Aquel querido café, por Juliana Calvo
Aquel querido café
Escucho voces, susurros, cierro mis ojos y vuelo a mis adentros, ellos están ahí, leyendo, la gente aplaude, sonríe, están atentos, nadie quiere perderse nada.
Eso es lo que sucede desde hace veintiséis años, cada primer y tercer viernes de cada mes en el Café Montserrat-cuando se lleva a cabo el Café Literario “Antonio Aliberti”-, querido café que sin saberlo, marcó mi infancia.
Una gaseosa y un pebete de jamón y queso eran lo clásico, ahí, rodeada de arte, escuchaba a mis padres leer poesía, y se iba sembrando en mí un amor secreto por la escritura.
Aún no sabía que el café con leche de esas tardes dejarían su huella en mi memoria, que tarde o temprano iba a asociar la poesía con su aroma, que ese espacio con paredes de ladrillos, estilo rústico, esas mesas y sillas que aún conservan el estilo de los cafés de antes, estaban dejando su impronta en mis primeras vivencias.
Ese lugar está impregnado de vida, atrae gente del arte, la poesía, la música, una gran cantidad de sueños se realizaron allí, entre ellos los míos, cuando presenté mi primer libro*. El barrio en el que reside-Monserrat- tiene una magia especial que adorna las noches. En sus paredes se pueden encontrar bellas expresiones artísticas, dado que le permite a mucha gente exponer sus muestras allí.
Un café con historia-Declarado Bar Notable en 2014-, que lleva en sus pisos el rastro de grandes poetas y artistas, donde el tiempo no hizo más que darle el lugar que se merece, por habernos cobijado, brindarnos su calidez, y lograr sin duda, entre sus mesas, esa esencial conexión con nosotros mismos.
Juliana Calvo
*“Detrás del Umbral de la Existencia”, de Juliana Calvo, Ed. Dunken, Buenos Aires, 2016.
Poema XV
Sentada en este mismo café
donde por última vez
vio a los pájaros elevarse libres
al atardecer.
Nunca imaginó
que esta misma mesa
sería testigo
de un último encuentro.
(De esos que se guardan en el alma).
Los años no hicieron más
que sentenciar
el olvido.
(De “Detrás del Umbral de la Existencia“, de Juliana Calvo)