxitos importantes y de gran resonancia  en el medio teatral,  sin embargo, en esta entrevista concedida a Generación Abierta, deja bien a las claras entre otras cosas que los conceptos de éxito y fracaso son relativos.

G.A: ¿Cómo fueron sus inicios?
S.D: Bueno, podría decir que ya desde la adolescencia comencé a vincularme con el teatro.  Tendría 14 o 15 años  y  me  escapaba   a los bares que había en la zona  de Congreso,  casi todos ellos tenían sótanos en  donde había salitas de ensayo. Allí, los grupos independientes se reunían para ensayar y yo iba a curiosear. Poco  tiempo después hubo un curso para adolescentes que dirigía Maruja Gil Quesada  que era una actriz muy importante  en ese momento  y ahí empecé a tomar clases de teatro. Mas tarde me tocó hacer la conscripción, en ese momento se hacía a los 20 años, la hice en Junín de los Andes. En ese año, pude reflexionar bastante   y me di cuenta que el teatro iba a ser un estado de vida para mí.

G.A: Cuándo usted se refería a la movida cultural en los bares de Congreso, ¿de qué época estamos hablando?
S.D: De la década del 60. Yo nací en 1945  y cuando hice la conscripción corría el año 1965. Luego me recibí de maestro en el Normal Mariano Acosta, estudié dos años en la Facultad de Derecho y  posteriormente en la Facultad de Filosofía y Letras, pero a la tarde estudiaba teatro y llegó  un momento en que todo lo demás quedó de lado y seguí con el teatro definitivamente. Es decir, hace 40 años    que estoy relacionado con el teatro.

G.A: ¿Qué privó en esta decisión de inclinarse por el teatro cuando hubo otras carreras que había comenzado a transitar en forma paralela?
S.D: Creo que fueron las ganas, el gusto, el placer, la vocación. Yo pensé en apostar todo por el teatro porque era lo que me hacía sentir feliz.

G.A: ¿Hubo maestro que lo marcaron?
S.D: Sí, en Argentina  Durán, Gandolfo, Alezzo, un gran maestro con quien hice un curso una vez pero no fue profesor mío, es un hombre a quien admiro muchísimo. Luego  la lectura de los grandes: Brecht, Pirandelo, Stanislavsky. En materia de arte, de teatro, uno se entera un poco de todos y de todos toma un poco, sin a lo mejor seguir una línea absoluta con uno o con otro.

G.A: ¿Cuál sería la impronta de Santiago Doria?
S.D:  No sabría decir, si  la pregunta apunta a un estilo, a un formato.   Lo que sí me doy cuenta es que  estoy ligado a piezas  que tienen  mucho que ver con la sensibilidad, con esto de poder llegar al corazón de la gente, a la reflexión , y sobre todo, en mis últimas obras, al tema de la esperanza. “Ojos traidores”,  “Venecia”, “Visitando al Sr Green”, “El camino a la meca”, son obras que toman como tópicos importantes los temas del amor, la vida, la solidaridad, la esperanza, aspectos con los cuales me vinculo desde algún lugar.

G.A: ¿ Cómo elige una obra?   
S.D: Es relativo, por ahí puede llegar a mis manos una pieza que me interese y desde ahí armo un proyecto.  O por ahí puede haber un productor, un actor, o alguien que me alcance una obra con el objetivo de hacerla. Si realmente me gusta, me engancho con la propuesta.

G.A: Hay un momento de su carrera en que estuvo ligado al teatro infantil, a los titiriteros…
S.D: Sí, en realidad mi época de titiritero está ya lejana  en el tiempo. Trabajé durante diez años con el grupo de Mané Bernardo y Sarah Bianchi. Hicimos muchas obras. Ellos hacían cada año un espectáculo basado en un personaje que se llamaba “Toribio”, “Toribio se resfría”, “Toribio abre las puertas”, “Toribio camina para atrás”, en varias oportunidades yo hice el personaje de Toribio. Realizamos temporadas en el Teatro Cervantes, en el  Teatro San Martín, ganamos un premio en el Festival de Necochea. Estamos hablando de la década del 70.
A la par  seguí haciendo teatro para adultos, mas desde la actuación que desde la dirección. En los 70  tuve un éxito muy grande  con “Orquesta de señoritas”, que fue un espectáculo que duró siete años, donde recorrimos  toda la Argentina, Chile, Uruguay, noventa y dos ciudades de España.
A partir de la década del 80 me empiezo a dedicar casi exclusivamente a la dirección, con alguna que otra pasadita por la televisión.

G.A: ¿Cómo se continúa luego de un hito tan importante como fue “Orquesta de señoritas”? En el sentido que uno puede plantearse seguir por la misma línea dado que me dio buenos resultados o por el contrario uno puede intentar no repetir la misma receta y arriesgarse a hacer cosas diferentes…        
S.D: Creo que hay que dejar que las cosas fluyan, no creértela demasiado, entender  que éxito y fracaso van de la mano, que de repente un día una pieza puede ser exitosa y de repente otro día no.
Si uno tuviera  fórmulas en esto seríamos más actores, más productores, más directores, pero de pronto uno tiene como unos caminitos para considerar: que la sala esté bien ubicada, que el elenco tenga alguna figura, que la pieza sea interesante, es decir sumar puntos. De todos modos, a la hora de la verdad la última palabra la tiene el público.
En estos momentos tengo obras que están funcionando muy bien: Con “El camino a la meca”, en Enero de 2007 comenzamos el quinto año sin parar, con “Visitando al Señor Green”, estamos en receso pero es muy probable que retomemos en mayo, esta obra con Pepe Soriano;“Venecia”, también es probable que continúe el año próximo.

G.A: En un medio competitivo como el nuestro, es interesante ver como puede seguir durante tantos años con tantas  obras en cartel al mismo tiempo…

S.D: Es un problema de organización. En el tema de la dirección el trabajo creativo ya está hecho, vos ya pintaste el cuadro, ya lo hiciste. Después hay que cuidar los detalles, ver las necesidades a cubrir. No es que uno esté dirigiendo  las cinco obras al mismo tiempo. Están en cartel  y puede haber lugar para dirigir otra mas. Una vez que la obra está estrenada es de los actores.

G.A: Cuando  hace un balance sobre el éxito o fracaso de una obra ¿qué aspectos toma usted en cuenta?

S.D: No hay fórmulas, de pronto hay espectáculos que no tienen buenas críticas y el público sin embargo les dice sí. De pronto hay obras con muy buenas críticas pero el público por alguna razón le da la espalda. A todos los elementos  en pro o en contra que puede tener un espectáculo, está esa estrellita que el público le dice sí.
El éxito estaría en relación a la mayor cantidad   de gente que puede asistir a ver una obra. Al ser una obra de arte y el arte ser un medio de comunicación a cuanta mas gente llegues es como que te sentís más satisfecho.
Pero  el sentido del fracaso es otra historia. Una obra puede durar dos meses, no haber tenido mucho público, pero rotularla como fracaso es un término muy contundente. Si ponés en la balanza tendrías que ver si fue agradable hacerla, si el trabajo con el grupo fue bueno, si la obra te gustaba. Es decir, lo último que pasó es que no vino gente  y claro fue una gran bronca, pero la experiencia  de haberla hecho pudo haber sido muy valiosa.

G.A: En una entrevista afirmaba que le gustaba incursionar tanto en proyectos comerciales como alternativos…

S.D: Sí. Yo soy una rata de teatro, me gusta barrer el escenario, poner una luz, trabajar con los actores. Es decir, si una obra realmente me engancha no tengo miramientos si es con gente conocida o desconocida, si me gusta me meto mas allá que sea comercial o no. Esos motes de comercial o alternativo lo heredamos del hemisferio norte, pero hacer teatro es hacer teatro.

G.A: Poder disfrutar de lo que se hace…

S.D: Claro, lo que tiene el teatro es eso, es decir, que nadie lo hace por obligación. El sentido de vivir de lo que amás,   vivir jugando. Sustentarte desde lo económico desde el juego hace que la felicidad esté mas cerca, porque el trabajo no es un yugo, se convierte en algo divertido.

G.A: ¿Cómo docente qué trata de transmitirle a sus alumnos?

S.D: El amor y la rigurosidad, el amor por lo que hacés, si no amás lo que hacés es mejor que te dediqués a otra cosa. Y la rigurosidad en el sentido de que su preparación sea consciente desde la primer instancia. Mis dos vocaciones mas concretas son la docencia y el teatro y en la enseñanza teatral se vinculan las dos vocaciones.

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