Juan José Saer: A 80 años de su nacimiento

Por SUSANA AGUAD

Se cumplen  ochenta años  del nacimiento de JUAN JOSE SAER, en  la ciudad de SANTA FE. Tal vez  él no presentía, cuando comenzó a escribir, ni después, cuando partió para Francia y siguió haciéndolo para convertirse en uno de los más grandes escritores argentinos de su época, que esa zona,  la de Santa Fe y sus alrededores, pasaría a ser  el lugar  donde  sus personajes convergirían para devenir en  protagonistas de sus historias.

Al igual que Jefferson, la ciudad elegida por Faulkner a la que atribuyó el nombre-Jefferson-, y ubicó geográficamente al sur de EEUU para convertirla en el lugar donde transcurrirían las más memorables de sus novelas como “¡Absalón, Absalón!”, la zona que definiría el lugar geográfico determinante de la obra de Saer,  Santa Fe y sus alrededores, pasaría a ser el espacio que Saer ha tomado como eje, dentro de ese litoral donde naturalmente, los amigos, los amantes, el entrañable grupo humano que se encuentra  una y otra vez, en sus novelas, son concebidos como una emanación del lugar en el que transcurren sus mejores años y se agotan sus sueños. “Un escritor escribe siempre desde un lugar, y al escribir, describe al mismo tiempo ese lugar como si en ningún otro pudiera  concebirse cada historia”, dice Saer (Río sin orillas)

Ninguno de sus personajes es un triunfador por lo que podría concluirse que existe una moral del fracaso  en  Saer, o, en todo caso, la idea de que el optimismo es opresor. En consecuencia, es inútil  tratar de rastrear la épica del triunfalismo a lo largo de su obra, lo mismo que en Arlt,  Borges, o Di Benedetto. 

En cuanto al procedimiento literario, nadie como Saer insistió tanto en borrar los límites entre poesía y prosa. “Borrar  los límites en lo posible e intentar establecer una continuidad entre poesía y prosa, es hasta ahora una especie de utopía, pero si la vida puede ser vivida poéticamente, o, al menos, ser vista poéticamente, la narración, al recoger la experiencia de la vida concreta, utiliza o puede utilizar la energía proveniente de este contacto en busca de nuevas fuerzas, ganando en plasticidad y soltura” (El arte de narrar-1977-Seix Barral, 2000).

 

Por otra parte, en términos de poética de la novela – en el abordaje que propone  Ricardo Piglia (1)- el proyecto de Saer se constituye entre la novela y la narración. Saer tuvo claro, de entrada, un proyecto narrativo muy ambicioso en el que, por un lado  estaba la marca de Faulkner, pero también la idea de poner la narración en peligro frente a la carga anecdótica, mítica, de leyenda, que circula en ese espacio fundador que él quiere narrar. Él trata de construir un espacio intermedio que  tiene, como primer fundamento, la idea de la fragmentación y de la constitución progresiva de un mundo narrativo. Pero eso no supone un avance porque, a menudo, alguna novela retrocede y cuenta una historia anterior. Habría que leer a Saer, entonces, en el conjunto de esa trama de relatos que se van entrelazando.

En “El concepto de la ficción” Saer  profundiza en la intención de su poética. “Toda la literatura viviente en la Argentina-dice- es letra muerta para la cultura oficial. Se puede decir que al menos desde 1950 los mass media instalaron, en lugar de la escritura, el reino del estereotipo, del arte de segunda mano, de la tautología oficial, de la fraseología hueca, que repite, con una servilidad calculada, las simplificaciones de los verdugos y de los mercaderes”.

Para captar la poética interna de Saer, su manera de mirar el mundo,  su forma de construir su espacio narrativo,  debemos comenzar por el principio: ¿qué define al artista sino el modo de internalizar  a sus personajes, los de la vida real, aquellos con los que ha vivido su primera juventud en ese territorio de los sueños que está junto al río,  y que deviene como el río, algo  distinto a cada instante? El grupo de amigos, ese entrañable conjunto de  seres ilusionados o decepcionados que se suceden en sus novelas al mejor estilo de  los “Sartoris” en Faulkner, no acaba en la valoración de lo anecdotario,  sino  en  el movimiento de la conciencia de cada uno. Es decir, no es lo real lo que lo determina, la realidad, la que lo define, sino el estado de la conciencia del personaje el que construye esa realidad.  Lo real en Saer- dice Piglia- se determina desde la conciencia que narra, es el estado de esa conciencia lo que determina la realidad.

 

Juan José Saer: Nació el 28 de Junio de 1937. Hijo de inmigrantes Sirios.

Enseñó historia del cine y crítica y estética cinematográfica en la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe.

Cultivó la novela, el cuento, la, poesía y el ensayo.

Obras de gran trascendencia: El limonero real (1974), Nadie nada nunca (1980), El entenado (1983) Glosa (1985), La grande (2005).

Entre otras distinciones recibió en Premio Nadal en 1987 y el Premio Konex en el año 2004.

Falleció en 2005 en París, Francia

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