Conversando con Alicia Berdaxagar

“La TV se mete en tu casa, sos alguien si estás allí y nadie si estás fuera”

Por LUIS RAÚL CALVO y
NORA PATRICIA NARDO

G.A.:Alicia, ¿Cómo se inicia su relación con la actuación?
A.B.: Yo me veo desde cuando tendría 7 o 8 años haciendo ratoncitos en la escuela, después -como parece que tenía, entonces, buena voz-, decía muy bien los versos, esos escarceos que hacen muchos niños hoy en día.  Muy en el aire he encontrado mi profesión. Ingresé al Conservatorio Nacional, -entonces era el Conservatorio Nacional de Música, Arte Escénico y Declamación- y yo no sabía que era Arte Escénico,  entonces entré en Declamación, porque desde muy nena  hurgueteaba los libros de mis primos que eran mayores y leía poesía que realmente no entendía  nada: Lope de Vega; Garcilazo, Calderón, pero igual los leía.  En el conservatorio me hice muy amiga de Eva Dongé, una actriz de gran talento y personalidad, que la perdimos muy joven. Ella estaba ensayando Yerma en versión al aire libre,  en el primer teatro al aire libre que se hizo acá en Buenos Aires, en Belgrano, dirigido por Mario Rolla. Había sido su cumpleaños y yo le llevé un regalito a un ensayo,  ahí me agarraron y me dijeron “vos tenés que hacer tal papel”, les contesté que mi papá no me dejaba, pues mi padre no quería saber nada con el teatro, había perdido a mi mamá a los quince años y además trabajaba ocho horas diarias con horario interrumpido, así que viajaba cuatro veces al día hasta el centro. Me convencieron que íbamos a ensayar a la tarde, que las funciones sólo iban a ser los viernes y sábados o  los domingos y entonces  lo hice. Eso tuvo mucho éxito. Al año siguiente, el director Mario Rolla  la quiso reponer y como Eva ya estaba en otra cosa, Mario me propuso hacer Yerma. Hice Yerma, con  una gran repercusión sobre todo para los compañeros de teatro. Un día me llamaron Bonet, y José María Gutiérrez  a los  que yo sólo conocía de nombre –esto es un poco de anécdota pero es bueno para ver  como es el azar- y me comentaron que Caviglia quería  conocerme, que ellos le habían hablado de mí, y que se iba a formar el Elenco de la Comedia Nacional.  Fui a ver a Caviglia, pero él no me dio ni cinco de pelota, nunca vi una persona más alta delante mía, yo me iba achicando cada vez mas, era tal la indiferencia de él que salí de ahí llorando. En la calle me lo encontré a  Carella con quien habíamos sido compañeros en el conservatorio y me dijo “¿Qué te pasa petisa?”, cuando le conté me contestó “Vos tenés que dedicarte a esto y dejar tu trabajo”, pero yo le dije que no podía, que tenía que aportar dinero a mi casa.
Habrán pasado dos meses, y un día  me llamaron del  Teatro Versailles, estaba en función “Proceso a Jesús” y  se habían producido cambios porque una  de las dos artistas se había dio a la Comedia Nacional y  quedaba el personaje de la Magdalena que antes hacía Dora Prince, pero que pasaba ahora a ser la María, entonces yo hice la Magdalena. Esa fue mi entrada al teatro profesional, y lo único que les puedo decir es  que desde entonces siempre trabajé,  salvo  el año 90,  el año 97 y  este  año que no he hecho teatro.
Luego de  mucho tiempo entré a la Comedia Nacional y ahí sí me desligué del trabajo de 8 horas, que fue un período de mi vida muy rico porque conocí gente muy linda, en un ambiente muy bueno que me ayudó a formarme de alguna manera humanamente. Después, más tarde me casé con Carella.

G.A.: Aparte  completó una formación actoral muy importante, pues se formó con Augusto Fernández, Juan Carlos Gené,  Gandolfo…
A.B.: Cuando  actuaba en  teatro y en  televisión me interesaba hacer cursos.   Estuve un año con Gené, un año con Fernández, con Gandolfo, con Lito Cruz y más acá con Bartis.

G.A.: ¿Qué le fueron  aportando cada uno de estos maestros, cada uno con sus diferentes estilos?.
A.B.: De Bartis a Gené hay todo un mundo distinto, Yo no puedo decir este me aportó esto, el otro me dio aquello, son cosas que uno va incorporando en el trabajo continuo.

G.A.: La actuación requiere  una gran dedicación…
A.B.: Cuando estuve por ejemplo en el elenco del Teatro General San Martín, entrábamos a las dos de la tarde y salíamos  a las 12 de la noche. Ensayábamos, había un descanso y hacíamos la función de la noche, era un entrenamiento muy grande el que se hacía y el repertorio se cambiaba cada tres meses.

G..A.:¿De qué época estamos hablando?
A.B.: Antes de entrar al elenco estable, había estado en el San Martín  participando en obras importantes allá por los años  64 o 65. En el año 1972 me convocó Roberto Durand para dirigirme en el Teatro del Pueblo, con Bianco, Alterio.

G.A.: En televisión nos acordamos de verla en “Alta Comedia” y en “El hombre que volvió de la Muerte”, una obra en la cual trabajaban entre otros, actores de la envergadura de Narciso Ibáñez Menta, Eduardo Rudy, Oscar  Ferrigno. Usted hacía el papel de la Dra. Elga…
A.B.: ¡Cómo quedó ese personaje! Porque pasaron años y una vez salía del Teatro San Martín para hacer una gira por Centroamérica en el año 80 y estaba por tomar el bus que nos llevaba a Ezeiza y un grupo de chicos más grandes,-porque eso fue alrededor del  año 69 o 70, habían pasado unos 11 años-  me gritaron “Dra Elga, Dra Elga…”,  qué increíble, como prendió ese personaje.

G.A.: Es el fenómeno de la Televisión, a veces los actores por un lado se sienten reconfortados por el hecho del reconocimiento y del recuerdo por un personaje que representaron que se hizo popular  y a veces como contrapartida necesitan que la gente los valore por otros personajes tal vez menos conocidos pero que ellos consideran tan o más valiosos  que aquel,,,
A.B.: Es verdad. En los últimos tiempos, hasta el año pasado, he hecho Copenhague durante cuatro temporadas. Hay gente que me ha parado en la calle o en alguna reunión y me dice por qué no trabajo más.  Yo le contesto que si quiere verme vaya a tal lado, a lo cual me dice “ No,  yo no voy al Teatro…” Indudablemente la TV se mete en tu casa y quieras o no quieras, pasás a ser alguien si estás allí y nadie si estás fuera.

G..A.: En una entrevista que le hicieron  cuando  hizo la obra  “Las de Barranco” de Gregorio De  Laferrere refiere lo difícil de realizar un papel que han hecho otras actrices como Eva Franco y lo intransferible que representa la propia experiencia…
A.B.: Para mí es muy feo hacer un papel que he visto en otro, porque te queda como la imagen de esa persona que yo no quiero repetir. Lo de Eva lo había visto hace años, pero me tocó reemplazarla a Norma Aleandro en “A qué jugamos” de Gorostiza y  como Norma siempre me ha fascinado, -para mí es “la actriz”- yo la había visto a ella muchas  veces en ese personaje, de pronto tener que hacer el mismopapel no me resultó nada fácil.

G.A.: Antes se pasaban por tele-visión obras como” Las de Barranco”…
A.B.: Sí, hace mucho tiempo  cuando se hacía teatro en televisión como el ciclo de “Alta Comedia”.

G.A.: Hablamos del “El Hombre que volvió de la Muerte” y aparece Narciso Ibáñez Menta  en la memoria, ¿el público reconoce a  grandes actores como lo fue él?
A.B.: No se hacen reconocimientos a grandes científicos que se van del país porque no pueden desarrollarse acá como quisieran y ocupan lugares en Estados Unidos o en Alemania… de un actor qué les puedo decir. Lo importante es que quede en el recuerdo de algunos que lo pudieron ver y disfrutar. Narciso era un obseso del trabajo, nos citaban a las seis de la mañana y él ya estaba vestido y maquillado y estaba en todos los detalles, desde la escenografía hasta de  la ropa de todo el mundo. Gené también es un obsesivo, él llegaba todos los días al teatro y lo primero que hacía era  ir al escenario a ver si estaba todo en orden. A mi no me modifica que la mesa esté más allá o más acá, al contrario hace que esté más despierta. Son distintas maneras.

G.A.: Usted actuó en la película “Entre el amor y el espanto” de Desanzo haciendo el papel de  la madre de Jorge Luis Borges…
A.B.: Yo conocía a la madre de Borges, entonces tenía esa imagen, de esa mina con el pelo blanco, vestida bien, una mina  que por todos los poro era de un extracto social determinado y  bueno, también fue duro porque yo me miraba y no me veía, yo no era la madre de Borges. Estuvo muy bien Miguel Ángel Solá, yo en la película, en el único momento que creo haber estado bien fue cuando estoy en la puerta y digo adiós, fueron una o dos palabras, ahí me ví en el personaje, pero en todo lo demás no. Soy muy crítica.

G.A.: ¿El teatro es el medio en el que se siente más cómoda?
A.B.: Sí, pero en la televisión también me sentí cómoda, hice muchas tiras, tiras diarias, que fueron de mucho éxito, por ejemplo “Los hermanos” que duró tres años en el aire.

G.A.: ¿Qué personaje amó profundamente?
A.B.: Varios.

G.A.: ¿Hubo algún personaje que le quedó en el tintero, que le hubiera gustar hacer?.
A.B.: En un momento me hubiese gustado hacer, “La Señorita Julia” pero no fue, nada más.

G.A.: ¿Del vinculo  con Carlos Carella que nos puede decir?.
A.B.: Yo creo que él era como un tótem para todos, yo era como la chiquita que estaba al lado de él, no por él, era una cosa que yo sentía y que me la daba el afuera, entonces  creo no equivocarme cuando digo  que cuando nos separamos yo crecí mucho.

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